La bolsa o la vida

Según notas de prensa, al parecer debido al golpe, “_las bolsas de aire se activaron y la golpearon_”; situación ésta que pone en riesgo a personas al volante, especialmente si son de baja estatura o que conducen el vehículo muy pegadas al volante. Respetuosamente expresamos a la familia doliente un sincero pésame.

Se está desarrollando una polémica sobre esta cuestión de las bolsas de aire (“_airbag_”, en inglés), a propósito de la discusión parlamentaria de la nueva ley de tránsito, con la pretensión de algunos legisladores oficialistas de insistir en que su uso, sea totalmente obligado; cuando, en un principio la moción original de rigor aprobada al efecto, estableció su carácter voluntario, a juicio de la persona que decidiera comprar un vehículo usado o uno nuevo.

Confesamos que en lo personal ni tenemos vehículo ni sabemos manejar. Por eso para hablar del tema buscamos información al respecto, sorprendiéndonos de la cantidad de argumentaciones técnico-medicas, totalmente alejadas de lo político, que indican que el mejor dispositivo de seguridad al volante es el cinturón y no la bolsa de aire. Todas las personas que nos hacen el honor inmenso de leernos, semana a semana, en esta columna, saben de la naturaleza de nuestro trabajo social. Así que no representamos interés de negocio alguno en esta cuestión.

Por ejemplo, una entidad de gran respeto y prestigio planetario, como lo es la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha recomendado a los países el “_establecimiento y aplicación de leyes que exijan el uso de cinturones de seguridad y de sillas de seguridad infantiles para los ocupantes de los vehículos motorizados_”.

Otra entidad de credibilidad al respecto como el Colegio Americano de Médicos de Emergencia (Estados Unidos), “_considera el uso de cinturones de seguridad y sistemas de retención infantil como la mejor protección contra la expulsión del vehículo en caso de accidente…_”.

Por otra parte, el Instituto de Seguros para Seguridad en Carreteras de Estados Unidos, hizo un estudio al respecto determinando que “_la investigación sugiere que en comparación con las versiones que sustituye, las bolsas de aire nuevas, necesarias en todos los vehículos a partir de 2008 y en algunos ya en 2004, puede generar a los conductores un mayor riesgo de muerte_”.

En Costa Rica, la Defensoría de los Habitantes de la República, le indicó a la Asamblea Legislativa que “_al considerarse que, desde el punto de vista técnico, las bolsas de aire constituyen un sistema de protección supletorio a los cinturones de seguridad, no resulta conveniente que dicho dispositivo se constituya en una obligación para los y las habitantes. Obligatoriedad que sí se debe mantener en lo referente a la exigencia de los cinturones de seguridad_”.

Además, el Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica emitió su criterio, “_…al no considerar necesaria la implementación obligatoria de sistemas de bolsa de aire para protección de los pasajeros de los asientos delanteros en vehículos_”.

Los argumentos indicados (entre otros), generados por esas entidades de tanta seriedad y credibilidad, nos han motivado a pronunciarnos al respecto; considerando, además, que no todas las personas en este país pueden comprarse un vehículo nuevo para viajar al trabajo todos los días, un camioncito nuevo para acarrear productos agropecuarios al mercado, un tráiler nuevo para transportación de grandes cantidades de mercadería, un “_chuzo_” para pasear con la familia en fines de semana.

Estamos hablando de la generalidad de la gente ciudadana, de la clase trabajadora de este país que solamente ha tenido acceso a este tipo de vehículos en condición de usados y que así seguirá siendo, dada la concentración abusiva de la riqueza que experimentamos como país; que hace que el “_gajo_”, la “_cacharpa_”, el carrito humilde y sencillo (sin decirlo despectivamente), es la única posibilidad de este tipo de familias y personas de tener su propio vehículo para necesidades de transporte cotidiano, para el comercio de sobrevivencia, para una modesta traslación recreativa en fines de semana y en días festivos.

Los costos de las bolsas de aire, por otro lado, son altos para este tipo de población que es la mayoritaria en el país. El costo de las dos bolsas delanteras, en promedio, asciende a dos millones de colones; y son tan sensibles que en este país donde no faltan los malos caminos y carreteras, un golpecito activa el par de bolsas conjuntamente, echándose a perder; y, nuevamente, ¡a pagar otros dos millones para reponerlas porque serían obligatorias! Si no hay plata para pagar las primeras, ¿de dónde se cogerá para pagar su reposición?… Estas bolsas son desechables y ante “_un mirame no me toqués_” quedan inservibles.

Algunas otras informaciones en nuestro poder indican que, presuntamente, podría haber aquí una especie de “_mar de fondo_” en cuanto a cierta y poderosa presión empresarial para imponer el uso obligatorio de esas bolsas de aire; partiendo de ciertas preferencias electorales de algunos hombres de negocios interesados en un nuevo nicho de lucro mercantil y quienes habrían sido contribuyentes de campaña.

Nosotros esperamos que esto no sea así. Sin la obligatoriedad y considerando quiénes realmente pueden comprarse un “_auto nuevo de paquete_”, siempre habrá mucha plata para ganarse; sin que se tenga que exprimir más al pueblo trabajador, imponiéndole tal medida. Con lo que pasó en San Ramón, casi que estamos ante un dilema: “_la bolsa ó la vida_”.

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