¿Sin liquidez…? ¿Hacia un reajuste fiscal rudo?

Al parecer el Gobierno la “está viendo fea” por estas fechas para poder honrar la serie de obligaciones financieras que su operatividad diaria le demanda. ¡Está teniendo problemas de liquidez!

Es decir, no estaría teniendo la suficiente plata, contante y sonante, para pagar salarios, para pagar a proveedores de bienes y de servicios que compra cotidianamente, para las transferencias de ley de todo tipo (como las que debe enviar a las universidades públicas), para pago de las pensiones con cargo al presupuesto nacional, para el envío de los fondos de los diversos programas de asistencia y apoyo social a las poblaciones más vulnerables (como lo que se ha hecho público en estos días en el caso de los beneficiarios del IMAS), etc., etc.

A pesar de los gigantescos esfuerzos del señor ministro de Hacienda, don Helio Fallas Venegas, y su equipo de trabajo de más confianza, con el apoyo conscientemente cívico de la abrumadora mayoría del personal de esta cartera ministerial, para mejorar todos los mecanismos recaudatorios y atacar la evasión fiscal y tributaria, “la cobija no está dando lo suficiente” como para cubrir el amplio abanico de necesidades de todo tipo que en materia de fondos públicos, frescos y nuevos, requiere el Gobierno para funcionar.

Es ésta una apreciación muy nuestra y ojalá estemos equivocados totalmente.

La bola de nieve en caída libre que significa un endeudamiento tras otro y tras otro (acercándonos ya, peligrosamente, al 50% de deuda con respecto al PIB), con su espeluznante cifra anual de pago de intereses de la deuda pública, podría estar ya amenazando con golpearse abruptamente contra el árbol de un reajuste fiscal rudo (como lo calificó un prestigioso intelectual costarricense), reventando explosivamente en lo social y para herir a las amplias mayorías populares.

Desde este lado de la acera desde la cual le compartimos nuestra visión del problema, pareciera imposible que la sociedad siga un curso relativamente normal y en paz, sin atacar de raíz estas tres realidades numérico-fiscales:

a) Los, al menos, 8 puntos porcentuales de Producto Interno Bruto (PIB), que significa el robo de impuestos en todas sus manifestaciones, con ropaje legal o sin él. Aquí estamos hablando de 2 billones 500 mil millones de colones, por año.

b) Los, al menos, 6 puntos porcentuales de PIB que el fisco deja de cobrar anualmente por concepto de exenciones y exoneraciones de todo tipo. Eso es 1 billón 800 mil millones de colones.

c) El pago de los intereses de la deuda pública, interna y externa, que estaría consumiendo casi 3 puntos porcentuales de PIB, al año. Es decir, unos 900 mil millones de colones.
¡Sumemos!: 2.9, más 1.8, más 0.9 billones de colones… Igual a 5 billones 200 mil millones de colones. En números 5.200.000.000.000.00.
Esta plata, ¡está en la calle! Anda dando vueltas. Cantidades enormes de estas platas es la que el Gobierno capta, en las subastas, tratando de colocar sus bonos para así tener liquidez, tener recursos frescos, pero a cambio de seguir endeudándose y endeudándose y endeudándose…

Pero los vivillos (públicos y privados) de los mercados financieros saben que, ante la falta de liquidez del Gobierno, y como éste ocupa parte de esas y otras platas, deberá ofrecérseles más altos intereses para que se la presten; es decir, están esperando que el Gobierno decida aumentar las tasas de interés y, ¡ahora sí!… Aquí está, señor Gobierno, toda la platica que ocupa para funcionar. Usted, Gobierno, queda “feliz” y nosotros, los dueños de la plata (inversionistas y similares), también “felices”: recibiremos más intereses por la plata que le prestamos al Gobierno desesperado por sus graves problemas de liquidez.

Si el país tuviera otro sistema tributario, estos problemas no estarían pasando ni pasarían en el futuro. Lo que ha venido sucediendo es que los extremistas a favor del capital y de la concentración de la riqueza que han controlado, estratégicamente, al bipartidismo histórico y sus partidos turecas de turno, han impedido cualquier reforma tributaria que le dé vuelta a la tortilla y empiece a cambiar este desastroso estado de las finanzas públicas que nos podría llevar a un reajuste fiscal rudo.

Se debe reconocer que este Gobierno lo ha intentado con varias iniciativas de ley que le han sido bloqueadas por los extremistas del capital y sus agentes legislativos, entre ellos el de la candidatura presidencial eterna.

Pero, al parecer, una buena estrategia política, intra y extramuros parlamentarios, podría ser lo que ha fallado hasta el momento. En realidad, no lo sabemos con exactitud.

Lo que sí parece oportuno es apostar para una nueva articulación político-social que construya una especie de escudo que ataje esa bola de nieve en caída libre, impidiéndole estrellarse, de manera violenta, contra el árbol del reajuste fiscal rudo que golpearía a “Raymundo y todo el mundo”; incluso a los francotiradores y sicarios políticos que impiden la transformación del sistema tributario nacional para impulsarlo hacia la progresividad.

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