Con el sugestivo título de “Se desarma equipo de comercio exterior”, LA PRENSA LIBRE, en su edición del pasado 15 de agosto y en nota firmada por su periodista Marco A. González Ugalde, nos da cuenta de la salida tanto del señor Jorge Sequeira Picado, del cargo de gerente general de la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer), así como la de la señora Gabriela Llobet Yglesias, quien renunció a la dirección ejecutiva de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).
Nos gustaría pensar que esto podría ser una señal de “cambio” en las líneas maestras de la política de comercio exterior del país vigente en los últimos años, mas no un giro total en el rumbo de las mismas, al menos, que se abra la posibilidad de considerar nuevos horizontes complementarios.
Esto implicaría, por ejemplo, su “desideologización” y –entre otros factores–, “mirar al Sur”, apostando por la integración latinoamericana. También, a lo mejor, abrir y estructurar un proceso de diálogo franco y constructivo con el “nuevo” Ministerio de Comercio Exterior (Comex).
La necesidad de que se superen los tiempos del manejo de la política de comercio exterior del país, con sentido de “república independiente”, según lo vivimos durante la “era” de la señora Anabel González Campabadal, debe ser un asunto objeto de interés de las agrupaciones sociales, cívicas y sindicales.
Este desafío para los movimientos sociales costarricenses es más que urgente en los actuales momentos, considerando el fracaso de los TLC neoliberales, como el que nos impusieron con los Estados Unidos, en el 2007, impulsando el “Memorándum del Miedo” y el “frauduréndum”.
Una “nueva” generación de este tipo de TLC, de corte multilateral, está en camino. La Alianza del Pacífico, el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership TPP), el Acuerdo Multilateral de Comercio y Servicios (TISA: Trade In Services Agreement), mismo que busca su liberalización, privatización total y desregulación absoluta ante el fracaso inminente de las negociaciones que al respecto se han venido dando en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC), así como el proceso de ingreso del país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nos ponen semejante tarea para quienes pensamos que “otro mundo es posible”, diferente al hegemónicamente actual de la globalización neoliberal.
Por otra parte, nos corresponde actuar para incidir con base en procesos globales y regionales que, de alguna manera, contrastan con la agenda comercial de la globalización neoliberal. El Grupo de los 77, el convenio PetroCaribe, el Mercosur y los BRICS, el proceso mundial a favor de la Tasa Tobin (el impuesto “Robin Hood”), la lucha por la instauración de un tribunal penal internacional para juzgar a las multinacionales violadoras de los Derechos Humanos, y, más recientemente, el lanzamiento de la lucha sociosindical en la región en el marco de la Plataforma de Desarrollo de las Américas (Plada), nos ofrecen un amplio marco de posibilidades de enlazar nuestras luchas por ese “otro mundo es posible”, con grandes coaliciones, sindicatos y movimientos globales que, en términos generales, coinciden con todos esos ideales de plena justicia social; ideales que, por ejemplo, a miles y a miles de compatriotas nos juntaron en el recordado “Movimiento Patriótico del No al TLC”.
En verdad, resulta un gran reto rearmarnos como sociedad civil organizada al efecto.