Pandemia y hambruna

Albino Vargas Barrantes, Secretario General (ANEP)

¡Hambruna de proporciones bíblicas! Así nos lo está alertando la principal entidad del sistema jurídico-político internacional, la Organización de Naciones Unidas (ONU); considerando que las graves consecuencias de la pandemia del coronavirus covid-19 sobre los sistemas económicos de los países del orbe, generarán el riesgo de que millones de personas enfrenten uno de los más crueles males que un ser humano pueda sufrir: tener hambre.

«Estamos en riesgo de una hambruna que podría alcanzar proporciones bíblicas», ha advertido el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley. Así fue consignado en diversas publicaciones digitales a las cuales tuvimos acceso.

Los datos más relevantes que tenemos a disposición nos indican que al terminar el presente año 2020, la gente con hambre podría aumentar en un 80% a nivel mundial con relación al período pre-pandémico.

Pero, lo que más dolorosamente impacta es que en nuestra región latinoamericana, tal aumento será terrible: hasta un 269%.

Una circunstancia que refuerza la triste realidad, ya ampliamente constatada, de que es la América Latina la región más desigual del planeta.

Como costarricense activo en la lucha social, creemos que es de extraordinaria relevancia que pensemos, seriamente, si Costa Rica ha de vivir tan doloroso drama humano: una hambruna, como dice la ONU, de “proporciones bíblicas”.

La triste realidad multifacética de la pandemia, tal cual la estamos viviendo en el día a día, nos estalló en nuestra propia cara de nación, al mostrarnos con datos crudos cuán desigual nos habíamos vuelto como sociedad; y, cómo, había ya crecido la exclusión económica y social cuando el coronavirus llegó al territorio nacional. ¡La pandemia nos desnudó!

Este terrible anuncio de la ONU, en nuestro respetuoso y humilde criterio, debe darle un fuerte impulso, nuevo y renovado, a la lucha multisectorial que se ha venido dando en estos recientes años, para que Costa Rica restaure una fuerte política pública de soberanía y de seguridad alimentaria.

Diversos esfuerzos se vienen manifestando de manera reiterada, así como varios sectores vienen pujando por ello. Particularmente, nos consta del incansable esfuerzo de profesionales honestos, tanto del MAG como del CNP, que desde las correspondientes bases institucionales y asociados en gremios de real conciencia patriótica; han dedicado muchísimas horas de estudio y de análisis a la elaboración de políticas revitalizadoras del agro nacional que, precisamente, nos harían inmunes a una hambruna.

Uno, que no es especialista en el tema, ha tenido la oportunidad de conocer de tales esfuerzos; ya no sólo los de carácter intelectual, sino los de las vivencias cotidianas, durísimas y sacrificadas, de personas agricultoras compatriotas, las cuales desarrollan una titánica tarea de sobrevivencia propia y familiar y para darle al país lo que ocupa para alimentarse de manera suficiente y sana nutritivamente hablando.

Hasta hoy, la política pública les ha visto con desdén y, en el “mejor de los casos”, casi que con asistencialismo caritativo de humillante consecución.

¡En Costa Rica ya hay hambre! Es más, antes de la pandemia, muchos y muchas compatriotas desempleadas y/o ubicadas en la informalidad laboral, presentaban en sus hogares serios problemas de abastecimiento básico-alimentario y nutritivamente elemental.

Nadie duda de que la pandemia está profundizando esta situación.

Si no es posible lograr cambios estratégicos radicales en cuanto a las políticas públicas necesarias para imponer la soberanía y la seguridad alimentaria; al menos, los sectores sociales ligados al tema, en el marco de la “hambruna de proporciones bíblicas” de que nos habla la ONU, deberíamos relanzar su coalición de lucha multisectorial con nuevos aires de desafío a favor de la vida. “Nadie con hambre en Costa Rica”, podría ser un lema aglutinador.

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