Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
Plutócratas: “gracias por existir”. Por supuesto que estoy escribiendo ese “gracias por existir” de manera sarcástica, con toda una carga de ironía, hablando de plutocracia como ese selecto grupo de personas, que han acumulado gigantescas e incuantificables riquezas, lo que les ha permitido generar un poder político desmesurado por encima de los sistemas republicanos de las democracias representativas.
Sin embargo, en términos numéricos son un grupo pequeñísimo si lo contrastamos con el conjunto de la sociedad, la cual está constituida por una amplísima variedad de capas, de grupos y de sectores sociales, destacándose los que conforman la clase trabajadora, asalariada o no asalariada que es, por tanto, el segmento mayoritario.
El exagerado poder de la plutocracia, específicamente en sus planos ideológicos, políticos y económicos, va de la mano con un egoísmo inmisericorde, aunado a una avidez por concentración de riqueza sin freno alguno, así como una codicia socialmente criminal. Adicionalmente, en su seno anidan sentimientos de desprecio hacia las personas más pobres, lo que conocemos como aporofobia.
La plutocracia siempre se las ingenia para encontrar personas dispuestas a servir a sus intereses de control social mediando distintas variables de operación política en el seno de las instituciones republicanas de la democracia representativa. El mayor nivel que al respecto logran alcanzar es cuando crean, impulsan, controlan partidos políticos, al alimentar los egos producto de las vanidades humanas.
Al llegar a las esferas de gestión gubernativa al alto nivel del republicanismo institucional, como los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los partidos políticos de la plutocracia gestionan la cosa pública para incrementar su poder, para asegurar y expandir sus negocios, para mantener controlada a la población, evitando al máximo procesos de unión en su seno que, de un modo u otro, pudieran amenazar su poder.
Sin embargo, las plutocracias latinoamericanas (y la costarricense no es la excepción) están llevando a los pueblos de nuestra región a situaciones de completa desesperación. Los más recientes estallidos sociales que se vienen dando, la serie de revueltas populares de los últimos tiempos, el ascenso de opciones político-electorales que desafían el control ideológico-plutocrático es lo que motiva el titular de contenido sarcástico que he escogido para el comentario que usted me está haciendo el honor de leer que es “Plutócratas: ‘gracias por existir’”.
Las plutocracias de la región, al haber convertido a la América Latina en la región más desigual del planeta, han estado abriendo paso a diversas expresiones populares de organización política para disputarles, mínimamente, el control gubernamental temporal, cuando no es el mismo poder real el que entra en escenarios de competencia estratégica.
Las plutocracias de la región, al haber abrazado el extremismo de la política económica de corte ideológico-neoliberal, nos explican procesos políticos en diversos niveles de profundidad, de intensidad, de circunstancias temporales como lo pueden ser (citados de seguido, en orden arbitrario) Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil; Andrés Manuel López Obrador, en México; Rafael Correa Delgado, en Ecuador; Pedro Castillo Terrones, en Perú; Evo Morales Ayma, en Bolivia; Xiomara Castro Sarmiento, en Honduras; Hugo Chávez Frías, en Venezuela; como la sublevación popular en Chile y su repercusión en las elecciones de segunda vuelta de próxima fecha; como la lucha en el marco de la Democracia de la Calle, en Colombia…
Por supuesto que hablar de esto en Costa Rica es profundamente polémico y desata furia, irracional en no pocos casos, cuando nos hemos vuelto completamente contestatarios el desmesurado poder de la plutocracia tica.
Como es lógico suponer, estamos haciendo una descripción del fenómeno actual en nuestra América Latina de la plutocracia neoliberal, aporofóbica, autoritaria-dictatorial, sumamente simplista. Es muchísimo más complejo.
Esperamos en columnas posteriores, dar otros elementos; especialmente, cómo es que vivimos el ascenso de la plutocracia tica al control hegemónico total en los planos político-económico y social-cultural, desde una perspectiva obrera de sindicalismo militante, rebelde y no alineado, como el que estamos defendiendo y practicando; incluso, desde el banquillo de los acusados.