Una breve reflexión sobre el aborto

Benjamín Sevilla García

Secretario de Juventud / Junta Directiva Nacional ANEP

El aborto provocado, más allá del criterio que cada persona pueda tener al respecto, constituye un tema apasionante para el debate, particularmente en el estadio de la discusión jurídico penal. Es posible que el interés que suscita dicho tema guarde relación con el concepto que se tenga de vida: como valor superior absoluto o, como un bien jurídico sujeto a valoración. En el primer caso, la vida debe gozar de protección absoluta y en el segundo, la protección permite excepciones ante casos muy calificados.

La protección absoluta de la vida parece no tener sustento en nuestro Código Penal. Quizá los ejemplos más destacados sean, las causas de justificación que se refiere a “aquellas circunstancias que, conforme a la ley, hacen desaparecer la antijuricidad de un acto típico”. Es decir, que cuando hay conflicto entre dos bienes jurídicos, prevalece el más importante. Los casos que tradicionalmente se valoran son: la legítima defensa, estado de necesidad, ejercicio legítimo de un derecho y cumplimiento de un deber.

La figura del aborto provocado se debe valorar con la seriedad que el caso amerita, para determinar con precisión, en cuáles circunstancias se podría justificar su práctica, de acuerdo con el marco normativo del bloque de convencionalidad; y, en cuáles casos, la práctica está prohibida y penada.

La tendencia moderna de ciertos grupos de activistas está orientada hacia la despenalización del aborto libre, aludiendo, entre otras razones, a la libertad que tiene la mujer para elegir sobre su propio cuerpo. Por otra parte, grupos religiosos y activistas opuestos, objetan la práctica por considerarla un grave delito de homicidio que debe ser castigado con la pena correspondiente.

En cualquiera de los casos, la discusión se torna interesante porque influye directamente sobre la política criminal y ésta a su vez, incide en el Derecho penal.

El análisis que se hace del aborto provocado resiste otras discusiones que vale la pena estudiar como son, vida independiente y vida dependiente; momento a partir del que se tutela la vida; eliminación o interrupción del embarazo; caso calificados como el de riesgo para la madre; y, el propio concepto de persona, en el marco de un Derecho penal de ciudadanos o bien, en el marco de un Derecho penal de enemigos.

Algunos autores, como Jesús María Silva Sánchez mencionan que las verdaderas no personas del Derecho penal moderno son los absolutamente excluidos, esos que en el Derecho penal son tratados como animales o cosas, circunstancias que concurren de modo esencial en el ser humano concebido y no nacido (dependientes como enemigos). Se habla aquí de esos seres humanos que también son valorados como “fuentes de riesgo”. “El aborto provocado es, pues, la destrucción de la vida del concebido y no nacido que, siendo indeseado, es percibido como una carga, o fuente de displacer”. Sin embargo, esto aplica para aquellos casos en los que el aborto es realizado por un aspecto voluntario o de placer, sin que medien circunstancias de justificación válidas.

Es importante señalar que, si se despenalizan ciertos abortos o, mejor dicho, si la ley expresamente indica cuáles abortos no son punibles y se supera la discusión respecto de los casos que médicamente justifican la conducta, no se debería hablar de la exclusión del concebido no nacido. No ocurre lo mismo en aquellos casos en los que la norma trata de establecer, para la práctica libre del aborto, a partir de cuántos días o semanas es un embrión, una persona, etc. En este segundo caso, es más que obvio que lo que se trata de desarrollar es un Derecho penal de enemigos, personas que son excluidas porque no se les reconoce como tales.

En todo caso, lo que no se debe permitir en un Estado de Derecho es que, se dé una deliberada exclusión de seres humanos de su condición de persona, que no se observe a los no nacidos o “indeseados” como enemigos, sino como personas frágiles que requieren la tutela de sus derechos. Pero, no se puede caer en los extremos de negar toda posibilidad de aborto cuando ello sea requerido por el comprobado riesgo que corre la vida de la madre.

No es posible que, por el temor a sacrificar bienes y libertades, como dinero y movilidad, las personas consientes decidan terminar con la existencia de un ser humano, tampoco es de recibo alegar que la libertad está por encima del valor de la vida, como una estrategia para justificar el aborto con base en la libertad que la mujer tiene para disponer de su propio cuerpo.

En Costa Rica el aborto impune (algunos lo llaman terapéutico) se da por disposición legal en el artículo 121 del Código Penal, cuando la vida o la salud de la madre corra peligro. Sin embargo, se considera que el concepto de salud que recoge la norma es un concepto jurídico indeterminado, va a depender de lo que un médico interprete por salud, dejando la práctica del aborto a criterio de dicho médico. Por ello, se alega que es importante una norma técnica que aclare desde las ciencias médicas cómo debe comprenderse.

Quienes están de acuerdo con la “Norma Técnica” indican que se trata de unificar un criterio científico y necesario, del concepto de salud al que los médicos deberán atender sin objeción alguna. Las personas que se oponen a ella, alegan que lo que se busca es abrir portillos para permitir la práctica del aborto libre, o la ampliación de supuestos bajo los que se permitiría, sin mayores restricciones, la práctica.

El aborto es un tema polémico, aún en las sociedades más progresistas y avanzadas, ha generado discusiones serias. Lo que no se debe permitir es que, se deje de atender otros temas que son sumamente importantes y que toda la discusión gire en torno al aborto. Sería vergonzoso que un asunto tan sensible sea utilizado para distraer la atención y generar cortinas de humo.

Tiempos de rebeldía

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

La aprobación-imposición de ley del combo fiscal-No. 9635 (Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas), hace ya poco más de un año, puede considerarse como el quiebre de la institucionalidad republicana establecida desde que entró en vigencia la Constitución Política actual, el 7 de noviembre de 1949. Un “parteaguas” desde la fundación de la Segunda República y la apertura hacia el establecimiento del Estado neoliberal total. Eso está generando diversos tipos de rebeldías que, para los ampliamente sectores del cívico-patriotismo nacional, debemos celebrar y conjuntar.


