El prestigioso académico costarricense don Carlos Sandoval García, investigador al servicio del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad de Costa Rica (UCR), afirmó este lapidario criterio: “Lo más exitoso del neoliberalismo ha sido la privatización de la felicidad”.
“La derecha se ha convertido en el centro del espectro político”, con lo cual se afirma luego que la socialdemocracia y la izquierda son los “grandes perdedores”.
“No se han dado cuenta de que hay un descontento que alcanza a un sector muy amplio de la sociedad y que frente a eso hay que imaginar un discurso nuevo”.
Y este otro criterio del destacado profesor universitario nos motivó para compartir con usted algunas reflexiones sobre lo que puede ser y hacer el sindicalismo hoy en nuestra Patria:
“El antiglobalismo se convirtió en estandarte de la derecha porque el neoliberalismo y la apertura comercial crearon mucho movimiento económico, pero profundizaron desigualdades: grandes masas se sintieron abandonadas por los éxitos que celebraban en el horizonte”.
Además, este notable intelectual costarricense agregó que “El espacio abandonado lo acapara la oleada antiglobalista, antimulticultural y antimigrantes”, para, de seguido, preguntarse: “¿Qué efecto tendrá en países como Costa Rica, que pasó de destacar como uno de los menos desiguales a ser uno de los más desiguales de América Latina?”.
“El sueño de un mundo sin muros” es el título de la entrevista de la cual hemos extraído los criterios anteriores, que a don Carlos Sandoval García le hicieran para el Suplemento de Cultura Áncora del diario La Nación, de este domingo 26 de febrero de 2017.
Considerando esa lectura sociopolítica del candente mundo de hoy que nos hace el distinguido pensador, misma que se puede compartir en todo o en parte; en nuestro caso, nos llevó a preguntarnos lo siguiente: ¿cuál podría ser el papel del movimiento sindical costarricense para las actuales circunstancias nacionales?
Bien se sabe que no somos dueños de la verdad en estos asuntos de los movimientos obrero-sociales, y que solamente expresamos una opinión surgida de la práctica cotidiana de la corriente sindical en la cual nos movemos todos los días.
La acción sindical debe ser concebida como un proceso sociopolítico que trascienda el clásico quehacer corporativista-gremial, pero sin abandonar éste, el cual viene a ser como la esencia natural de la organización sindical.
Debemos ubicarnos en la circunstancia de que la política hace mucho dejó de ser monopolio de los partidos políticos y que los reales sindicatos hacen política en el amplio sentido del término, pero sin entrar en el espacio electoral.
Esto de que la política dejó de ser monopolio de los partidos políticos también lo comprenden muy bien en el otro lado de la acera. Ahí está como prueba irrefutable la acción política de los denominados latifundios mediáticos que informan subjetiva y editorializadamente conforme a su propia agenda-país, abogando por los intereses del alto corporativismo del capital.
Ese sindicalismo sociopolítico, a su vez, debe tener su propia agenda-país en, al menos, esos grandes temas que tienen que ver con el bienestar de la clase trabajadora, con la promoción del bien común y la integración social y contra la creciente desigualdad; buscando generar la mayor incidencia en el sistema político para la adaptación de políticas públicas en esas líneas.
El objetivo estratégico inmediato de la acción de este tipo de sindicalismo sociopolítico consiste en aportar para bloquear la consolidación de un modelo económico concentrador de la riqueza, privatizador de los bienes públicos, depredador del ambiente y de la ecología, excluyente socialmente hablando de los beneficios del crecimiento económico.
A casi una década de la imposición que sufriéramos del tratado de “libre” comercio con los Estados Unidos, el TLC, mediando el “frauduréndum” del 7 de octubre del 2007, las tareas que han surgido a partir de la definición de ese objetivo estratégico inmediato para este sindicalismo sociopolítico están muy bien definidas si nos proponemos asumirlas, impulsando un proceso integral de incidencia política al más alto nivel.
Para ello se necesita acudir a los más diversos mecanismos para el desarrollo de tal incidencia que es multifacética: el análisis, el estudio, la reflexión, la propuesta, la interlocución intersectorial, el cabildeo, el debate y, por supuesto, la organización para la movilización bajo el concepto de “Democracia de La Calle”.
A la vez, tal acción del sindicalismo sociopolítico debe procurar establecer la mayor cantidad de alianzas posibles, intra y extra sindicalmente; incluso con colectividades político-partidistas y/o personalidades políticas con los cuales desarrollemos coincidencias en esos grandes temas.
Finalmente, como objetivo estratégico de mediano-largo plazo, este proceso sociopolítico de carácter sindical busca aportar para la construcción del nuevo sujeto histórico que amerita una transformación social impulsada por “los y las de abajo”.
Como podrán haber notado, apuntamos elementos que se pueden identificar como estrategia a considerar como esencial para la práctica del sindicalismo hoy en nuestra Patria. Recordemos que la estrategia se ocupa de cómo ordenar y tener bajo control todo el proyecto.
Se puede enriquecer tal estrategia, por supuesto, para adquirir un real carácter global e integral y abarcar todo el fin perseguido. Es en esta línea que hemos planteado el tema del Sindicalismo del Bicentenario e insistiremos mucho en ello.