Por Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
En una reciente entrevista periodística, don André Garnier Kruse, el nuevo “zar” de la reactivación económica del país, le dijo al empresariado que él representa que “tengan confianza porque la situación de inestabilidad económica del país ya superó su etapa más crítica”…; agregando que “yo no diría que la economía está deprimida, pero sí ha bajado el crecimiento. Es un tema muy crítico, tenemos muchos meses ya donde el IMAE viene con una tendencia de decrecimiento…” (Semanario Universidad, 10 de julio de 2019). ¿Entonces?… ¿Qué es esto?
Parece que don André se está contradiciendo él mismo. Si la inestabilidad económica del país ya superó su etapa más crítica y el IMAE (Índice Mensual de Actividad Económica) tiene ya muchos meses con una tendencia de decrecimiento, ¿no está siendo congruente don André con relación a la situación económica del país, si el propio Banco Central de Costa Rica (BCCR) ya está hablando de que la recesión económica está a la vista?
Efectivamente, ha trascendido que la producción en la agricultura tiene ya nueve meses de cifras en rojo; que la construcción ajusta tres meses en reversa; y que la actividad de extracción minera y de canteras lleva ya ocho meses de decrecimiento. Datos revelados por estas fechas provenientes del indicador IMAE que maneja el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
La realidad es más cruda. Más allá de los casos concretos mencionados de estancamiento y de retroceso económico indicados, la perspectiva global no es la mejor. La apuesta única que ha hecho el presente gobierno por una reforma fiscal muy ideologizada parece que, en vez de generar confianza, produce gran incertidumbre y como es más que notorio, el rechazo social de amplias mayorías no va a mermar por más diálogo y buena voluntad que las partes quieran demostrar al respecto.
Entonces, estamos en presencia de una mezcla muy peligrosa: inestabilidad económica e inestabilidad social, a la vez.
La reforma fiscal impuesta ha fracasado y solamente ha servido para hacer daño a quienes menos responsabilidad tienen por el desastre nacional de las cuentas públicas del país. Sin corregir los altísimos niveles de fraude fiscal (especialmente, la evasión y la elusión); y, manteniendo un sistema tributario regresivo con una baja carga impositiva, los especialistas afirman que la economía, ya de por sí poco dinámica, va hacia la recesión. Es esto lo que no parece y no quiere comprender el mandamás ideológico de la economía del país en estos momentos, don André Garnier Kruse.
Por el contrario, a juicio de este señor, el dinamismo de la economía solamente se recuperaría bajando el salario mínimo, reduciendo “cargas sociales” y aumentando la jornada laboral, flexibilizándola. Es decir, centroamericanizar el sistema productivo costarricense.
Además, ideológicamente hablando, sus “seguidores” dentro del propio gobierno del cual él forma parte y quienes le sirven en la Asamblea Legislativa, tramitan iniciativas de ley antidemocráticas como la anulación de libertades sindicales y del derecho constitucional de huelga; amén de las medidas para flexibilizar las normas de despido del empleo público, impulsando la desinstitucionalización total de la prestación de los servicios públicos.
Piensan los especialistas que centran en la promoción de bien común y en el retorno de las políticas públicas para la integración social, el mejor freno al riesgo de recesión económica; ayudaría mucho impulsar iniciativas de ley como el combate a la usura, darle al Banco Central la responsabilidad de promoción del empleo como parte de su actividad estratégica; destinar muchos recursos (que los hay y de sobra), para emprendimientos productivos en zonas rurales, adicionando iniciativas en este marco del desarrollo enfocadas en mujeres y en personas jóvenes.
Definitivamente, parece que una recesión económica de consecuencias sociales graves, encontrará a don André Garnier Kruse mirando para otro lado.