La decisión de Corte Plena de rebelarse contra el dictado imperial de la Contraloría General de la República, pretendiendo esta pisotear la soberanía constitucional de aquel y obligándole a aplicar una reconfiguración estructural de su modelo salarial, en contravención al principio de irretroactividad de la ley, expresa una consecuencia directa de ese quiebre de la institucionalidad republicana que la ley 9635 generó.
El punto correcto del problema es este, no el de si hay un plus salarial que debe ser transformado. ¡Es el imperio de la Constitución lo que está en juego! La Contraloría juega con fuego. Definitivamente, estamos en tiempos de rebeldía.

Por otra parte, la derogatoria de facto que hizo esa ley 9635 de la histórica autonomía constitucional del régimen municipal representó otro quebranto de la institucionalidad republicana heredada de la Segunda República. Ya hay otra manifestación de rebeldía expresada, en este caso, en sede constitucional por parte de una gran cantidad de las actuales alcaldías y concejos. Próximamente, esa rebeldía municipal, en perspectiva obrero-laboral, deberá expresarse en las calles y en ello ya estamos trabajando. Definitivamente, estamos en tiempos de rebeldía.


Con todas las discrepancias que podamos tener acerca de la cuestión salarial de la alta academia universitaria pública del país, la academia de lujo; e, incluso, discrepancias sobre el comportamiento de su actual cúpula dirigente por darle la espalda a la gente en los momentos críticos de la aprobación-imposición de esa detestada legislación, al hacer prevalecer un cálculo partidista-corporativo; lo real es que hoy las universidades estatales están rebeladas contra la grave lesión que a su autonomía constitucional representó esa ley 9635, otro quiebre a la institucionalidad heredada de 1949. Definitivamente, estamos en tiempos de rebeldía.


El 22 de marzo de 2019, presentamos (ejecutando nuestro acto de rebeldía obrera) ante la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, una acción de inconstitucionalidad en defensa de los derechos adquiridos de buena fe y de las situaciones jurídicas consolidadas, para proteger la estabilidad socioeconómica y financiera de las miles de familias trabajadoras asalariadas del sector Público, violentadas en tal sentido por la indicada ley que, en nuestro criterio, quebrantó ese principio constitucional de irretroactividad de las leyes (entre otras violaciones al ordenamiento constitucional establecido del 7 de noviembre de 1949). Esperamos que el tribunal constitucional de la República no se haga un “harakiri”.

Definitivamente, estamos en tiempos de rebeldía.
Varios miles de compatriotas dedicados a la producción agropecuaria nacional, agricultores y agricultoras, por ejemplo, sufren hoy las duras consecuencias de un sistema económico que los viene atropellando, de manera sistemática, a lo largo de los últimos gobiernos del hoy tripartidismo gobernante. Están al borde de la ruina económica, pero siguen hoy más burlados que antes en búsqueda de una fuerte política pública que les atienda su crítica situación de endeudamiento; y, aunque reciben ofrecimientos gubernamentales al respecto, son tan burlescos que no les queda más que ejercer una rebeldía activa. De hecho, acaban de lanzar un ultimátum. Definitivamente, estamos en tiempos de rebeldía.
¡Son tiempos de rebeldía! En este 2020 y dada la agenda ideológico-política del gobiernismo tripartidista (PLN-PUSC-PAC), cargada de iniciativas contrarias al bien común y en contra de la reducción de la desigualdad, la apelación a la rebeldía cívica en la lucha social está más que legitimada.

La mayoría parlamentaria actual, misma que está funcionado mecánicamente, está impulsando decisiones y tomando iniciativas ordenadas por las grandes cámaras empresariales, básicamente por el alto corporativismo del “empresauriado” evasor de impuestos, acumulador desenfrenado de riqueza. Esto lo admitió, de manera pública, la señora Paola Vega Rodríguez, actual legisladora de la República e integrante de la fracción parlamentaria del oficialismo gobiernista.

El tal sentido y para “compensar”, el rol de la lucha social bajo criterios de rebeldía cívica es el gran reto que tenemos los sectores populares, sociales, cívicos y sindicales (en este caso, los no afines al gobiernismo oficialista), en este año 2020; de manera tal que, en el marco de la lucha frontal contra la desigualdad creciente, construyamos un polo de poder patriótico que impulse la restauración de, al menos, un sano equilibrio para una convivencia sanamente compartida antes de que lleguemos a un punto de no retorno de consecuencias indescriptibles.

“Malinchismo” sindical

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

Al localizar en la internet al vocablo “malinchismo”, específicamente en el sitio web de la Real Academia Española de la Lengua (RAE),  https://dle.rae.es/malinchismo, leemos la siguiente definición: “Actitud de quien muestra apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio”.

Notemos, al respecto, estos dos enunciados confrontados en la anterior definición: “apego a lo extranjero” vs. “menosprecio de lo propio”.

Aunque no exactamente pudiera calzar, como anillo al dedo, a la circunstancia que de seguido pasamos a comentarles, sí creemos que lo que pasó el pasado 17 de diciembre de 2019, en el seno de la insípida comisión de “negociación” salarial para el sector Público, podría catalogarse como “malinchismo” sindical. ¿Por qué?

A 350 mil personas trabajadoras asalariadas del sector Público se les cambió, abruptamente, las reglas del juego en cuanto a cómo se decide la recuperación del poder adquisitivo del salario, mediando (hasta diciembre pasado), reajustes por costo de vida fijados semestralmente, es decir, dos veces año.

Y aunque tales reajustes semestrales, por lo general, han venido siendo poco sustanciales como para hablar de recuperación real de pérdida del poder adquisitivo; la verdad es que la oportunidad del reajuste semestral daba espacio para cuestionar el proceso de deterioro de la situación socioeconómica familiar en el sector Público y plantear las alternativas, de carácter integral, para abordar este grave problema.

Lastimosamente, con el beneplácito de varias entidades sindicales, presuntamente, esto “¡no va más!… (como suele decir un conocido narrador de futbol).

