“El experimento neoliberal -impuestos más bajos para los ricos, desregulación de los mercados laboral y de productos, financiarización y globalización-, ha sido un fracaso espectacular”.
Esta contundente afirmación es del señor Joseph E. Stiglitz, destacado economista estadounidense, Premio Nobel de Economía, incluida en su más reciente artículo Después del neoliberalismo,
En Costa Rica, ¡también! El neoliberalismo ha sido un fracaso espectacular.
Es tal la cantidad de costarricenses que están sufriendo en estos momentos que no deja de pensar uno en que llegó la hora del ajuste de cuentas ciudadano con unas políticas económicas diametralmente opuestas a valores tan intrínsecos a nuestra forma de ser costarricenses como la promoción del bien común, como la inclusión social, como las políticas contra la desigualdad, como la promoción de oportunidades.
Esto debemos estarlo señalando en todo momento, especialmente a pocos días de la entrada en vigencia del más reciente ataque de esas políticas económicas fracasadas: la entrada en vigencia de la monumental injusticia que representa el impuesto al valor agregado (IVA), con su carga de más regresividad y de mayor corrupción. ¿Por qué?
La regresividad es la característica fundamental del actual sistema tributario costarricense: pagan más, proporcionalmente hablando, quienes ganan menos; y los que, teniendo más, debiendo -por tanto-, pagar más, pues no lo hacen del todo, lo burlan, lo evaden, lo esconden fuera del país.
Si ya la corrupción con el ya moribundo impuesto de ventas era gigantesca, pues su evasión y/o robo ha sido astronómica; con el IVA sucederá exactamente lo mismo, o peor, puesto que se habrá de incrementar la acumulación ilegal por todas las formas y triquiñuleas posibles dada la incapacidad gubernativa, intencionalmente política, para no convertir en desafío estratégico el combate frontal a la evasión tributaria en todas sus manifestaciones.
Esta circunstancia es tan sólo un ejemplo del fracaso espectacular del neoliberalismo del cual nos habla el señor Stiglitz; de lo cual tienen mucho que decir, para el caso costarricense, el millón de personas trabajadoras que están en la informalidad y, prácticamente todas al margen de la Seguridad Social, misma ésta que va en camino de una quiebra que ya no se ve tan lejana.
Del fracaso espectacular del neoliberalismo también nos pueden decir mucho los costarricenses de la actividad agrícola y hortícola del país, en vías de extinción y en viaje directo hacia la marginalidad y la exclusión económico-social. El doloroso caso de los tomateros que se hizo público este fin de semana, es más que emblemático.
Del fracaso espectacular del neoliberalismo nos pueden hablar, las miles de personas trabajadoras asalariadas del sector Público, víctimas de un acoso ideológico-político-mediático jamás visto en la historia del país; y que nos pone a pensar, guardando las dimensiones de espacio y de tiempo, en el acoso ideológico-político-mediático que sufrió el pueblo judío antes del Holocausto.
Del fracaso espectacular del neoliberalismo nos pueden hablar, las miles de micro-medianas empresas, agobiadas por un cerco económico cada vez más asfixiante, en un país que había venido teniendo su parque productivo compuesto en hasta un 95 % en este tipo de negocios.
Del fracaso espectacular del neoliberalismo nos puede decir mucho esa juventud desempleada que está dramáticamente indicando que dos de cada tres personas jóvenes desea abandonar el país; o, ese 36 % de compatriotas que está diciendo que si tuviera los recursos suficientes se iría de Costa Rica.
Del fracaso espectacular del neoliberalismo nos pueden hablar las miles de personas trabajadoras y empresariales altamente endeudadas, encadenadas a los extorsivos intereses de usura en tarjetas de crédito, por ejemplo. Intereses de usura que le sacan del bolsillo a la gente, 4 y medio millones de colones, ¡por minuto!, sin que tengamos noción clara del pago de impuestos en las mismas proporciones por parte de los emisores de esas tarjetas.
Del fracaso espectacular del neoliberalismo nos da cuenta la impagable deuda pública del país y del crimen social que significa el pago de sus intereses de usura; fomentándose más endeudamiento que nos conduce a un precipicio de catastróficas consecuencias generadoras de un dolor indescriptible.
Más ejemplos podemos citar acerca del fracaso espectacular del neoliberalismo en Costa Rica. Por eso es que pensamos que ha llegado la hora del ajuste de cuentas ciudadano en la línea que planteamos en un artículo anterior en esta misma publicación, “Del enojo a la articulación para la acción”.
Al menos, éste es nuestro pensamiento ante la profunda indignación que invade a la mayoría de la población costarricense actual.