Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
Con ocasión de la histórica conmemoración del Día Internacional de la Clase Trabajadora, el Primero de Mayo, ponemos en mesa varias reflexiones acerca de cómo comprender la no menos histórica acción sindical en estos tiempos: el año 2 de la pandemia y los post-pandemia, a partir del 2022. En concreto, planteamos las siguientes diez reflexiones que, por supuesto, no agotan el tema y, mucho menos, pretender ser “la receta”. Se trata, tan solo, aportaciones por la experiencia vivida bajo criterios de un sindicalismo sociopolítico.
- Sindicalismo y Derechos Humanos. Un salto cualitativo debe dar la acción sindical, cotidiana y estratégica. Empezando por los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; así como levantando las respectivas banderas de cada uno de los tratados en la materia, tanto en el plano continental (Américas), como en el planetario, mucho puede enriquecerse la actividad sindical.
- Sindicalismo y Humanismo. La persona humana debe ser el centro de todas las cosas. La economía debe estar al servicio de las personas y no éstas al servicio de la economía. Particularmente, los elementos del Humanismo Cristiano en su real dimensión, pueden dar nuevas fuentes de agua fresca para pregonar la validez del mensaje sindical.
- Sindicalismo y Justicia Social: Desde antes de la llegada de la pandemia, ya estábamos viviendo en la época de la mayor desigualdad de la historia de la Humanidad. Nunca como antes, y ya con la pandemia encima, la lucha por la Justicia Social en su más amplia concepción, se ha puesto en el lugar número uno de las prioridades sindicales. Al menos, en el sindicalismo que trata de trascender el marco de lo gremial corporativo. Los desafíos marcados por la concepción de Trabajo Decente, de conformidad a lo dictado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), potencian la lucha por la Justicia Social.
- Sindicalismo y Justicia Tributaria: Aunque ligado a esta concepción amplia de Justicia Social, es más que urgente y necesario desagregar la lucha, en todos los frentes, contra la indescriptible erosión de la Democracia que representa la concentración abusiva de la riqueza, a partir de sistemas tributarios diseñados para la regresividad y para la corrupción.
- Sindicalismo Ciudadano. Convertir al sindicato en receptor de la queja por la exclusión social y económica, para vehiculizar demanda ciudadana de atención por parte de la política pública correspondiente, le da un nuevo aire legitimador y extiende su certificación como promotor del desarrollo de la Democracia.
- Sindicalismo Rebelde: se trata de potenciar por todas las formas y vías posibles, una acción sindical de resistencia a la imposición total de una hegemonía ideológica, política y económica, de corte totalitario, con tendencias dictatoriales, en la cual el mercado total es la aspiración última de la vida en sociedad; sin espacio alguno para la Democracia real, para la solidaridad, para la promoción del bien común y la equidad distributiva; sin piedad con relación a la preservación del planeta y la vida misma sobre él.
- Sindicalismo propositivo: Profundizar el camino recorrido en cuanto a la valiente y oportuna tendencia de vincular la resistencia con la propuesta, de lo cual hay considerable material acumulado en esa línea acertada: la del bien común, la inclusión social y económica y la preservación de la ecología.
- Sindicalismo movimiento: La acción sindical debe ofrecerse como cobija para incluir en su organización a grupos sociales que no son los de la naturaleza básica sindical (clase trabajadora con empleo fijo y salario formal, cada vez más en retroceso); sino segmentos de ciudadanía obrera como la juventud desempleada y el desempleo, en general; la informalidad y el trabajo por cuenta propia; el trabajo no remunerado (amas de casa), la población migrante, las personas pensionadas y jubiladas, la indigencia; el micro-pequeño y mediano empresariado. Se trata de darles una identidad grupal para vocalizar su demanda y generar escucha seria y oportuna, a partir de su integración en la acción sindical organizada, paralela a ésta y con idéntico objetivo estratégico: potenciación de movimientos de peso de cara a las hegemonías preponderantes.
- Sindicalismo mediático: La organización incursiona, con fuerza y con contenido, con argumentación y con propuesta, con credibilidad y con seriedad, en el campo de las ideas y en la batalla por las mentes; desarrollando las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, compitiendo con los mass-media dominantes; de forma tal que el mensaje liberador genere más y mejores impactos en la construcción de identidades grupales que se conciben a sí mismas como sujetos activos, propietarios de sí mismos, en los procesos de la comunicación.
- Sindicalismo escuela pedagógica: Los procesos de capacitación y de formación político-sindical se expanden, cuantitativa y cualitativamente, de forma tal que más personas luchadoras sociales y sindicales, en los diversos ámbitos de diversificación de su acción cotidiana, están en capacidad de liderar procesos para llevarlos a buen puerto y con los encadenamientos necesarios de la potenciación de un movimiento transformador; ¿transformador del status quo ó superador del marco sociopolítico actual? Parece ser ésta la discusión que deberíamos dar…