Por Albino Vargas
Secretario General de la ANEP
Nadie duda de que el señor Óscar Arias Sánchez no podrá salir avante de lo que es ya la encrucijada más importante de toda su vida: las gravísimas acusaciones que le han estado lloviendo por estos días de ser un agresor sexual de mujeres no tienen parangón en la vida política del país de los últimos tiempos. ¡Su carrera política se acabó!
El pensamiento político del señor Óscar Arias Sánchez (y el de su hermano, Rodrigo), nutrió, intelectualmente, durante una buena parte de la historia nacional reciente a la clase más rica del país, la hegemónicamente dominante en los últimos tiempos; y más allá de la que se adueñó de las tiendas liberacionistas para castrarle al Partido Liberación Nacional (PLN), el producto original de su semilla socialdemócrata: su carácter de partido “policlasista”.
La intrusión del arismo en la vida interna del PLN como anatema al reformismo socialdemócrata del pensamiento figuerista (el de Don Pepe, el de don Rodrigo Facio, incluso el de Daniel Oduber), fue parte fundamental en la gestación de una sociedad que empezó a vivir con desigualdad y con exclusión, al punto de encontrarnos hoy en un punto de casi no retorno.
A la vez, el arismo liberacionista con sus sucesivas administraciones gubernativas, cuyo paroxismo llegó con el Premio Nobel de la Paz y que está en caída libre hacia el precipicio de la degeneración ético-moral jamás pensada; tiene enorme responsabilidad en cuanto a la realidad fiscal del país que nos tiene a las puertas de un default; ante lo que algunos entendidos califican como “misión imposible” obtener 6 mil millones de dólares en los mercados financieros internacionales, para prolongar la vida macroeconómica nacional sin mayores tropiezos, hasta el año 2022.
Estamos hasta la coronilla de un endeudamiento público que nosotros pensamos que será imposible pagar; y que la sola honra de los intereses exigidos significará más dolores sociales de los que ya está sintiendo el país.
Así las cosas, considerando tal escenario y con base en nuestra visión de la sociedad costarricense de hoy, pensamos que resulta prácticamente imposible el renacimiento liberacionista con base en la recuperación estratégica de lo mejor de su legado sociopolítico y de la misma filosofía socialdemócrata que una vez perfiló el rumbo del país hacia la inclusión social y con notorios avances en la reducción de las desigualdades.
El arismo penetró mucho al PLN, se le metió en su ADN, lo transmutó; y cuando se dio “disidencia” interna fue con base en los personalismos en pugna protagónica, jamás en reconsideración por los desastres derivados de la adopción de postulados neoliberales que levantaron un altar al mercado, en la propia cuna de un partido que consideró como fundamental la intervención del Estado para regularle al mercado su desequilibrante papel en sociedades de clases confrontadas.
La Socialdemocracia seguirá huérfana. El PLN tendrá arismo sin Arias mientras tanto no ocurra en su interior un exorcismo político de alto calado, lo que no vemos factible.
El arismo liberacionista, hoy casado con el Partido Acción Ciudadana (PAC) y ejerciendo un co-gobierno con éste, no va a renunciar con facilidad a la facilitación de más mega-negocios con la cosa pública para esa estructura electoral-arribista que le sirvió de armazón gubernativa en las últimas administraciones. Esto, por una parte.
Por otra, es prácticamente irreversible el desencuentro del PLN con aquellos sectores sociales (como el cooperativismo y como el sindicalismo), que en un entonces le dieron gran base social y que le daban ese carácter policlasista que exhibiera en sus épocas de esplendor.
Sabemos de la existencia de un buen grupo de ciudadanos y de ciudadanas que todavía enarbolan convicciones socialdemócratas verdaderas y que, pese a ello, siguen dentro de las filas del PLN.
Sin embargo, a pesar de que se podría suponer que la debacle de la “autoridad política superior”, generaría una nueva vía de acción política interna con buen augurio para conseguir el éxito; el germen arista ha mutado para superar el personalismo de su clásico dúo hegemónico de los últimos 30 años, reproduciéndose en especímenes políticos que hoy, por ejemplo, desde el actual parlamento, bregan para liquidar precisamente a uno de los sectores nutrientes del viejo liberacionista socialdemócrata: los sindicatos.
Precisamente, este es el rol político que está jugando el actual diputado Carlos Ricardo Benavides Jiménez, junto con la otrora militante del PAC y hoy en las filas del arismo liberacionista, doña Yorleny León Marchena. Estamos convencidos que ni él ni ella son expresiones socialdemócratas auténticas; y, por el contrario, reflejan las visiones de mundo del arismo y su comportamiento político.