“Nuestro modelo de organización socioeconómica ha demostrado ser estructuralmente incapaz de reducir la pobreza de modo significativo”. Este criterio no es de origen sindical; es de los obispos costarricenses integrantes de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
Estamos hablando del documento eclesiástico Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXVII Asamblea Ordinaria.
¡Descuiden, señores del Poder! No se trata de la abolición de la propiedad privada, ni nadie del capital sufrirá expolio alguno bajo ninguna circunstancia, aunque su enorme dimensión en ciertos ámbitos de la producción, de la economía y de las finanzas, ponen en entredicho su limpieza.
Lo que a nuestro juicio está indicando, de manera implícita, la CECOR, es que estamos necesitando de otro modelo de organización socioeconómica que sea estructuralmente capaz de superar la pobreza de modo significativo.
Además, agregamos nosotros, ese otro modelo de organización socioeconómica también debe ser capaz ya no solamente de atajar el crecimiento de la desigualdad y de la exclusión, sino de devolvernos a la senda de la inclusión social y económica.
Como nuestro “modelo de organización socioeconómica ha demostrado ser estructuralmente incapaz de reducir la pobreza de modo significativo”; entonces (a modo de ejemplo), es sumamente urgente que:
- hay que proceder a la radical transformación del sistema tributario, que incluya una declaratoria de emergencia del sistema de aduanas;
- hay que hacer una auditoría ciudadana de la deuda pública desde la Asamblea Legislativa pero con una comisión mixta que incluya a entidades ciudadanas;
- hay que revisar, profundamente, el tema de las zonas francas y su orgiástico aquelarre de exenciones y de exoneraciones;
- hay que contratar, al menos, a 20 mil personas jóvenes para los diversos cuerpos policiales del país;
- hay que darle un giro de 180 grados a la gestión, ya casi inexistente, del MAG, para que se dedique a la soberanía y a la seguridad alimentarias;
- hay que establecer un nuevo salario mínimo de fijación semestral, con limpieza y fortalecimiento de la inspección laboral;
- hay que pagarle la deuda a la Caja;
- hay que crear más empleo público gestor de empoderamiento para la movilidad social con carácter estructural;
- hay que fomentar el cooperativismo de los micro y medianos emprendimientos conectados con las zonas de gran pobreza y de exclusión económica y de notorio desempleo juvenil;
- hay que darles más potestades y más financiamiento a las municipalidades para una provisión de servicios públicos y de impulso a políticas públicas rompedoras de estereotipos institucionalizados que han colapsado en el seno del Estado central.
La incapacidad del actual modelo de organización económica para la integración social plena tiene también enormes consecuencias negativas en los ámbitos del empleo juvenil, de vivienda social, de los servicios educativos públicos, de nuestro sistema de salud y de seguridad social. En todos estos ámbitos la denuncia pública de su proceso de deterioro sistemático y acelerado es cosa de todos los días.
El Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXVII Asamblea Ordinaria, merece que le demos gran atención.