Syriza y Podemos

Es este nuestro primer artículo en la nueva era totalmente digital de LA PRENSA LIBRE, luego de 125 años de publicación en papel del “Decano de la Prensa Nacional”, como suele nombrarse al medio de comunicación colectiva más antiguo del país, de incuestionable legitimidad mediática.

En verdad, es un honor, que agradecemos muchísimo, el que nos otorga el Grupo Extra al ser parte, como comentarista-articulista semanal, de esta histórica transición. Además, el presente es nuestro primer artículo del nuevo año 2015.

Como integrante de una de las corrientes sindicales nacionales que forma parte del movimiento planetario contra la globalización neoliberal, debe uno estar al tanto de acontecimientos político-sociales que en otros países se vienen sucediendo y que, de un modo u otro, marcan el rumbo cotidiano de la Humanidad en sus dos perspectivas.

Por un lado, la que nos conduce al desastre con riesgo mismo de la vida en el planeta, la de la hegemonía global dominante, la del capital neoliberal, regida por su sector más recalcitrante, extremista, criminal y corrupto: el financiero-bancario.

Por otro, la que nos inspira, la que nos hace vivir para luchar por ella y alimentar nuestra personal y colectiva utopía, adecuada a las circunstancias de nuestra amada Costa Rica. Hablamos de la que comúnmente se conoce en “este lado de la acera”, como “Otro mundo es posible”. Hablamos de la hegemonía que tendrá que imponerse, que tiene ya episodios constatables de ascenso, porque está destinada a salvar a la humanidad misma de la catástrofe social, económica, ecológica y espiritual en que la ha sumido la acción destructora del capital financiero.

Pues bien, si ya han venido dando de qué hablar una serie de fenómenos sociopolíticos contestatarios, desafiantes, cuestionadores de la actual hegemonía global dominante, en varios países latinoamericanos (especialmente, en la parte sur de nuestra América), ahora es más que emocionante seguir los acontecimientos en dos de los países más atormentados, castigados, vilipendiados y criminalizados socialmente hablando por esa hegemonía dominante: hablamos de Grecia y hablamos de España, países mediterráneos integrantes de la Unión Europea (UE).

Nos llena de esperanza, nos emociona profundamente, nos ilusiona de que en Grecia, el conjunto de fuerzas político-populares y sociales pudiera ganar las elecciones parlamentarias anticipadas del próximo 25 de enero, con la probable victoria de la coalición de izquierdas Syriza, guiada por su emblemático dirigente, Alexis Tsipras. Son ya 10 años en que el pueblo heleno ha sido sometido a un casi total exterminio, con el brutal ajuste estructural, los despidos masivos, la privatización a mansalva, la desaparición casi total de la salud y de la educación pública; a cambio de un estratosférico endeudamiento a favor de los bancos más insignes de ese capital financiero.

De una manera parecida, en España está emergiendo una poderosa fuerza política, surgida desde abajo y a partir de las severas resistencias populares a medidas como las aplicadas al pueblo griego, se trata de Podemos, un nuevo movimiento, encabezado por el joven político Pablo Iglesias, que le disputará en este mismo año las elecciones para el Gobierno español a los dos partidos políticos que tiene a su servicio esa criminal hegemonía global del capital financiero.

Syriza y Podemos están “aterrorizando” a los mercados. Y eso es bueno. Syriza y Podemos están desatando la furia mediática de los “grandes” medios de prensa a favor de ese capital neoliberal y su visión egoísta de mundo. Y eso es bueno. Syriza y Podemos nos muestran las posibilidades de una sociedad centrada en la plenitud de respeto a los Derechos Humanos, con desarrollo armónico de la Democracia y en reencuentro con la Ecología, aunque sin desafíos sistémicos catastrofistas de signo extremo, pero sí para apuntalar en la necesaria acumulación de fuerzas geoestratégicas a favor de la Humanidad, pensándose en que “Otro mundo es posible”. Y todo esto es bueno. Y, desde Costa Rica, esperamos que Syriza y Podemos sigan dando de qué hablar.

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