Las corrientes sindicales Confederación de Trabajadores Rerum Novarum (CTRN), Central del Movimiento de Trabajadores Costarricenses (CMTC) y Central General de Trabajadores (CGT), decidieron optar por el “apego a lo extranjero”, es decir, adoptaron el discurso gobiernista-oficialista, macroeconómico-fiscal de ideología neoliberal, legitimando esa política salarial que culpabiliza a las personas trabajadoras asalariadas del sector Público, por este asunto del llevado y traído déficit fiscal, de ser las responsables del mismo.

Si se analizan bien las declaraciones y proclamas de estas corrientes sindicales en cuanto a los graves perjuicios del neoliberalismo en lo que respecta a las condiciones socioeconómicas de las clases trabajadoras, no fueron consecuentes con las mismas a la hora en que decidieron legitimar con su firma, en convenio con el gobierno de Carlos Alvarado Quesada, un único reajuste salarial anual por costo de vida para todo el sector Público, imponiéndoselo a esas 350 mil familias trabajadoras asalariadas. Sin hablar de la cuestión numérica del pacto salarial que firmaron.

Es decir, hicieron un “menosprecio de lo propio”, de su propio pensamiento sindical y social, adoptando la visión “extranjera” de la cuestión macrofiscal, que es la del neoliberalismo. A esto es lo que llamamos “malinchismo” sindical.

Particularmente es de resaltar que ese “malinchismo” sindical es más grave aún en el caso de las  las corrientes Rerum Novarum y CMTC,  pues ambas pertenecen a y comulgan con los postulados de su entidad sindical matriz a nivel continental, como lo es la Confederación Sindical de Trabajadores y de Trabajadoras de las Américas (CSA), de notable posición crítica al neoliberalismo y por sus acertados planteamientos a favor de nuevas políticas de combate a la tormentosa desigualdad en nuestra región americana que, precisamente, está catalogada como las desigualdad del planeta; lo cual incluye otra política fiscal radicalmente distinta a la que fue legitimada por estos grupos sindicales en el “acuerdo” del 17 de diciembre de 2019.

Las personas dirigentes-firmantes y legitimadoras de tal “acuerdo” siguen sin dar la cara. La condena obrera a su desleal proceder debe ser constante. En los tiempos de la desigualdad, lo que corresponde es la rebeldía al sometimiento del empobrecimiento y de la exclusión social y económica. Argumentos sobran. Lo inaceptable es que desde “la acera de los mismos” le demos a los de la otra acera, la legitimación que han venido perdiendo, precisamente, por el grave ataque a las personas trabajadoras que, presuntamente, estamos representando.

Don Mario Rojas, de la CTRN (y del sindicato SEC); don Olman Chinchilla, de la CMTC (y del sindicato Sinconapro, del Consejo Nacional de Producción -CNP-); don Carlos Cabezas, de la CGT (y del sindicato SEPI, del Patronato Nacional de la Infancia -PANI-); y, don Mario Rodríguez, también de la CGT (y del sindicato SITRAA, de Acueductos y Alcantarillados -A y A-), deben más que una explicación.

Municipalidades insumisas

Por: Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

Hemos venido sosteniendo la tesis de que en nuestro país está en desarrollo la instauración de un sistema de corte autoritario-totalitario en el ejercicio del poder político-gubernativo, marcado con especial énfasis a partir de la aprobación, más bien, imposición, de la detestada Ley de la República No. 9635, mal llamada Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, popularmente conocida como combo fiscal.

Somos del criterio de que tal legislación, a un año de la férrea lucha social ejercida por los sindicatos en su contra, muestra todas sus carencias, su inefectividad, sus injusticias; y, lo que es más grave, sus roces y violaciones constitucionales.

En este último ámbito, el de haber atentado contra los principales postulados de la Constitución Política de 1949, que resalta la creciente reacción observada en las últimas semanas por parte de autoridades institucionales municipales, las cuales se han manifestado en contra de tal legislación por haber esta violentado la Carta Magna en cuanto a la autonomía constitucional del régimen municipal.

Nos sentimos muy satisfechos de que nuestro insistente clamor de denuncia al respecto (iniciado desde el mismo momento en que se dio cuenta pública de los alcances de la tramitación parlamentaria de tan nefasta iniciativa), ya tiene enorme eco.

Ha sido provechoso nuestro transitar por una importante cantidad de concejos municipales, a lo largo y ancho del país, pues suman ya varias acciones de inconstitucionalidad interpuestas en favor de que retorne la soberanía de los gobiernos locales a sus legítimas autoridades electas popularmente: alcaldías y concejos.

Como bien sabemos, la lógica política dominante de quienes se inspiran en el neoliberalismo para el disciplinamiento de la sociedad, según su visión totalitaria de la esta, es la imposición. Efectivamente, los neoliberales no negocian, ¡imponen!

Eso fue lo que pasó con la autonomía constitucional del régimen municipal, cercenada por la ley 9635, cuando lo que correspondía era haber procedido a eliminarla siguiendo los procedimientos de modificación constitucional, establecidos por la misma carta magna; si lo pretendido era someter a los gobiernos locales a los ajustes fiscalistas de la tecnocracia político-neoliberal, hoy en control abierto y descarado más que nunca antes de las políticas económicas del país.

Por eso hay que festejar que la municipalidad más grande del país, la de San José, por intermediación de su actual alcaldía, haya acudido a la sede constitucional para la devolución al sistema municipal de la autonomía autoritariamente cercenada por la detestada legislación 9635.

Al mismo tiempo, justo es destacar que fue la de Alajuela la que inició la cadena en desarrollo de municipalidades insumisas que están tocando las puertas de la Sala Cuarta, en abierta rebeldía a las imposiciones del Ministerio de Hacienda de convertir a los 82 gobiernos locales del país en corresponsalías de una política fiscal destinada a perjudicar a las grandes mayorías del país; beneficiando a los sectores financiero-bancarios y a quienes ganan con el déficit fiscal y con los intereses del pago de la exorbitante deuda pública del país.

