Albino Vargas Barrantes, Secretario General (ANEP)
El candidato impuesto por el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha resultado “electo” a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por un período de 5 años que empezará en octubre próximo, contando para ello con el voto, ignominioso en nuestro criterio, de Costa Rica.
Trump, al imponer su candidato, logró así romper un acuerdo político, no escrito, existente desde la fundación del BID, en cuanto a que éste siempre contaría con una persona en la presidencia de origen latinoamericano. Los anteriores mandatorios de esta entidad financiera continental fueron, Felipe Herrera, de Chile (1960-1971); Antonio Ortiz Mena, de México (1971-1988); Enrique Iglesias, de Uruguay (1988-2005); y Luis Alberto Moreno, de Colombia (2005-2020).
El nuevo presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, es hombre de la total confianza de Trump. Fue su Asistente Adjunto y Director de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca; correspondiéndole fungir como el principal asesor del presidente gringo en temas relacionados con Canadá, América Latina y el Caribe. También fue Director Ejecutivo en la junta directiva del Fondo Monetario Internacional (FMI), representando al gobierno de los Estados Unidos, por demás, el mayor accionista de esta entidad. Otro cargo relevante fue el de Asesor Senior para Asuntos Internacionales en el Departamento del Tesoro estadounidense.
Inicialmente, el gobierno de Costa Rica postuló como candidata a la presidencia del BID a la señora expresidenta de la República, doña Laura Chinchilla Miranda. Su nombre postulado daba continuidad a la tradición política de una persona de la América Latina en la presidencia del BID; pero, además, más que notoria habría sido de enorme relevancia una mujer en tal cargo; aunque conocida su ideología política para nada representaría, ni siquiera remedos de ruptura, en las líneas políticas fundamentales del banco.
“Sorpresivamente”, tiempo después doña Laura desiste de su candidatura y el gobierno tico la retira, considerando (según se dice), la fuerte presión del gobierno de Donald Trump; luego de que Argentina retirara la suya, en la persona del señor Gustavo Beliz.
Lo que nos interesa destacar en este comentario es lo siguiente:
1) Nunca fue sólidamente consistente el apoyo político del gobierno de Carlos Alvarado Quesada para con la postulación de la señora Laura Chinchilla Miranda. Es decir, prefirieron prosternarse ante la orden estadounidense de dejar “limpia la cancha” al señor Mauricio Claver-Carone.
2) El gobierno gringo reclamó al tico, “le cobró la factura” (como decimos popularmente por acá), que había apoyado al ahora exministro del Ambiente costarricense, Carlos Manuel Rodríguez Echeverría, para que éste ocupara el alto cargo de Director del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés), un cargo al cual no se accede fácilmente sin el apoyo de Estados Unidos. Y, por tanto, dado ese apoyo a don Carlos Manuel, Costa Rica no tenía otra que apoyar al señor Claver-Carone.
3) Podemos suponer, por tanto, que hubo una especie de pacto, de trueque político entre los gobiernos de Alvarado y de Trump; pacto que pudo ponerse en riesgo con la candidatura costarricense de Laura Chinchilla Miranda. Es decir, el gobierno de Trump pudo haberle dicho al de Alvarado algo así como: “mirá, recordá que tenés que apoyar a Mauricio porque yo te apoyé a Carlos Manuel”.
4) La naturaleza del pacto, o el carácter irrefutable de la prosternación del gobierno de Alvarado, es que su gobierno no tuvo la más mínima porción de dignidad, por un lado; y, por otro, ni el más mínimo asomo de lealtad para con la disposición política de la exmandataria tica de poner a jugar su nombre. ¿Por qué lo uno y por qué lo otro? Porque votó, descaradamente, por el candidato de Trump y no se abstuvo, como sí lo hicieron otros 16 gobiernos con pertenencia al BID (entre ellos, México, Chile, Perú, Trinidad y Tobago, más los de la Unión Europea -UE-), mismos que, aunque nada abundantes en cuando a posiciones político-soberanistas y nacionalistas, sí les molestó la soberbia y la prepotencia del “trumpismo” al imponer a Mauricio Claver-Carone.
5) La geopolítica jugó en todo esto, indudablemente. Trump está desesperado por el avance de China hacia lo que ya se estima será su primerísimo lugar como potencia del planeta. Es más que notoria la presencia de China en América Latina. Los gringos necesitan retomar el control de la región latinoamericana y, por tanto, el control del BID les da una poderosa herramienta para el chantaje extorsivo en materia de créditos y de financiamiento a nuestros países, frenando así, creen ellos, el avance chino en Latinoamérica. Eso está por verse.
Concluimos en que estamos de cara a uno de los episodios más ignominiosos de la política exterior costarricense, la cual en los gobiernos PAC ha tenido uno de sus períodos históricos más vergonzantes.
Paradójicamente, este artículo se está publicando este día 15 de setiembre de 2020, exactamente en el 199 aniversario de la independencia política de Costa Rica con respecto a España. El episodio ignominioso que acabamos de comentar nos habla de otras independencias pendientes.