Lo que se conoce como movimiento sindical costarricense está dividido. Entendemos que el movimiento cooperativo, también; al menos, en dos corrientes principales. Según se nos cuenta, el movimiento solidarista no escapa a esta característica, pues hay unas tres entidades que compiten por tener la real legitimidad de este tipo de asociaciones.
Nos parece que el ecologismo y el ambientalismo de la Costa Rica de hoy expresa tal característica: la división. El gremio taxista tiene dos vertientes sumamente manifiestas como públicamente consta.
En el empresariado, las cosas no parecen ser distintas. Dos ejemplos lo ilustran: Los exportadores tienen su propia cámara y no están incluidos dentro de la máxima organización del alto empresariado corporativo. Los autobuseros, por igual: están partidos en dos cámaras.
Prácticamente, todos los partidos políticos con actual representación parlamentaria, están partidos.
…Y así por el estilo en otros sectores de lo que se ha venido denominando sociedad civil. Seguramente convendrá usted con nosotros en que con tal estado de cosas que presenta el actual escenario sociopolítico nacional del país, el único factor de unidad nacional que nos ilusiona es la Selección Nacional de Fútbol de Costa Rica. Cuando de la sele se trata, el “tiquismo” se nos sale hasta por los poros… pero hasta ahí.
Que todos estamos de acuerdo en vivir en Democracia, ¡igual!, es un sentimiento de unidad nacional… pero en lo abstracto; porque en lo concreto la Democracia no la estamos viviendo todos de la misma manera, a todos no nos está yendo de la misma forma.
Por un lado, el sistema político sobre el cual se sustenta la Democracia ha venido perdiendo, peligrosamente, credibilidad. Según las encuestas (con todo y lo que las mismas generan en cuanto a credibilidad, precisamente), hoy en día, a tres cuartas partes de los y de las costarricenses, la política no les interesa.
Por otra parte, por ejemplo en cuanto a la situación económica, los salarios, el empleo y la distribución de los beneficios del crecimiento económico muestran que, inobjetablemente, hay dos Costa Rica: la incluida y la que ya no lo está o va en rumbo a la exclusión.
Al respecto bien lo ha señalado el ciudadano economista don Carlos Blanco Odio, en su artículo “Desigualdad injusta”, que le publicara La Nación por estos días y transcribimos seguidamente: “En Costa Rica, el crecimiento ha estado acompañado por aumentos en la desigualdad, de acuerdo con el coeficiente de Gini (con valor de 0 cuando existe igualdad perfecta y 1 cuando hay desigualdad perfecta). En efecto, el coeficiente ha venido subiendo y pasó de 0,44 en el 2009 a 0,52 en el 2014. Según estándares internacionales, los países que están razonablemente bien alcanzan valores cercanos a 0,3 y los que tienen mucha desigualdad superan el 0.5”. Hasta aquí la atinada enseñanza de don Carlos Blanco Odio.
Costa Rica ya superó el 0,5 y pareciera que el camino nos está conduciendo al 1, hacia la “desigualdad perfecta”: el desempleo no retrocede, los salarios están congelados, el salario mínimo no se respeta plenamente, el empleo público está bajo ataque, el sistema tributario no se vuelve progresivo, el crimen organizado y el narco avanzan… Etc., etc.
Así las cosas y como todo este escenario de conflictividad y de confrontación en desarrollo parece ir in crescendo, el sembrar odio se ha convertido en una innoble y peligrosa arma que está siendo empleada, muy peligrosamente, en contra de quienes (mediando las organizaciones que representamos), nos resistimos a que como sociedad nos arrastren hacia el fatídico 1 del coeficiente de Gini, la “desigualdad perfecta”, en lucha constante de todos los días al respecto.
En el marco de esa tesitura del odio (entendiendo tesitura como la “coyuntura o combinación de factores y circunstancias que caracterizan una situación en un momento determinado”), resulta particularmente grave que aprovechando el poderío económico que da el control mediático, la manipulación de la información lleve a niveles tan perversos como presentar el titular de esa “información” cargado completamente de ideología y no de objetividad; que la “información” se alimente de fuentes anónimas que, a su vez, son promotoras de odio; y que, incluso, en la promoción de ese odio como fuente anónima, la injuria, la calumnia y la infamia se empleen inescrupulosamente.
Siempre hemos estado convencidos de que la pobreza intelectual y la debilidad argumental en estos delicados asuntos inherentes a la convivencia social y política de los actores encontrados entre sí (como los que mencionamos al principio de este artículo), se sustituyen posicionando el odio alimentado por la injuria, la infamia y la calumnia; esparciéndose especies perversas, malsanas, jugando con la honra ajena del opositor político-ideológico de manera totalmente irresponsable.
En estos largos meses de la actual gestión gubernativa, las tesis sociolaborales y sociopolíticas planteadas desde las corrientes sindicales responsables, en temas tan sensibles como el empleo, los salarios, la distribución del ingreso, el sistema tributario, la integración social y el bien común; por lo general, se vienen respondiendo en no pocos casos con odio mediando enfoques mediático-interpretativos cargados de subjetividad totalitaria, parcializados notablemente, sin equilibrio informativo alguno.
Es más, por experiencia propia podemos dar fe de que esa especie de totalitarismo ideológico-mediático en contra de quienes luchamos para que Costa Rica nunca llegue al indicador Gini del 1, la desigualdad perfecta; los sembradores de odio se han atrevido a meterse en los mismísimos procesos electorales internos de organizaciones sindicales como las nuestras, sin escrúpulo alguno, de manera descarada, apuntalando grupúsculos espurios y a personas de dudosa moral político-sindical. Hasta eso han llegado con la tesitura del odio que profesan.
Los sembradores de odio deben comprender que la Democracia, aunque les duela, incluye a los sindicatos. Los sembradores de odio que detentan medios de comunicación deben comprender que la nota informativa con fuerte carga ideológica, queda completamente desenmascarada con solo la lectura de las cuatro palabras del titular de primera página o con la presentación del titular electrónico-televisivo.
Los sembradores de odio deben tener presente la amplia base jurídico-institucional del accionar sindical en un país de Derecho como el costarricense, tanto en la normativa jurídica interna de nuestras propias leyes como la misma jurisprudencia constitucional, así como la internacional que tutela el Derecho Sindical, el cual se considera Derecho Humano Fundamental universalmente reconocido… aunque les duela. Lo saben perfectamente pero en el marco de la tesitura del odio lo ignoran deliberadamente.
Tenemos completa convicción que dentro del insano gremio de los sembradores de odio, hay integrantes extremistas que piensan que el mejor sindicalista es el sindicalismo muerto; que desearían el exterminio de las organizaciones sindicales. Pero como todavía no se atreven al sicariato sindical (aunque no sabemos por cuánto tiempo), creen que pueden llevar a un liderato, a una organización, a un grupo obrero luchador honesto a una especie de muerte civil, con la tesitura del odio que estamos mencionando en este artículo.
Los sembradores de odio deben comprender que juegan con fuego en el marco de una sociedad corporativizada, dividida y fragmentada como la costarricense de estos tiempos.