Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
El infernal régimen totalitario de Adolfo Hitler, en la Alemania nazi del período 1933-1945, tuvo en la propaganda un punto fundamental para la manipulación de las masas a niveles prácticamente únicos en la historia contemporánea del planeta.
Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, ideó, en una especie de inspiración malévola y perversa insuperable a la fecha, 11 principios en materia de propaganda; planteamientos de tal impacto psicológico-operativo en el control de las mentes que siguen siendo aplicados, en estas épocas, a los más diversos ámbitos de la vida en sociedad.
Lo que ha venido pasando en la sociedad costarricense de los últimos tiempos y gobiernos, nos muestra a una clase dominante, política y económicamente hablando, que le cuesta mucho mantener el control.
Los políticos y los partidos que le sirven se han venido desprestigiando, deslegitimando, corrompiendo y aislándose de las necesidades y de las aspiraciones de la gente que tan solo busca vivir en paz, con seguridad y bienestar.
Nunca antes como ahora, la distancia entre el gobernante y los gobernados había sido tan profunda.
La más reciente apuesta de esa clase dominante por renovar su control hegemónico, el Partido Acción Ciudadana (PAC), no les funcionó. Presuntamente, y según su propio fundador -hoy defenestrado por sus propias actuaciones-, el PAC nació con dos objetivos estratégicos fundamentales: combatir la corrupción y combatir el neoliberalismo. Ni lo uno ni lo otro.
¿Cómo estamos hoy? El PAC (ahora Gobierno por segunda vez), está tan deslegitimado como sus contrapartes ideológicas, PLN y PUSC. Hoy, los tres, completamente desgastados y con credibilidad a ras del suelo.
Es en tal sentido que esta gente del poder, gran parte de la cual no tiene escrúpulos y mediando la prensa del odio que responde a sus intereses, viene aplicando varios de los 11 principios de la propaganda nazi para tratar de frenar el ascenso de un proceso de resistencia cívico-popular que hoy tiene más amplia base social que hace un año.
Ponga usted cuidado a lo que indica el principio número uno de la propaganda nazi-goebbeliana: “Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo, individualizando al adversario en un único enemigo”.
A medida que van quedando al desnudo sus incompetencias estructurales para generar una sociedad de integración social, los sectores del real poder, el política y económicamente hegemónico, han venido tratando -de manera poco ética y muy perversa-, de que la población crea que los males generales de la sociedad se deben a la acción de una sola persona, en este caso de carácter sindical; y, ahora, en la organización sociolaboral que le cobija.
Contando con varias renombradas figuras del periodismo nacional al servicio de corporaciones mediáticas del gran negocio de las noticias, el postulado nazi de la propaganda goebbeliana, “principio de simplificación y del enemigo único” ha venido cobrando notoriedad realmente peligrosa, pues se nota intencionalidades subliminales para que tal individuo-persona sea exterminado físicamente, incluso.
Gran parte de la fractura social que muestra nuestra convivencia como sociedad en estos momentos se debe a la acción perversa de ese periodismo de odio que, sin escrúpulo alguno, ha venido potenciando ese principio nazi propagandístico; pues ante la potencia argumentativa de la resistencia civil que descalifica el modelo económico excluyente que nos vienen imponiendo, resulta más “práctico” personalizar al máximo en ese individuo sindical que, de manera reiterada, es una voz (dentro de tantas), que viene señalándoles el mal rumbo que le han impuesto al país, acumulando riquezas de manera desenfrenada y hasta (en algunos casos), por métodos nada convencionales y sí ilegales.
Lo que no parecen considerar es la real dimensión del impacto liberador que está generando en las bases de la población el uso de las redes sociales, por un lado; y, por otro, el papel de la prensa decente y el de la prensa digital de carácter alternativo. Se está rompiendo el bloqueo ideológico que hasta no hace poco mantenían esos latifundios mediáticos controlando las mentes populares.
Y, lo segundo, también de manera afortunada para la democracia, es que la solidez argumentativa de las propuestas formuladas por la amplia gama de sectores cívico-sociales y sindicales en resistencia va teniendo fuerza social, músculo social.
La ruta hacia el retorno de la inclusión social, la de la reducción de las desigualdades, la del bien común y la del fortalecimiento de las políticas públicas al efecto, se ha abierto ya con mucha solidez y ese tránsito liberador de la gente hastiada, indignada, enojada empezó con enorme fuerza.