La lista de las municipalidades insumisas rebeladas contra la inconstitucional Ley 9635 incluye a las de Goicoechea, Tilarán, Buenos Aires, Esparza, Zarcero, Aserrí, Santa Bárbara, Garabito, Paraíso, Santo Domingo, dato que aún no estaba actualizado al momento de escribir este artículo.

Adicionalmente, el clamor por la democracia lesionada y vulnerada en cuanto a la autonomía de las municipalidades con respecto al Gobierno Central y al pretendido totalitarismo fiscalista hacendario está en el mismo seno del Parlamento, con dos iniciativas de ley.

Una de ellas, impulsada con gran apoyo obrero de la familia laboral costarricense: el expediente legislativo No. 21.430, precisamente denominado Ley para el Fortalecimiento de la Autonomía Constitucional del Régimen Municipal.

El otro expediente legislativo en la misma línea es el 21.949, salido del seno de la fracción parlamentaria liberacionista (como si fuera la expresión de una especie de “mea culpa” por haber cohonestado esta el ataque más mortífero de toda la historia del régimen municipal costarricense, efectuado al aprobarse la ley del combo fiscal); proyecto de ley para que las municipalidades y los concejos de distritos queden fuera del ámbito de la aplicación de la regla fiscal contenida en esa ley 9635.

A las puertas de las elecciones municipales de febrero entrante, al menos, ambas iniciativas de ley (ojalá fundidas en una sola), deberían estar aprobadas por la actual Asamblea Legislativa; retornándose de esta forma la soberanía gubernativa de las municipalidades a fin de que estas, en un escenario social de alta polarización y de desigualdad, pudieran asumir nuevos retos y desafíos de integración social.

La municipalidad es el Gobierno más cercano a la gente. En momentos en que la ciudadanía ha llegado a niveles insólitos de hartazgo con relación a su clase política tradicional, los gobiernos locales parecen destinados a devolver la confianza, en el propio seno de la comunidad, en la efectividad de la acción gubernativa de sus alcaldes y concejales, lo cual resulta imprescindible para salvar a la Democracia misma. ¡Enhorabuena por las municipalidades insumisas!

*Secretario General Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)

Hacia un sindicalismo que supere el gremialismo corporativista

La llegada del nuevo año 2020 y el inicio de la tercera década del Siglo XXI; es más, en la proximidad de la celebración de los 200 años de la independencia política del país con respecto a España, el Bicentenario; da pie para compartir con quienes nos dan el gran honor de leer esta columna, algunas impresiones nuestras con relación al futuro inmediato y mediato del sindicalismo costarricense.

Partimos, para tal efecto, de nuestro planteamiento anterior en cuanto a que en Costa Rica no existe un movimiento sindical en el amplio concepto del término: ni en lo filosófico-ideológico ni en lo político-social. Tan solo, una especie de archipiélago de sindicatos, con procesos unitarios casuales-coyunturales, pero no estructurales.

Aunque en algunos casos hay contenidos programáticos y postulados diversos, todos muy valiosos, éstos son subordinados al preponderante factor del gremialismo corporativista que marca el accionar cotidiano de los sindicatos; quedándose esos contenidos y esos postulados tan sólo para declaraciones políticas, muy “bonitas”, en los planos nacional e internacional.

Si consideramos que en la corriente sindical en la cual desarrollamos nuestra actividad, esa circunstancia no nos ha sido ajena; creemos que es perentorio apostar por trascenderla y propiciar al máximo, una concatenación entre el discurso y la práctica; de modo tal que sea el interés obrero-social que decimos defender el que marque nuestras decisiones a todo nivel; y no el interés de firmar un acuerdo con las instancias del poder para que éstas nos certifiquen que estamos “vigentes” en el plano de la cancha de la institucionalidad democrática donde nos toca jugar, de manera lastimera, en no pocas ocasiones, sin el menor asomo de dignidad.

La más reciente fijación de incremento salarial por costo de vida valedera para el sector Público, impuesta con beneplácito sindical en diciembre anterior, fue un nuevo episodio en esta lamentable circunstancia de ese sindicalismo de alto sesgo gremialista-corporativista.

Si no es ese sindicalismo de corte gremialista-corporativista lo que ya no estaría a la altura de los acontecimientos en la sociedad de la desigualdad de hoy en día, entonces, ¿cuál es la alternativa?

Nuestra apuesta está centrada en la posibilidad de una acción sindical que,   sin dejar de lado su naturaleza esencial de corte corporativista gremial, asuma posiciones políticas fuertes para articular agendas multisectoriales y para propiciar un polo de contrapoder; mediando propuesta, vocación negociadora real (de respeto y respetable), sin renunciar a la movilización cívica y pacífica; para confrontar en amplio sentido y vías, las políticas de la preponderante clase tradicional en el gobierno y en el poder que no está interesada ni en el bien común ni en la inclusión social.

Al respecto, consideramos lo siguiente, dentro de varias afirmaciones que, por supuesto, no son todas ni son las únicas posibles en un debate cívico al respecto. Veamos las siguientes tres:

UNO: La clase hegemónicamente dominante, apoyada en sus latifundios mediáticos practicantes del periodismo de odio, tiene el control absoluto de los partidos Liberación, Unidad y PAC. La gestión político-ejecutiva y legislativa que sus respectivos gobiernos han venido realizando, para nada pone en riesgo el control real del poder que ejerce esa clase. Por el contrario, han decidido exterminar la posibilidad del desafío organizado desde los sectores populares.

DOS: Prácticamente, de parte de tales partidos no existe una opción que le genere confianza plena a la gente que está sufriendo la exclusión social y económica en sus múltiples manifestaciones. Por otra parte, los partidos evangélicos tienen una agenda económica prácticamente afín a la de la clase hegemónicamente dominante. Y los partidos que presumen de una proclividad socialdemócrata consecuente, tirando hacia la izquierda, han desperdiciado las oportunidades recibidas por parte de un electorado que les apostó todavía soñando en algo distinto.

