Uccaep: una propuesta totalitaria y esclavista (Parte 2)

Albino Vargas Barrantes, Secretario General de ANEP

“Es más que notorio que la Uccaep exige responsabilidades, pero no asume ninguna responsabilidad. El mensaje implícito que transmite es el de que se considera una clase social aparte y superior, una especie de estamento aristocrático al que Costa Rica entera ha de rendirle tributo y pleitesía”.

Así de tajante es la categorización sociopolítica que le merece al respetado grupo de ciudadanos que se presentan al país como Grupo Economía Pluralista, la propuesta que el más grande sindicato patronal del país, la Uccaep, ha dado a conocer con el pomposo nombre de Un pacto por el empleo.

Para nosotros es contundente el sesgo esclavista de la propuesta de Uccaep y su comportamiento de clase en el juego democrático: ellos y el resto. Ellos ordenan, los demás obedecen. Es más, ellos no proponen, imponen. 

El Grupo Economía Pluralista puntualiza, con gran acierto, las áreas de política pública que Uccaep desea sabotear con su propuesta: a) quieren la flexibilidad laboral (acabar con la histórica jornada de las 8 horas, por ejemplo); b) el debilitamiento financiero de las instituciones de la seguridad social (a Uccaep le molesta la existencia de la Caja); c) el debilitamiento de la normativa ambiental; d) los esfuerzos (que, por cierto, son poco, débiles y hasta ridículos) para el control de la evasión y de la elusión tributarias. Sin estas piedras angulares de una sociedad que se precie de democrática, entonces qué pretende la Uccaep: ¡una sociedad esclavizada!

Las voces expertas del Grupo Economía Pluralista resaltan que la propuesta de este tipo de empresariado “en vez de una propuesta progresiva destinada a elevar la productividad, se opta por un camino de tono predominantemente regresivo, que busca ‘aplanar’ los costos para hacerlos compatibles con una economía ineficiente y de baja productividad”.

Y no solamente buscan “una economía ineficiente y de baja productividad”, la Uccaep pretende una clase trabajadora sin derechos laborales, prácticamente; sin seguridad social (especialmente, en materia de salud); y sin mayor capacidad salarial que le otorgue real poder adquisitivo. Y como si todo esto no fuese poco para la acumulación desenfrenada que anhelan, ojalá sin ninguna responsabilidad fiscal-tributaria de por medio. Nuevamente, el sesgo esclavista de la propuesta de Uccaep es innegable.

Solamente reparemos en las recientemente “descubiertas” condiciones sociolaborales y ambientales de producciones piñeras en la Zona Norte, donde la naturaleza inhumana y anticristiana de una especie de trabajo esclavo ha alimentado la propagación del coronavirus. Aunque todo el mundo sabía de esta cruda realidad y el Estado estaba mirando para otro lado, la situación de la explotación obrera por parte del capital empresarial comprometido en esa extracción productiva puede darnos una luz de cuál es el ideal de sociedad que quiere la Uccaep con su propuesta Un pacto por el empleo.

Este sesgo esclavista de la propuesta de la Uccaep está alimentado con una carga de cinismo político pocas veces vista en la historia nacional: platean sentirse “acosados”. Veamos cómo nos lo plantea el cívico Grupo Economía Pluralista: “Aducir que propuestas legislativas o disposiciones de política pública, destinadas a proteger el medio ambiente y la salud de la población, vigilar el cumplimiento de las obligaciones tributarias o el respeto de los derechos humanos, son ‘acoso’ contra el empresariado, constituye una exigencia de impunidad, y un total desapego a las más elementales normas de convivencia en democracia”.

Nuestro artículo de la semana pasada catalogó de corte totalitario el documento Una propuesta por el empleo que está formulando el sindicato patronal Uccaep. En el presente ese sesgo totalitario se remarca con lo que denominamos una tendencia esclavista de las relaciones obrero-patronales que estas gentes empresarias (algunas ya muy contaminadas de conductas empresauriales), quieren imponerle a la sociedad costarricense. 

El mundo obrero organizado y la sociedad civil deben alarmarse y empezar a tomar serias medidas de contrapeso: Uccaep tiene un total desprecio por “las más elementales normas de convivencia en democracia”, tal como nos lo alerta el Grupo Economía Pluralista.

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