“Sobre el tema de renta mundial, y sobre todo ante las aspiraciones de pasar a formar parte de la OCDE, es pertinente recordar que, siguiendo cifras del Global Financial Integrity, Costa Rica es el país de Centroamérica que reporta un mayor nivel de flujos ilícitos de capitales que derivan de simulación de operaciones vinculadas a tributación internacional y manejo de precios de transferencia, entre otros aspectos, y que conforme un cálculo realizada por Icefi con datos para 2014, implicaría la evasión del Impuesto Sobre la Renta por un equivalente del 6.0% del PIB, unos USD 3.024.0 millones”.
¡Espeluznante! Pero, vamos por partes. La cita que usted acaba de leer procede del documento Costa Rica: Una situación fiscal difícil y potencialmente insostenible, elaborado por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), indicado como Nota de Coyuntura 04-2018, teniendo como fecha de publicación octubre de 2018. Hace un año.
Afortunadamente, los estudios del Icefi nos permiten tener al alcance otra perspectiva del tema fiscal costarricense, diferente a la ideológicamente dominante centrada en el fundamentalismo neoliberal; la cual (como bien sabemos), intoxica a la sociedad mediante las matrices mediáticas hegemónicas que son las que están dictando las políticas públicas preponderantes en la materia en los gobiernos del tripartidismo PLUSC-PAC. Por el contrario, el Icefi tiene su accionar centrado en el fomento de una Política Fiscal para la Democracia y para el Desarrollo.
Nos da mucha seguridad, además, que el Icefi cuente con apoyo del gobierno de Suecia, aunque no le compromete a éste; pero siendo este país uno de los mayores estados con equidad tributaria y justicia redistributiva, los planteamientos del Icefi podríamos decir que están impregnados de contenidos que buscan la inclusión social.
La seriedad de los estudios del Icefi nos permite basarnos en ellos para plantear elementos alternativos de lucha social en la cuestión fiscal. A la vez, nos permite expresar nuestro más profundo sentimiento de preocupación acerca de que la política fiscal de los sectores dominantes continúa apuntando a la concentración de la riqueza, a mantener altos déficit, a fomentar el negocio de la deuda y sus intereses obscenos y a la reducción sustancial del papel del sector Público en la sociedad.
Nos llevan al precipicio fomentando un endeudamiento loco cuando lo procedente es la transformación tributaria estructural pasando por, precisamente, por controlar lo que el Icefi, diplomáticamente denomina “flujos ilícitos de capitales”.
Pensemos por un momento en la monstruosidad de que para el año 2014, esos “flujos ilícitos de capitales”, habrían implicado, como nos dice el Icefi, la evasión del Impuesto Sobre la Renta por un equivalente del 6.0% del PIB, unos USD 3.024.0 millones”.
¡Por Dios Santo! 6 puntos del Producto Interno Bruto (PIB), deja el Estado costarricense de percibir por la circulación en el sistema financiero y en la economía costarricenses del dinero sucio, del dinero producto de la actividad ilegal del crimen organizado en cuanto al perverso negocio del narcotráfico, mediando “simulación de operaciones vinculadas a tributación internacional y manejo de precios de transferencia, entre otros aspectos…”.
¡6 puntos del PIB! Cifra similar al déficit fiscal con el cual siguen atormentando a la gente y sacrificándola en el “altar de la deuda pública” y su obsceno pago de intereses.
Y si esos datos fueron referidos al año 2014, cinco años después, en este 2019 por terminar, la cantidad debe ser muy superior. Si nos atenemos a las noticias diarias de los decomisos de droga, de los pleitos de balas entre pandillas, de los asesinatos por ajustes de cuentas, de la cada vez más creciente cantidad de comunidades penetradas por el narcomenudeo y por el bodegaje de coca, entonces esos “flujos ilícitos de capitales” deben haber crecido.
No tenemos noción de si existe una política pública decididamente dedicada al saneamiento del sistema financiero costarricense de la toxicidad que el mismo presenta producto de esos “flujos ilícitos de capitales”. ¿Será acaso que nuestra clase dominante se ha “acomodado” ya a vivir con los mismos, a incrementar sus rentas negociando con éstos, pero viendo para otro lado? ¡Parece que sí!
Cada vez nos convencemos más de que el fracaso del modelo neoliberal lleva a sus defensores y promotores a cohonestar situaciones tan terribles como las planteadas en el documento del Icefi al cual nos hemos venido refiriendo.
El actual círculo del poder real, el financiero-económico-mediático, así como quienes medran en torno al mismo como sus operadores-ejecutores políticos (en los poderes principales del Estado y sus correspondientes tecnocracias de salarios de lujo), ya no están en capacidad de articular con la ciudadanía, la construcción de una solución integral al grave problema fiscal nacional.
Su cada vez más estrecho margen de gobernabilidad lo pretenden sostener mediante el autoritarismo en Democracia, mediante el totalitarismo hegemónicamente mediático, mediante la criminalización de la protesta social; y, mediante la colusión con esa especie de poder paralelo y alterno, en crecimiento, que es la penetración del dinero sucio del narcotráfico y del crimen organizado en la economía costarricense.