Con beneplácito hemos recibido notificación de parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), acerca de que “…, se encuentra en una fase de definición metodológica para la implementación de la nueva base del Índice de Precios al Consumidor (IPC), la cual contempla, la conformación de otra Canasta de Consumo; ello con la idea de iniciar la nueva serie del IPC durante el segundo semestre del caso en curso”.
Así lo afirma la invitación que nos está cursando la oficina de Comunicación y Prensa del INEC, para que participemos en una charla explicativa al respecto, prevista para las 9 de la mañana del próximo 9 de julio de 2015. ¡Enhorabuena!
Ahora que acaba de pasar el proceso de la reciente fijación de reajuste por costo de vida al salario mínimo aplicable al sector privado, de un indigno e injusto 0.94 %, nada más oportuno que este anuncio del INEC de la posibilidad de un nuevo Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Hace tiempo venimos insistiendo en ello y nuestra más reciente denuncia al respecto, la planteamos el pasado domingo 31 de mayo, cuando estábamos en puertas de la, ahora conocida, deplorable fijación del 0.94 %; producto del “matrimonio” entre el Gobierno-Ministro de Trabajo y Seguridad Social y el gremio de los altos consorcios corporativo-empresariales de la UCCAEP, en el seno del Consejo Nacional de Salarios (CNS).
Efectivamente, para el trabajador o para la trabajadora la realidad económica de todos los días se resume en esta expresión: “la plata no alcanza”, como efectivamente está ocurriendo; realidad que se contrapone a la que se nos da con relación a las variaciones en el “añejo” IPC, que hace que el Gobierno diga que, prácticamente “no hay inflación”.
Dos polos opuestos que dramatizan, en el plano de la política salarial, el proceso concentrador de la riqueza que vive el país con el crecimiento sostenido de la desigualdad.
Por eso es que en nuestro ya indicado comunicado del 31 de mayo, expresamos lo siguiente con relación a esta contradicción: “la plata no alcanza vs. no hay inflación”. Veamos.
TERCERO: La persona trabajadora asalariada, especialmente la de ingresos medios y bajos, percibe (en muchos casos de manera dramática), la distancia entre la cifra oficial de inflación semestral por costo de vida, con la realidad financiera del bolsillo y del presupuesto familiar. “La plata no alcanza”, es la frase preferida para definir el deterioro del poder de compra del salario y la disminución de su capacidad adquisitiva. Por ende, es urgente nuevas metodologías de medición del costo de la vida que el gobierno debe implementar, generando una nueva reactualización del Índice de Precios al Consumidor (IPC), a fin de adaptarlo más para una medición más real de lo que ocurre, en verdad, en el seno de la economía familiar de las personas asalariadas.
En verdad, resulta alentador la posibilidad de que podamos tener para la próxima fijación un nuevo IPC. Confiamos en la solidez profesional, en el apego estricto a la ciencia estadística de parte del INEC, así como en la profunda ética de todo su personal, especialmente el equipo profesional-técnico que está trabajando en la formulación de ese nuevo IPC.
Nos parece importante, eso sí, alertar sobre eventuales presiones de gran opacidad y/o intrusiones político-empresariales que pretendan abortar la posibilidad de que tengamos un nuevo IPC, más cercano a la realidad económica de las familias asalariadas de la clase trabajador; pues nuestra expectativa es que tengamos posibilidades científico-técnicas todavía más sólidas de demostrar cómo la precariedad de la actual política salarial del país, en materia de salarios mínimos, sigue empobreciendo en el sector privado de la economía, a su clase trabajadora.