André Garnier Kruse y el salario mínimo

Si alguien tenía alguna duda de la orientación ideológica fundamental de la política económica del actual gobierno del tripartidismo PLUSC-PAC, nada mejor que ponerle mucha atención a las declaraciones de prensa que dio el señor André Garnier Kruse, quien ahora ostenta el cargo oficialmente denominado como Ministro de Coordinación Económica; pero que y según nuestra perspectiva, desde el punto de vista de la actual hegemonía predominante en el seno del actual gobierno Alvarado-Piza, representa un función de comisario político del alto corporativismo empresarial designado por la UCCAEP con tal propósito.

Para el señor André Garnier Kruse, un verdadero superministro, “Costa Rica tiene un salario mínimo muy alto”, lo cual -según él-, se le resta competitividad al país, por lo menos en algunos productos como los de la actividad del agro nacional. Además, aseguró que se deben hacer “algunos cambios en cuanto a las cargas sociales”; y, que nuestro país está entre las naciones “que tienen las cargas impositivas más altas del mundo”. (Entrevista para el Semanario Universidad, 10 de julio de 2019).

Estos tres criterios nos notifican la ruta de carácter estratégico que piensan seguir esos grandes sectores hegemónicamente dominantes, los del poder real en la sociedad costarricense actual. Para quienes hace tiempo venimos denunciando el perverso camino que se le ha impuesto a nuestra Patria de más empobrecimiento, más desigualdad y más concentración de la riqueza, lo que don André Garnier Kruse está indicando, no es nada nuevo.

Lo que sí nos llama la atención, ahora, es ya no únicamente el cinismo político, descarnado y deshumanizado de cómo se plantea; sino que, nos facilita la comprensión cabal de que, efectivamente, el escenario actual es de lucha de clases en el país: ricos contra pobres; los y las de arriba contra los y las de abajo.

La pretensión de los ricos, hegemónicamente controladores del poder real, de que se baje el salario mínimo en un país que, si no es el más caro de la región latinoamericano, está en los primeros lugares al respecto, es algo espeluznante; especialmente porque no solamente ese salario mínimo ha decaído en cuanto a poder adquisitivo, sino que en un alto porcentaje se violenta, no se cumple y no hay forma de que la política pública ataje esta barbaridad, con eficiencia.

Plantear la disminución del salario mínimo no es más que una pretensión macabra de desvalorizar al máximo el valor de la fuerza de trabajo, considerando que, prácticamente, la mitad de la Población Económicamente Activa (PEA), está en la informalidad, en el empleo precario. “Bajemos el salario mínimo, de por sí, sobra gente para contratar que está dispuesta hasta laborar por un plato de comida”: éste podría ser el pensamiento de fondo que podríamos derivar del criterio de don André Garnier Kruse.

Por otra parte, él lanza un ataque al corazón de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), al hablar de bajar “cargas sociales”. En las mentes desalmadas atiborradas de plata, la inversión en salud y en seguridad social es una “carga”; es una concepción reaccionaria en materia de explotación de la mano de obra de manera inmisericorde, que hay que rechazar tajantemente.

En lo que sí se podría pensar con seriedad, en materia de responsabilidades de Seguridad Social y de orden tributario, es en las que son en competerle al micro-pequeño y mediano empresariado del país; de forma tal que la política pública les coadyuve a su observación plena; dándoseles un trato diferenciado pero transfiriéndole a la Caja, por ejemplo, los dineros correspondientemente suplementarios, producto de la captación de esa mega-cantidad de recursos que andan, por la libre,  en la economía, dado que el país no ha procedido a la implementación de una transformación tributaria estructural.

Otra de las afirmaciones formuladas por don André Garnier Kruse (esclarecedoras acerca del proyecto estratégico en desarrollo que se le está imponiendo a la sociedad para, por una parte, acrecentar la acumulación de riqueza en los grupos político-económicos que él representa y para los cuales se gobierna; y, por otra, aumentar la explotación de la clase trabajadora al máximo y arruinar a la arrinconada clase media); es esa de que en nuestro país tiene “una de las cargas impositivas más altas del mundo”. ¡Tremendamente discutible es esta afirmación!

En la publicación electrónica BBC Mundo (https://www.bbc.com/mundo/noticias-47572413), nos encontramos que según datos de la OCDE, para el 2016, Costa Rica estaba colocado en el sétimo lugar de la tabla de países de América Latina en materia de impuestos con relación al Producto Interno Bruto (PIB). Los primeros seis países de la región al respecto y en su orden, eran Cuba, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Nicaragua.

Por otra parte, Costa Rica no aparece entre los diez primeros lugares del planeta en cuanto a tasas impositivas (http://diarioretailsudamericabusiness.com/usa/4927/); pero sí, ¡vergonzoso!, aparecemos en el top ten de los países más desiguales del mundo: en el lugar número 8 (https://es.panampost.com/mamela-fiallo/2018/07/04/latinoamerica-tiene-8-de-los-10-paises-mas-desiguales-del-mundo/).

Como ustedes habrán visto, por la boca muere el pez. Don André Garnier Kruse habló sin pelos en la lengua. La lucha social de estos tiempos es más que justificada, es ética y moralmente correcta. ¡Los y las de abajo tenemos la razón!

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