TRES: La deuda social y económica se ha acrecentado, tanto como se ha acrecentado la concentración de la riqueza, la deuda pública, el déficit fiscal y el endeudamiento personal. El detestado combo fiscal no funcionó, tan sólo para sacarle más plata a los que menos tienen.  No menos notable es el crecimiento del enojo, la frustración, la impotencia, la indignación; sin embargo, esto no adquiere, todavía, mayores niveles de expresión contundente y desafiante.

En las bases de los sindicatos y de las diferentes corrientes que les agrupan, hay una gran comunidad de visión sobre el estado actual de nuestra sociedad y de nuestra Democracia. Las directivas, las dirigencias y los liderazgos de tales organizaciones con las excepciones de rigor, han venido bloqueando esas potencialidades de articulación desde las bases.

El modelo sindical tico, caracterizado por el verticalismo, la jerarquización y hasta por el machismo, se convirtió en un muro de contención para el desarrollo de la expresión popular desafiante de este orden socioeconómico y excluyente. Este muro debe romperse.

Nosotros mismos somos portadores y promotores de tales circunstancias que, repetimos, ya no están a la altura de un desafío sindical en las nuevas condiciones de espacio y de tiempo que acaban de comenzar. Vamos a ver si podemos redimensionarnos nosotros mismos y apuntalar el cambio que creemos necesario. Haremos lo propio.

Es ésta la gigantesca tarea que nosotros mismos hemos querido asumir para la actual circunstancia sociohistórica y económico-social de nuestra Patria: construcción de ese gran contra-poder cívico-social con aporte sindical; con una agenda de fuertes medidas de inclusión social y económica, bloqueadoras del crecimiento de la desigualdad, pero factibles de imponerse, precisamente a ese contra-poder de constatación real.

Aquí no se agota el tema y le lanzo como una provocación al debate en el seno del archipiélago sindical tico y para el mundo ciudadano que, pese a todos nuestros defectos, pleitos y problemas, tiene la fuerte convicción de que “no hay democracia que se precie de serlo sin sindicatos; y sin sindicatos no hay democracia”.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos…!

Por: Albino Vargas Barrante, Secretario General de la ANEP

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos! Efectivamente, nos resistimos a ser sometidos a un orden económico que pretende la instauración en nuestra sociedad democrática de un sistema político de corte autoritario-totalitario. No creemos que la Democracia deba ser reducida a una mera formalidad electorera cuatrienal, como ha venido ocurriendo en los últimos tiempos, al punto de dejar al desnudo estafas políticas recurrentes, pues a la gente se le toma el pelo, considerando la distancia entre lo prometido en campaña y lo ejecutado en la acción gubernativa concreta.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos! Efectivamente, logramos posicionar, con fuerte asidero argumental, que el déficit fiscal no se debe a los salarios que devengan las personas trabajadoras del empleo público, ni aún en los casos de sueldos considerados abusivos (como los hay), pues constituyen situaciones de excepción que pueden ser corregidas. Hoy, esta tesis es reconocida por todos los detractores del empleo público, con razones ideológicas para serlo o desde perspectivas demagógico-mediáticas cargadas de odio.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos! Efectivamente, pues tenemos cualquier cantidad de años, meses y semanas insistiendo mil unas veces más en que la evasión fiscal y la elusión tributarias no son ejercidas por las personas trabajadoras de los sectores privado y público; sino que, por el contrario, están en conglomerados corporativos altamente beneficiados con amnistías, al punto de que nosotros acuñamos desde nuestras filas de la lucha social, el término “empresaurio”: conjunción de los términos sustantivos empresario y dinosaurio, para emblematizar el gran daño que le hacen a la sociedad las personas de negocios que le roban impuestos a esta.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos! Efectivamente, nos hemos atrevido a formular propuestas de políticas públicas que van en la dirección contraria a las de corte neoliberal, pues estas son de profundo contenido concentrador de riqueza, extensión de la pobreza, pauperización de las capas medias y de reversión de conquistas obrero-sociales logradas por generaciones anteriores a la nuestra, que siempre procuraron el bien común y la integración social.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos…! Haber asumido una posición crítica de cara a ciertas matrices mediáticas dominantes, mismas que, sin haber sido elegidas para gobernar, pretenden dirigir las políticas públicas desde estudios de televisión y desde salas de redacción; ejerciendo una acción periodística sin equilibrios, totalmente subjetivizada, editorializando la nota noticiosa, manipulando gravemente a la sociedad para que esta se confronte a sí misma, causando divisiones perversas para la misma supervivencia del sistema democrático.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos…! Efectivamente, nos hemos atrevido a levantar las banderas cuestionadoras de una deuda pública imposible de pagar y del cobro abusivo de intereses que la misma obliga a la sociedad, especialmente la de corte trabajador; llegándose al punto de que nuestros detractores mediáticos ya están haciendo cálculos de la exacción que la misma implica por segundo, por minuto, por hora, por día, por semana, por mes…; tal y como nosotros lo veníamos señalando desde hacía tiempo atrás. Solo falta que ahora nos “sigan” indicando la urgente necesidad de una auditoría ciudadana de la deuda pública, como lo venimos planteando, junto a una comunidad de costarricenses preocupadísimos porque esto va a llevarnos a tormentos como sociedad que nadie todavía se imagina de su naturaleza intrínsecamente perversa.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos…! Efectivamente, nos salimos del molde clásico de la acción sindical reivindicativo-gremial, para acercarnos a otros sectores de la sociedad que sienten la amenaza de la exclusión, de la aniquilación, del exterminio; y así, juntos, descubrir las potencialidades de una acción de desafío a un orden en desarrollo destinado a imponerse para beneficio de minorías económicas ávidas de concentrar más riqueza y más poder a expensas de la Democracia misma; descubriendo que juntos somos más y más fuertes y que solamente aspiramos a construir una democracia más real y más verdadera.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos…! Efectivamente, haber logrado demostrar el poder de la Democracia de la Calle, como una forma legítima de hacer política luego que se incluyera el concepto de “participativa” para llevar a la democracia institucional a un nuevo estadio de desarrollo; pues ellos mismos, nuestros acusadores, se han asustado de que la acción cívica de la gente, en movilización pacífica y constante, se encuentra en perspectiva de desafiarles su propio orden que no es de la inclusión social para beneficio de la colectividad y del bien común.

