La aprobación del TLC en el senado estadounidense

La situación en Costa Rica es radicalmente distinta. Para quienes adversamos ese TLC, se juega en nuestro país lo poco que queda de eficiente y bueno del todavía existente Estado Social de Derecho; dentro de lo cual destaca la circunstancia de que los más rentables bienes de propiedad pública que todavía quedan en manos de los y de las costarricenses, sigan siendo servicios, derechos públicos, conceptuados para el bien común.

En Costa Rica, afortunadamente, habemos miles de costarricenses, hombres y mujeres de los más disímiles estratos sociales y de las más dispares posiciones políticas, que no respiramos por los pulmones de los Estados Unidos; que sentimos profundamente el significado de haber nacido en este país y que no comulgamos con extremismos ideológicos como el que marca profundamente ese TLC: el neoliberalismo.

Tres errores estratégicos y fundamentales se dieron en el caso costarricense, con la “negociación” de ese TLC:

1- Un proceso carente de transparencia, amañado, impregnado de una única visión ideológica, de signo extremista, sobre el futuro del país; proceso que se dio sin una participación democrática plena y amplia.

2- Un proceso que nos “centroamericanizó”, poniéndonos al nivel de países como Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, cuyos estándares sociales, laborales y ambientales son radicalmente distintos al nuestro; sin hablar de los enormes rezagos económicos que presentan sus sociedades, polarizadas completamente por la concentración de la riqueza.

3- Un proceso que fue desnaturalizado de su esencia comercial, para “resolverle” a la alianza de negocios PLUSC y el bloque de poder económico que la sustenta, su gran problema “pendiente” del ajuste estructural en Costa Rica: las grandes privatizaciones (ICE, INS, CCSS, A y A, entre otras); privatizaciones que el pueblo ha adversado de múltiples formas todos estos años.

Estos elementos, junto a otros tan relevantes como los indicados, son ejes fundamentales del trabajo de concientización que, desde hace meses, se realiza en las bases del pueblo costarricense para enfrentar la coyuntura del TLC en el momento en que la realidad de este país así lo indique.

Adicionalmente a lo anterior, la resistencia al TLC en Costa Rica no es un asunto meramente sindical. Este es un grave error que cometen nuestros detractores. La oposición al TLC es sumamente diversa, multisectorial y de distinta variedad político-ideológica.

La resistencia cívica contra ese TLC abarca desde los agricultores hasta sectores empresariales nacionales, pasando por educadores, empleados públicos, intelectuales, estudiantes, amas de casa, ecologistas, trabajadores del Sector Privado, transportistas, taxistas, ciudadanos en general; todos los cuales se vienen preparando para actuar, coordinadamente, en el momento de la llegada de la circunstancia estratégica aquí, en el país.

Los promotores del TLC tienen un problema esencial que no han podido resolver para “vender” bien su producto entre los y las costarricenses: Provienen del mismo bloque político-económico del PLUSC, altamente desprestigiado; del cual han salido figuras empresariales y políticas acusadas de corrupción y con procesos penales en desarrollo, favorecedoras de ese TLC en su momento.

Los promotores de ese TLC son los mismos de Millicom, los mismos que fracasaron con la intentona legislativa del combo ICE, los mismos de Alterra y Riteve, los mismos de las fracasadas concesiones; en fin, los mismos quienes desarrollan hoy una intensa campaña publicitaria a favor del TLC, financiada con dineros cuya procedencia no han podio explicar. Toda esta circunstancia lo ha venido entendiendo el noble pueblo costarricense, afortunadamente.

Seguimos adelante: ¡NO AL TLC!

Albino Vargas Barrantes
Secretario General

Edgar Morales Quesada
Secretario General Adjunto

San José, 1 de julio de 2005.

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