Una juventud dinámica y tolerante: el artículo perdido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Por: Benjamín Sevilla García
Secretario de Juventud ANEP
Junta Directiva Nacional ANEP

Hoy se conmemora el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, quizá la herencia más importante de un grupo de personas que tuvieron la sensatez de separarse de sus intereses individuales y construir en equipo las bases de un buen derecho; una declaración que reconociera la dignidad inherente de todas las personas sin discriminación alguna.

Con sus aspectos negativos,  como toda producción humana, pero también, y muy por encima de estos, con la virtud de ser el instrumento que logró orientar por buen norte un mundo al borde de la destrucción.

Es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la herencia de un buen derecho; herencia que no debemos abandonar las personas jóvenes, en medio de sociedades altamente intolerantes, materialistas y profundamente desiguales, las juventudes tenemos como reto salir en defensa de aquellas personas que perdieron su voz, o que simple y llanamente, son ignoradas.

Nuestra sociedad clama por una juventud dinámica y tolerante. Una juventud que no sólo reconozca la diversidad,  sino que sea capaz de respetar las ideas, creencias y las prácticas de los demás, aunque disten mucho de ser iguales a las nuestras.

Debemos pensar en la importancia de la educación como elemento transformador de la sociedad. Hoy presumimos de ser más civilizados, más preparados intelectualmente,  pero ello no nos garantiza ser más educados, ni tolerantes. Prueba de ello, los altos niveles de violencia, las marcadas brechas de desigualdad y el solapado predominio de ideas  y decisiones autoritarias en manos de quienes dicen representar al pueblo.

Mi aporte como Secretario de Juventud de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) en este día, es hacer un llamado a las personas jóvenes trabajadoras para que defendamos la  herencia de un buen derecho.  Para que este 10 de diciembre salgamos al rescate del artículo perdido de la Declaración Universal de las Derechos Humanos.

¿Artículo perdidos? ¡Sí! Ese que algunos legisladores y funcionarios de gobierno olvidan. Ese que indica que: “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.”

Ese artículo insta a nuestros países y a los propios patronos a reconocer el derecho que tiene toda persona sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual; aspecto que en nuestros pueblos choca frontalmente con la vergonzosa desigualdad salarial que sufren las mujeres por su condición de mujeres.

El mismos artículo que permanece oculto cuando se plantea la necesidad de mejorar las condiciones salariales de los cuerpos policiales,  de los trabajadores municipales,  de los extranjeros,  de aquellas personas que trabajan en las plantaciones de piña y banano. Ese que menciona: “Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria,  que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.”

El artículo perdido concluye diciendo: “Toda persona  tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”. Esta es la verdadera razón por la que se busca ocultar el Artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque en nuestros países e existen altísimos niveles de irrespeto a la libertad sindical.

Las juventudes tenemos el sagrado deber de luchar para que el Derecho del Trabajo y sus garantías avancen progresivamente.Debemos oponernos a cualquier contrarreforma laboral que pretenda limitar derechos o reducir las justas conquistas de las personas trabajadoras.

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