¿Qué es lo que nos cobran? ¡Ser insumisos…! Efectivamente, si hay un precio que pagar, sea cual sea, estamos dispuestos a pagarlo. ¡No nos callarán! La lucha por la real Democracia vale cualquier sacrificio.

* Secretario General Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)

Democracia autoritaria, huelgas y sala cuarta ideológica

Por: Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

La resolución de la Sala Constitucional con relación al Expediente Legislativo No. 21.049, oficialmente llamado Ley para brindar seguridad jurídica a las huelgas y sus procedimientos” (misma que el pueblo conoce como “ley mordaza” o ley-antihuelgas), es clara en reconocer que existe vicio de inconstitucionalidad en el artículo que pretendía la disolución de los sindicatos por la acción individual de los dirigentes y de sus afiliados; lo cual, en nuestro criterio, convierte el proyecto de ley en inconstitucional, toda vez que con solo uno de sus artículos que lo sea, ya el todo, lo es.

Por otro lado, y más grave aún, es el vicio de procedimiento que señala la Sala Constitucional en cuanto a que no se consultó este proyecto a la Corte Plena, dejando en indefensión a uno de los órganos fundamentales de nuestro Estado Social de Derecho, el Poder Judicial.

Y esta omisión no es cosa menor, sino que resulta en un infranqueable requisito que, al no haberse cumplido, le impone una lápida al procedimiento de vía rápida con el que pretendieron aprobar, a golpe de tambor, este nefasto proyecto para la Democracia costarricense, la Libertad de Expresión y los Derechos Humanos.

Este grave error de procedimiento, de no consultar a Corte Plena, según el criterio experto de constitucionalistas, impediría que se pueda pensar siquiera en “algún tipo de procedimiento rápido para subsanar” los vicios detectados por la Sala Constitucional; como manipuladoramente lo ha hecho creer Carlos Ricardo Benavides Jiménez, Presidente de la Asamblea; así como el diputado Pedro Muñoz Fonseca y la legisladora Yorleny León Marchena, tanto como el propio Gobierno de la República, principales impulsores de este proyecto.

Decimos lo anterior porque el criterio experto en materia constitucional indica que este vicio, es uno de los vicios de procedimiento que genera nulidad absoluta. Esta clase de inconstitucionalidad (el no hacer la consulta a Corte Plena), sólo se puede arreglar retrotrayendo el proyecto hasta antes de que naciera dicho vicio.

El tema es que al hacer la consulta a la Corte Plena sobre el proyecto de ley 21.049, ya no se le puede aplicar la vida rápida, por lo cual el procedimiento aplicable debe ser por la vía ordinaria.

Así las cosas, en nuestro criterio, el proyecto queda enterrado y tendría que presentarse uno nuevo, y como lo dijimos por la vía ordinaria, ya que debe ser consultado a Corte Plena. Por lo tanto, no cabría la vía rápida.

Todo lo anterior significa que Carlos Ricardo Benavides Jiménez y todos los que salieron a celebrar la resolución de la Sala Constitucional, se han llevado el más grande “alegrón de burro”.

Sin dejar de lado, que la Sala Constitucional lo que está haciendo con esta resolución, a sabiendas de la inconstitucionalidad del proyecto y del grave vicio de procedimiento, es adelantar criterio sobre los temas que se plantean en el mismo; dejando, además, con ello, a la Corte Plena con la cancha marcada en cuanto a cómo debe opinar sobre los artículos que sí consideró la Sala IV como constitucionales, con lo que se le hace un grave daño a la Democracia y deja de manifiesto una lucha de poder al interior del Poder Judicial.

En todo caso, la resolución de la Sala Constitucional habrá que estudiarla; pero, por ejemplo, resolver que la huelga se puede prohibir en toda la lista de servicios “esenciales” del proyecto, sin matizar que conforme al Derecho Internacional de los Derechos Humanos y del Comité de Libertad Sindical de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay servicios que admiten disminución de labores en lugar de suspensión plena, es una postura rígida inaceptable; porque, además, con su resolución amplió el umbral de servicios esenciales determinados ya por los organismos internacionales.

Pero la discusión sobre el derecho humano a la protesta y a la manifestación, apenas comienza, pues hay un antes y un después del pronunciamiento de los Relatores Expertos de Derechos Humanos del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en cuanto al proyecto que pretende regular las huelgas, puesto que ellos determinaron que existen una serie de violaciones al derecho a huelga y a los derechos humanos, los cuales fueron desconocidos por la Sala Constitucional, inexplicablemente.

Tal situación nos obliga a seguir accionando y denunciando a nivel internacional para que se aplique lo que correctamente indicaron los relatores, lo cual, le guste o no a los enemigos de las organizaciones sindicales, debe ser de acatamiento obligatorio por parte del Estado Costarricense que firmó el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como con otros instrumentos internacionales y principios de Derechos Humanos establecidos.

Cadenas globales de producción y acción sindical internacionalmente solidaria

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

Es muy gratificante dar la siguiente buena nueva al mundo obrero-sindical nacional que lucha por la dignificación plena del trabajo de quienes dan lo mejor de sí, aunque en condiciones muy duras y adversas, en las plantaciones agrícolas de nuestro país, especialmente dedicadas al cultivo del banano y de la piña de exportación, particularmente dirigida a los mercados estadounidenses y de varios países de la Unión Europea (UE).

La corriente sindical en la cual militamos (y para ser consecuentes ética, moral y políticamente con nuestra prédica de abogar, también, por los intereses de la clase trabajadora que labora para el sector privado de la economía), ha venido impulsando fuertes esfuerzos para fundar, promover y desarrollar sindicatos en la indicada e importante área laboral del país.

