¿Que el FMI está diciendo qué?

¡Inimaginable! Una de las entidades globales más emblemáticas de la hegemonía neoliberal que determina por estas épocas el rumbo del planeta, su “santidad” en el ámbito del mercado, el Fondo Monetario Internacional, el FMI, está planteando que los ricos deben pagar impuestos; para, por un lado, atacar el problema del déficit fiscal en los países que tengan esta situación; y, por otro, para reducir o atajar el crecimiento de las desigualdades.

No lo creímos cuando lo leímos por primera vez y lo que acatamos decir, en un primer momento, fue precisamente la frase que titula este comentario: “¿Que el FMI está diciendo qué?…”

Efectivamente, por estos días y en la ciudad de Washington, la capital de los Estados Unidos y sede del FMI, durante su más reciente asamblea, esta entidad, pilar fundamental de la “arquitectura financiera” del capital trasnacional de corte neoliberal; lanzó un informe titulado, nada más y nada menos que “El tiempo de los impuestos”.

Ello ha genera gran sorpresa y dejó atónitos a quienes, por una razón u otra, han creído en el recetario macroeconómico de la ortodoxia “fondomonetarista” de reducir el sector Público, privatizar todo lo que se pueda en el ámbito de los servicios públicos, flexibilizar las relaciones laborales y acabar con los sistemas de Seguridad Social (especialmente, los de Educación y Salud), desregulación absoluta de los mercados financieros, ajuste fiscal riguroso y otras similares políticas que, en términos globales, han generado mucha pobreza, corrupción y sufrimiento en no pocos países.

El FMI “descubrió el agua tibia”, reconociendo que se debe gravar a los más ricos y a su patrimonio y que esto es reforzar los planes económicos y que es necesario para luchar contra el aumento de la desigualdad. ¡Increíble!

Esta entidad, casi que haciendo una “mea culpa”, admite que los ricos se hicieron mucho más ricos en los últimos 30 años y si se les obligara a pagar más impuestos pero con base en las tasas impositivas que tenían encima en la década de los años 80 del siglo pasado, ¡oigan bien!, hablando de países desarrollados, éstos tendrían, al menos, un 0.25% de Producto Interno Bruto (PIB), más en sus arcas fiscales producto de ingresos frescos, nuevos, extraídos de los bolsillos de los más pudientes de los pudientes.

Bien advierten los entendidos en la materia que esto podría ser un “alegrón de burro”, pues apenas debe verse como una especie de propuesta “tímida”. Pero lo que es relevante es que fuese en el seno del FMI desde donde se empieza a hablar del tema.

Que los ricos paguen más tributos como lo dice ahora el FMI, va estrictamente ligado a procesos como la regulación y el control de los flujos ilícitos de capital hacia los llamados paraísos fiscales; o bien, el ataque a la evasión fiscal de las gigantes corporaciones multinacionales que deberían tributar en los países donde generan sus ingresos y no como hasta hoy, en que los desplazan hacia naciones con regulaciones fiscales sumamente laxas y/o inexistentes, lo que les permite acumular exorbitantes riquezas cuyas cantidades son inimaginables. Indudablemente que el tema da para más y lo comentaremos en próximas entregas.

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