Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
“Vamos a cerrar el CONAVI y sus hermanitas perversas”, fue un mensaje escrito por el entonces candidato presidencial del Partido Acción Ciudadana (PAC), Luis Guillermo Solís Rivera, en su cuenta de twitter, el 13 de diciembre de 2013; compromiso de campaña que, por supuesto, y siendo Presidente de la República (2014-2018) no honró… como suele suceder.
Don Luis Guillermo escribió, además, lo siguiente: “Propongo decretar emergencia nacional para intervenir adecuadamente la red vial nacional. Lo haremos con los recursos que el país tiene y son suficientes, en un ejercicio riguroso para no repetir nunca más los horrores de la Trocha fronteriza. ¡Es posible hacer infraestructura sin corrupción!”.
Sin duda alguna, le corresponde al Partido Acción Ciudadana (PAC), con dos gobiernos seguidos uno del otro, la responsabilidad política fundamental por el escándalo de corrupción que salió a flote este pasado lunes 14 de junio, con las “espectaculares” acciones y detenciones que efectuó el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), a raíz del presunto tráfico de influencias y otorgamiento de sobornos por parte de las mega-empresas constructoras MECO y H Solís; indicando el máximo jerarca policial, don Wálter Espinoza Espinoza, que se podría estar hablando de un “desvío” de dineros por el orden de, al menos, 78 mil millones de colones.
El CONAVI sufre el más duro golpe a su credibilidad y a su transparencia y bien podría indicarse que ha quedado “listo” para su liquidación institucional. Entendemos, aunque nunca fue claro, que las “hermanitas perversas” del CONAVI, según lo planteara el hoy expresidente de la República, Luis Guillermo Solís Rivera, lo son el Consejo de Transporte Público (CTP) y el Consejo de Seguridad Vial (COSEVI).
Sobre el CTP, desde hace tiempo, pesan graves cuestionamientos, especialmente porque se considera que el empresariado autobusero del país ejerce una gran influencia política en su seno, contrastando con la situación de total indefensión que tienen las personas usuarias de los servicios públicos modalidad autobús.
Lo que aflora con gran potencia, aunque estemos a primeras horas del destape del escándalo con licitaciones para construcción de grandes obras viales, es la imperiosa necesidad de una revisión estructural del modelo de concesión de obra pública; el ejercicio ciudadano de una gran auditoría sobre los miles y miles y miles de millones de colones de fondos estatales que las mega-empresas constructoras cuestionadas han recibido durante un período de 20 años, a partir del año 2002, al menos; la naturaleza de los controles y de las autorizaciones de parte de la Contraloría General de la República (CGR); entre otros aspectos con la privatización de la construcción de infraestructura vial.
Y no hay duda de que, si del CONAVI se trata, sus “hermanitas perversas” merecen un profundo abordaje auscultador, también. Porque vale preguntarse, en qué medida en ellas se ha dado una desnaturalización perversa de su finalidad objetiva de servicio público para dar paso a, por una parte, al desarrollo de ente “facilitador” de lucro mercantil privado, en esencia; y, por otra, cuántas prácticas indebidas, por no decir corruptas, podrían estarse manifestando en las narices de la propia ciudadanía y de sus altos responsables políticos.
El señor Expresidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera, constatamos hoy, se equivocó de cabo a rabo, cuando habló de “no repetir nunca más los horrores de la Trocha fronteriza”. Con lo del CONAVI tales horrores se superaron cualitativa y cuantitativamente en grado sumo.