Para ello, entre otras motivaciones, hemos estado siguiendo el ejemplo de una histórica y muy respetada organización obrera en este campo, el Sindicato de Trabajadores de Plantaciones Agrícolas (SITRAP), que realiza enormes esfuerzos de dignificación laboral en la zona atlántica de nuestro país.

Ahora bien, en el plano global de la mundialización del capital, y considerando su expansión explotadora bajo concepciones neoliberales, estamos teniendo la oportunidad de insertar el tipo de sindicalismo que promovemos en plantaciones bananeras y piñeras, dentro del marco de un proyecto internacional denominado Cadenas Globales de Producción (CGP), o Cadenas de Valor; considerando que estamos de cara a “…estructuras empresariales con forma de largas cadenas cuyos eslabones son empresas, talleres o centros de producción en los que se obtienen, elabora o fabrica una parte del producto final, fragmentando las etapas del producto o servicio”.

Aunque la producción de banano y de piña en suelo costarricense, muestra perfiles y dinámicas diferentes a la producción de la industria textil, lo real es que las empresas transnacionales buscan producir en aquellas áreas geográficas de países que les parezca más “rentables”, considerando que en muchos de estos estados sus respectivos gobiernos “…desean atraer inversión extranjera a base de reducir los derechos laborales y ambientales”.

Las frases entrecomilladas son extraídas de un folleto explicativo del proyecto-proceso de las Cadenas Globales de Producción (CGP), que está desarrollando la Confederación Sindical de Trabajadores y de Trabajadoras de las Américas (CSA), la más grande central de sindicatos de nuestro continente; contándose para ello con el respaldo del más grande e importante conglomerado sindical de Alemania, la DGB (Deutscher Gewerkschaftsbund).

Valga anotar que la CSA, a su vez, está adscrita a la Confederación Sindical Internacional (CSI).

Lo que nos interesa resaltar con este comentario es que la CSA contará, por tres años más (2020, 2021 y 2022), con el apoyo de la DGB para extender y profundizar más el proyecto de Cadenas Globales de Producción (CGP), lo que a fin de cuentas rendirá frutos para elevar la calidad de la organización obrera costarricense en los ámbitos de la producción de la piña y del banano; todo lo cual apunta a darle mayor énfasis a implementar, a plenitud, el concepto de la política de Trabajo Decente que promueve la Organización Internacional del Trabajo (OIT), misma que para el caso de Costa Rica está considerada como política pública oficial.

En realidad, desde la perspectiva de la CSA, que aquí nosotros compartimos, la clase trabajadora latinoamericana y los sindicatos que la representamos tenemos un objetivo común: “acabar con la precariedad, conseguir el trabajo digno y el pleno respeto a los derechos laborales y de la libertad sindical en todas y cada una de las empresas y centros de trabajo del conjunto de las Cadenas Globales de Producción”.

La imperiosa necesidad de fortalecer la Democracia en países como el nuestro pasa por garantizar la plena Libertad Sindical y, precisamente, la promoción de proyectos de solidaridad sindical obrera con carácter internacional-global, como el de las CGP, o Cadenas de Valor, apunta en esa dirección.

Se ha logrado establecer que en el seno de las empresas multinacionales que impulsan el modelo productivo de las CGP, “…existe una serie de conductas tendientes a destruir las organizaciones sindicales y a impedir que se formen nuevas, como, por ejemplo: continuos despidos de dirigentes y activistas sindicales, amenazas a quienes desean afiliarse, intimidaciones, campañas de descrédito e intentos de chantaje y coacción mediante amenaza de cierre o traslado de los centros de trabajo a otra zona franca o país”.

Este proyecto-proceso de las Cadenas Globales de Producción (CGP), es fiel reflejo de la importancia de la solidaridad obrera internacional en el plano sindical. Los colegas sindicalistas de la DGB, de Alemania; así como de las agrupaciones a las cuales nos adscribimos como corriente sindical costarricense, la CSA y la CSI, deben saber que honraremos al máximo nuestros compromisos en tal sentido, en este nuevo período del proyecto-proceso CGP.

Desigualdad: problema de vida o muerte para nuestro tiempo

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

A quien esto escribe le costó leer-pronunciar este nombre: Abhijit Banerjee. Probablemente a usted, quien nos da el gran honor de leer el presente comentario, le pase lo mismo. El señor Abhijit Banerjee es un ciudadano estadounidense nacido en India y le acaban de otorgar el Premio Nobel de Economía correspondiente a este año por concluir, 2019. Por cierto, otro gran ciudadano de origen indú, también economista, ya había ganado dicho galardón, Amartya Sen.

El señor Abhijit Banerjee compartió dicho premio con dos personas más, entre ellas su esposa, Esther Duflo, ciudadana de origen francés. Ambos laboran en el muy reconocido y prestigioso MIT: Instituto Tecnológico de Massachusetts, Estado Unidos. Él es profesor de Economía en esa casa de altos estudios superiores de este país.

Ambos escribieron un libro-estudio, muy galardonado, cuyo nombre en español es “Repensando la pobreza: Un giro radical en la lucha contra la desigualdad”.

Nos referimos en nuestro artículo de hoy a esta pareja por cuanto se les reconoce sus serios estudios de muchos años en torno al problema de la pobreza mundial y cómo aliviar la misma. Dentro de su enfoque en tal sentido, estima el señor Banerjee que las políticas neoliberales destinadas a que los ricos paguen menos impuestos, así como bajarles los que ya tienen, permitirá más inversión en la sociedad, es un mito.

Planteado esto en la Costa Rica de hoy, es una verdadera herejía. O sea, que los ricos paguen más impuestos, que se eleve la carga tributaria por el lado de la progresividad y que, por tanto, haya más dinero en el circuito financiero de los países pues habría más ingresos para más y mejores políticas sociales y de fomento económico inclusivas, es una tesis “inviable” según la hegemonía neoliberal actualmente en el poder y en los gobiernos.

