Por: Mainor Anchía Angulo, Seccional ANEP Fuerza Pública, abogado y ex policía.
Hace poco más de un año, fuimos sorprendidos por la noticia que daba cuenta de la muerte de tres integrantes de la Policía de Fronteras, en el sector conocido como el Concho de Pocosol. En aquel momento, no salíamos del asombro, cuando en medios de comunicación electrónica se hacía mención de un audio presuntamente del Ministro de Seguridad, en el cual aseveraba que uno de los uniformados sería el autor responsable de dos homicidios y que posteriormente se habría quitado la vida (no es el mismo que ahora es señalado por el Ministerio Público).
En dicho audio se pudo escuchar lo siguiente:
“De acuerdo al análisis uno de ellos tiene un, el que muere en el Hospital tiene un disparo de contacto en la cabeza al lado derecho, parece que este se auto elimina, porque el arma de él, en apariencia, la utilizaba, ya que los otros dos tienen las armas en el cinto, entonces parece que esta es la que se utiliza, le dispara a los otros dos en la cabeza y el posteriormente se auto elimina, no hay disparos externos todo ocurre dentro de la cabina en apariencia y eso es lo que OIJ nos está dando de momento (…)”.
Sigue llamando poderosamente la atención, que se describiera que “dos de los efectivos tenían sus armas en el cinturón”, porque según se supo uno de ellos no portaba su arma de reglamento, aunque era al que en principio estaban señalando como el homicida, aunado a ello, no conocemos antecedentes de agresión entre uniformados. Todos recordamos el caso de la embajada de Chile, aquella vez la egresión fue dirigida contra personas que en apariencia venían lesionando la dignidad del oficial, el cual luego terminaría por perder el control y cometer los homicidios.
Sobre lo sucedido en el Concho de Pocosol, también se hizo mención de una aparente situación de violencia doméstica, y la atención psicológica que habría recibido uno de los funcionarios, lo cual, al parecer habría sido determinante en los lamentables hechos acaecidos aquel domingo 26 de mayo del 2019.
Le seguiré llamando “el misterio de Crucitas”. La unidad que reporta el incidente, según lo consignado en el libro de novedades indicó lo siguiente: “Se observa una móvil de esa unidad código 2662 volcada en la vía pública, así mismo tres oficiales de la policía de fronteras tirados sobre la vía pública (…), se observa sangre en cantidad considerable”. ¡Nos habían dicho que la agresión se dio en la cabina, y las imágenes de prensa mostraron que uno de los compañeros estaba con medio cuerpo dentro de la cabina!
Sobre el particular, al haber desempeñado la función policial, concatenado con nuestra labor en ANEP, tengo constancia de que nuestros uniformados tienen una gran fortaleza para soportar los gritos de algunos mandos, que en algunos casos reciben tratos altaneros y traslados abusivos. Sumado a lo anterior, tienen capacidad para manejar la presión y el estrés propios de la función policial; que incluye la mayoría de las veces, trabajar en condiciones adversas, en delegaciones insalubres.
Finalmente, siendo que se resuelve sobreseimiento definitivo contra el supuesto autor responsable de dos homicidios (por estar fallecido), toda la responsabilidad vendría a recaer sobre el Estado, así como eventualmente de manera solidaria sobre los funcionarios con poder de decisión, que teniendo conocimiento del riesgo no lo atendieron (lo cual no es nuevo), porque habrían faltado al principio “in vigilando”, así como al deber de buen padre de familia, claramente sigue obviándose que nuestros uniformados son seres humanos con necesidades.
Que difícil resulta decirle al que manda, que está haciendo las cosas mal, pero peor aún, que lo sepa y que no quiera rectificar.
Rafael Angel Rodríguez Contreras. dice:
Lic.Mainor Anchía. Con la resolución del Ministerio Público por la situación de los tres policías fallecidos en el Concho de Pocosol, queda uno como decimos en Osa , MORDIENDO EL FRENO y con más dudas de la cuenta. Opino esto en mi condición de ex policía de la que fue la Guardia Rural .