Un pacto poco creíble donde el cinismo y el oportunismo más ruin están próximos

La catástrofe nada inevitable que asoló a las trabajadoras y trabajadores de Bangladesh el mes pasado un edificio comercial de ocho plantas, tres de ellas construidas ilegalmente, que albergaba varias fábricas textiles se derrumbó ha causado la muerte hasta el momento de más 1.100 trabajadores. Una comparación puede ser ilustrativa: unos 10 años de criminal violencia de género generan en España el mismo número de asesinatos.

Tras ello, tras la enorme presión de la opinión pública crítica mundial, Inditex, H&M y C&A han anuncian un pacto para mejorar la seguridad de sus fábricas en Bangladesh (las dos primeras son los mayores fabricantes de ropa del mundo). El acuerdo pretende reforzar la seguridad de las empresas textiles en el país asiático. “El objetivo del acuerdo es el compromiso de pagar a las empresas las renovaciones y reparaciones necesarias para hacer que sus talleres sean seguros”, ha señalado el secretario general de Industria All Global Union, Jyrki Raina [1]. Mas aún: “Inditex, H&M y C&A están mostrando el camino a otras empresas textiles. Al firmar este acuerdo se comprometen a colaborar con los sindicatos para abordar las causas fundamentales que provocaron las horrendas condiciones de trabajo de los trabajadores textiles de Bangladesh. Nos aseguraremos que el precio pagado por los trabajadores en plaza Rana en el mayor acto único de homicidio industrial no será olvidado”, ha añadido el dirigente sindical

Según Europa Press [2] y según fuentes de la firma española, Inditex colabora con IndustriaAll Global Union desde 2007. ¿No sabían hasta ahora nada de lo que sucede en esos países? ¿Nada? ¿Colaborar con los sindicatos obreros para abordar las causas fundamentales que provocan las horrendas condiciones de trabajo de los trabajadores textiles de Bangladesh? ¿Alguien puede creer esas palabras?

El acuerdo versa, en principio, sobre incendios y seguridad en la construcción en Bangladesh. Se trata de pagar a las empresas productoras las renovaciones y reparaciones necesarias para hacer seguros los tallares. Habrá que verlo. Nada pues que ver con condiciones laborales ni nada parecido.

La representante de la firma sueca en sostenibilidad, Helena Helmersson, con el mayor cinismo imaginable, ha destacado que la “seguridad contra incendios y la construcción son cuestiones muy importantes” para su compañía debido a su fuerte presencia en Bangladesh. No sólo eso. “H&M ha estado durante muchos años a la vanguardia para mejorar y garantizar la seguridad de los trabajadores en la industria textil. Con este compromiso podemos influir mucho más en este tema”, ha añadido. ¡Como el hormigón! ¿A la vanguardia de qué?

Sea como fuere, por el momento es un compromiso, más adelante llegará la firma. Y después, y este es el punto básico, la aplicación cotidiana de lo escrito. ¿En que quedará esa aplicación?

Miles de trabajadores del sector textil de Bangladesh se han movilizado para exigir subidas salariales y derechos básicos. El Gobierno ha anunciado que eliminará las restricciones existentes para que los trabajadores se organicen en sindicatos. Los trabajadores de Bangladesh, finalmente, podrán sindicarse sin permiso del propietario de la empresa, como ocurría hasta el momento.

No se trata de menospreciar el esfuerzo de nadie. Los activistas la red Ropa Limpia por ejemplo que batallan hace años “para dignificar las condiciones en las que millones de personas cosen en países pobres por sueldos de miseria y en condiciones precarias (o directamente inseguras) consideran que un acuerdo colectivo como este es mucho más eficaz —y fácil de fiscalizar— que las soluciones individuales de cada compañía” [3]. En principio, todas las grandes marcas tienen departamentos de responsabilidad social corporativa, no obligatoria, y someten en principio sus talleres o los talleres que fabrican para ellas a auditorías sociales. NO soy muy duras: varias de las fábricas siniestradas en los últimos años, “incluida al menos una de las que alojaba en sus ocho plantas el edificio Rana Plaza”, habían superado con nota esas auditorías sociales. Argumentación tras el desastre: sus controles abarcaban, señalaron, las condiciones laborales pero no las infraestructuras. ¡Para morirse de rabia y de risa doña Felisa!

Los códigos de conducta de las grandes marcas incluyen el derecho a sindicarse y a la negociación colectiva. Suele ser papel mojado. Allí y aquí. Pensemos, por ejemplo, en El Corte inglés. El gobierno ha creado una comisión para subir el salario mínimo (está en los 30 euros mensuales). Reclamar el incremento en la calle es arriesgado: se pierde el empleo y el salario para malvivir. De hecho, señala la información de El País, “la Asociación de Manufactureros y Exportadores del Textil cerró un centenar de fábricas y dejó sin paga a decenas de miles de personas para neutralizar unas protestas que, según ellos, se han vuelto violentas”. ¿Alguien puede confiar dos segundos en este tipo de entidades empresariales?

Esas grandes corporaciones, las empresas del mismo Bangladesh, ¿se comprometerán alguna vez a considerar a los trabajadores como seres humanos? ¿El trabajo será alguna vez para sus centros de dirección y negocio algo más que mercancía de usar, exprimir, explotar y mal pagar? ¿Importará alguna vez realmente las condiciones en las que las y los trabajadores realizan sus duras, sus durísimas tareas?

No es bueno a veces soñar. Las entrañas del capitalismo no se alimentan de esas exquisiteces sociales. La justicia no es una palabra que esté en sus diccionarios mercantiles.

Notas:

[1] http://www.marketingdirecto.com/actualidad/anunciantes/inditex-hm-y-ca-anuncian-un-pacto-para-mejorar-la-seguridad-de-sus-fabricas-en-bangladesh/

[2] http://www.europapress.es/sociedad/consumo-00648/noticia-inditex-hm-ca-apoyan-acuerdo-evitar-mas-tragedias-textiles-20130513190642.html

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)

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