El señor Banerjee y la señora Duflo son parte de esa amplia gama de mentes brillantes que, desde las mismas entrañas del capitalismo neoliberal central, en este caso el de Estados Unidos, vienen preocupadísimos alertando acerca de que la pobreza, si ya era un serio problema, ahora es mucho peor pues ha generado otro en grado superlativo: la desigualdad.

Al leer el sitio digital de noticias, el ahora premiado señor indú-estadounidense Sr. Banerjee responde de manera categórica en cuanto a que la estimulación de la demanda será a partir de subir los impuestos, no recortándolos. Y, además, critica a varios gobiernos de países muy grandes en cuanto a que la han dado incentivos fiscales a los ricos que ya de por sí, dice él, están sentados sobre toneladas de dinero.

Nos dice en esa entrevista para www.portafolio.co lo siguiente: “La creciente brecha de desigualdad en países desarrollados como Estados Unidos ha enfurecido a los ciudadanos y ha contribuido a las tensiones comerciales mundiales que estamos viendo hoy”. ¡Exacto! Las más notables conmociones sociales latinoamericanas del año ya por terminar, así nos lo demuestran.

Adicionalmente, indicó algo impactante desde el punto de vista de la calidad de intelectual que es él y del amplísimo cúmulo de conocimientos que tiene: “Es increíble que, en nombre del crecimiento, se haya permitido que la desigualdad explote hasta este punto”. Es decir, hasta que la revienten en la cara a los gobiernos esos estallidos sociales. Para él, el crecimiento se consigue dando dinero a la gente, no recortando impuestos.

La desigualdad, su sistemático crecimiento, las conmociones sociales que ha generado y que seguirá provocando, la espeluznante circunstancia de que la actual brecha entre ricos y pobres parece la más grande de todos los tiempos; además de que aquellas sociedades que, exitosamente, construyeron clases medias hoy las están destruyendo; repetimos, la desigualdad es ya algo de vida o de muerte en nuestro tiempo. Y parece que, por tanto, el antagonismo crucial de la época presente no es más que la confrontación de esa desigualdad con los derechos humanos fundamentales.

Más ajuste fiscal durante mucho tiempo

Albino Vargas Barrantes, Secretario General Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)

“Más ajuste fiscal durante mucho tiempo” es la cruel sentencia que desde el imperio de los mercados neoliberales nos están dictando, condenándonos a mayores niveles de tormento social y económico para la clase trabajadora y, en general, para las grandes mayorías del pueblo costarricense.

Así lo afirmó el señor Fernando Losada, Director General de Análisis de la firma Oppenheimer & Co. (New York), en entrevista que le hiciera la periodista Gabriela Frías, de la sección de economía y finanzas, Portafolio Global, de la cadena de noticias CNN en Español.

Este durísimo señalamiento, ¡no nos toma por sorpresa! Tenemos una enorme cantidad de tiempo planteando que la hegemonía político-ideológica impuesta por el mismo grupo económico-financiero implantado en la gestión macro-fiscal del país, a lo largo de las últimas administraciones gubernativas (PLN-PUSC-PAC), nos conduce al precipicio.

Espeluznante es el anuncio del citado especialista, ese tipo de “gurú neoliberal” de los mercados financieros globales (que tienen tanta influencia en los sectores banquero-financieros ticos), de que para el próximo año 2020, 11 puntos del Producto Interno Bruto (PIB), serán consumidos por el déficit fiscal y por amortizaciones de deuda.

¡TRES BILLONES OCHOCIENTOS CINCUENTA MIL MILLONES DE COLONES! (3.850.000.000.000), deberá cubrir el pueblo costarricense sacando plata de donde ya no tiene y/o de sus esquilmados bolsillos, para el año que ya se asoma.

¡Se fue Rocío Aguilar Montoya y la situación macro-fiscal y tributaria del país quedó peor de cuando la pusieron en ese cargo el grupo ideológico-político, económico-mediático dominante!

“Costa Rica: una situación fiscal difícil y potencialmente insostenible”, nos apunta, por su parte, el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), fuente nutriente de nuestras apreciaciones macrofiscales con perspectiva socio-sindical, inspiradas en el lema de tan prestigiosa entidad independiente: Por una Política Fiscal para la Democracia y el Desarrollo; entidad que es financiada por instituciones cooperantes de Suecia.

El ICEFI “manifestó su preocupación por el nivel de déficit fiscal planteado para 2020, que según el proyecto de presupuesto alcanzaría 7.8% del PIB, por encima del 5.8% estimado por ICEFI para el cierre de 2019”. ¡Nos llevan al precipicio!

La impagable, para nosotros, deuda pública es una candela de dinamita del más puro TNT: vamos hacia la fatídica cifra de 40 mil millones de dólares. Por eso el ICEFI afirma que la deuda pública tiene rasgos de insostenibilidad.

Para salva la Paz, la estabilidad política hoy sumamente frágil y la Democracia misma, Costa Rica ocupa, por una parte, la más grande gesta de Diálogo Social jamás emprendida antes de que el hundimiento sea irreversible.

Además, particularmente, se ocupa de una Transformación Tributaria Estructural. Actualmente, la carga tributaria es rígida, los resultados del combate a la evasión tributaria son muy pobres, la estructura tributaria no permite el combate a los flujos internacionales de capital (FIC), y la estructura tributaria es regresiva. Así caracteriza el ICEFI la disfuncionalidad impositiva que está calentando la olla de presión social.

Ahora que quienes nos han llevado al desastre económico-fiscal han decido incrementar la acción político-represiva, pretendiendo imponer la ley anti-huelgas, aunque ello implique desdeñar los compromisos obligantes para el país en materia de Derechos Humanos; en ANEP pensamos que se impone la más grande unidad cívico-popular y patriótica para enfrentar el autoritarismo en Democracia, de corte neoliberal, ya en desarrollo en estos momentos. Hacemos un humilde pero vehemente llamado en tal sentido.