Los mismos del TLC son los mismos del FMI

Albino Vargas Barrantes, Secretario General de ANEP

Connotadas figuras políticas del bipartidismo tradicional, Liberación y Unidad, incluyendo a algunos expresidentes de la República salidos de sus entrañas (Miguel Ángel Rodríguez Echeverría y Óscar Arias Sánchez, por ejemplo), son ahora también, como lo fueron durante la campaña a favor de que el país suscribiera un tratado de “libre” comercio con los Estados Unidos, vocerías histéricas a favor de que el país se someta al convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el “famoso” préstamo de los 1.750 millones de dólares.


De la misma forma, estamos observando que, desde las matrices mediáticas que fueron fundamentales en la promoción ideológica política de ese TLC, salen los cantos del “fin de los tiempos” si la Asamblea Legislativa del país no aprueba el préstamo con el FMI; especialmente, ya se están echando a la hoguera de las tensiones sociales amenazas fundamentalistas de que sin FMI nos “hundiremos sin posibilidad de salvarnos”, dentro de lo cual se destacan las ondas de radio, las páginas escritas y las imágenes televisivas del periodismo de odio.


Esto del FMI tiene que ver con un nuevo episodio del ataque hegemónico-ideológico de los sectores pudientes del gran capital que han abrazado la causa fundamentalista del todo mercado-nada Estado; ataque que se ha intensificado a partir de los resultados electorales de la elección presidencial y diputadil de febrero de 2018; resultados que, entre otras consecuencias sumó al Partido Acción Ciudadana (PAC) a la línea ideológica neoliberal que ya había penetrado a los partidos Liberación y Unidad.


Precisamente, es en el actual período gubernativo-constitucional, 2018-2022, a partir de la estafa política cometida por Carlos Alvarado Quesada, que esa causa fundamentalista del todo mercado-nada Estado ha avanzado sustancialmente; resaltando una tríada de legislación ideológica de ataque frontal al sector Público, a quienes laboran para él, a los derechos conquistados por el personal estatal y sus correspondientes situaciones jurídicas consolidadas, así como a las organizaciones que le representan, los sindicatos.


Esa tríada de legislación antiobrera y en contra de la institucionalidad republicana establecida en la Constitución Política de 1949 se compone de la ley del combo fiscal, de la ley antihuelgas y del actualmente en trámite ley marco de Empleo Público.
El convenio con el FMI se concibe en el marco de esa causa fundamentalista todo mercado-nada Estado; partiendo de que estamos en presencia de un Estado central prácticamente quebrado, cuyos recursos presupuestarios son destinados, en gran medida, a pagar los intereses abusivos de una deuda pública que rebasará la barrera de los 70 puntos PIB muy pronto; y que, por tanto, hará que ese bipartidismo clásico, ahora “fortalecido” con la llegada del PAC a sus filas, ponga en la agenda la venta de los activos valiosos del patrimonio patrio que todavía nos quedan.

La venta de activos, explícitamente planteada, si bien ya no se discutirá en la presente administración gubernativa, lo será en la próxima (2022-2026), habida cuenta de que el real poder que impulsa la causa fundamentalista del todo mercado-nada Estado seguirá hegemonizando, pues el sujeto histórico que desafíe esa causa sigue sin perfilarse como desafiante, aunque sí hay condiciones para ello.


“Los Miguel Ángel Rodríguez Echeverría”, “los Óscar Arias Sánchez”, el periodismo de odio y su caterva de amanuenses, repetidoras radiofónicas y televisivas, columnistas y editorialistas y similares; están con el convenio FMI pues este perdurará el estado de deuda pública, por una parte; por la otra, mantendrá el pago de intereses perpetuamente obsceno; y con ello solidificará la base real del poder del todo mercado-nada Estado, asentada en el control hegemónico de los sectores banquero-financieros, especialmente.

Los mismos del TLC, son los mismos del FMI: las mismas consecuencias negativas se darán en ambos casos para la sociedad: más exclusión y más desigualdad. El rumbo lo están imponiendo ellos que, aunque son minoría, muestran una “eficiente” articulación estratégica; nosotros, que somos la mayoría, seguimos totalmente desperdigados.

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