El dinero sucio del narco nos “inunda” por todo lado

El medio de comunicación DIARIO EXTRA, está conmoviendo a la opinión pública nacional con sus reportajes-denuncia aparecidos en sus ediciones de los días miércoles 27 y jueves 28 del presente mes de enero; al destacar que desde la hermana latinoamericana República de Colombia, se denuncia cómo el territorio costarricense y su sistema jurídico-financiero está siendo utilizado, y cada vez más, por el narcotráfico, por el crimen organizado y por operaciones ilegales en el marco de conflictos civiles armados, para lavar dinero sucio.

La denuncia de que un accionista del periódico La Nación, con vínculos de parentesco con uno de los dueños de dicho latifundio mediático, Manuel Francisco Jiménez Echeverría; así como que un directivo del Consejo de Transporte Público (CPT), Juan Carlos Soto Vindas; representan hechos sumamente graves que, al menos, deberían preocupar a la Asamblea Legislativa como para crear una nueva comisión especial de investigación sobre la penetración del narcotráfico en Costa Rica que tome en cuenta el nuevo contexto que se deriva de los reportajes de DIARIO EXTRA, el cual nos está indicando que el poder de tal dinero sucio puede llegar a la esfera pública y a la esfera privada y, en este caso, hasta corporaciones de negocios periodísticos.

Las principales conclusiones que extractamos de los impactantes reportajes de DIARIO EXTRA de los dos días mencionados, nos llevan a pronunciarnos como sigue:

PRIMERO: No puede haber duda alguna de que la figura jurídica “Sociedad Anónima” es el “selecto” mecanismo legal para el lavado de dinero sucio de todo tipo y de toda procedencia, especialmente, de la ilícita actividad del narcotráfico.

SEGUNDO: La Asamblea Legislativa debe, por urgencia nacional y por la salvaguarda de la propia institucionalidad democrática del país, aprovechar el proyecto de ley contra el fraude fiscal incluyendo la disposición para que sepan los beneficiarios finales de las sociedades anónimas y fideicomisos análogos.

TERCERO: La necesidad de tal cambio legal, en el sentido de que la administración tributaria del país tenga a su disposición un registro de accionistas de sociedades anónimas y/o fideicomisos análogos, se queda corta por razones impositivas en el tema de robo de impuestos. Tal necesidad es abrumadoramente contundente: Costa Rica ha sido inundada por el dinero sucio del narcotráfico por todo lado, “gracias” al estado jurídico actual de las sociedades anónimas.

CUARTO: El diputado Otto Guevara Guth, y la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Privado (UCCAEP), al oponerse férrea e irracionalmente al registro de accionistas de las sociedades anónimas, de la manera fundamentalista como lo está haciendo, alimentan toda clase de sospechas sobre la verdadera naturaleza de su resistencia insana en tal sentido; por tanto, con vehemencia hacemos un llamado a toda la ciudadanía patriótica y sus organizaciones transparentes, para que tomen nota de ello y se les demande cuentas de manera contundente. Los operadores jurídico-financieros que lucran y viven del dinero sucio, están más que felices por el “favor” que el citado legislador y la mencionada cúpula corporativo-empresarial les están haciendo en el seno del parlamento.

QUINTO: La Asamblea Legislativa debe, al menos, repetimos, establecer una comisión especial para que, por ejemplo a las personas mencionadas en los reportajes de DIARIO EXTRA, a sus representantes jurídicos y de negocios se les convoque a dar explicaciones.

SEXTO: EL Gobierno de la República no debe hacer ningún “trueque” político con el diputado Guevara y/o con la UCCAEP, a cambio de que dejen de practicar el totalitarismo parlamentario que están ejerciendo para bloquear el proyecto contra el robo de impuestos, incluyendo el registro de accionistas. Nada hay que “ofrecerle” a quienes exhiben una conducta tan antipatriótica que merece ser calificada como de traición a la Patria.

Discurso de Mauricio Castro en la firma de la Reforma Procesal Laboral

Mauricio Castro Méndez

Buenos Días
Señores y Señora Presidentes de los Supremos Poderes
Señores y Señoras Diputados de la Asamblea Legislativa
Autoridades de Gobierno y de gobiernos extranjeros
Trabajadores y trabajadoras

• El proceso de elaboración y aprobación de la Reforma Procesal Laboral inició en 1998 y concluye en el 2016. Muchas personas hemos dado alma, vida y corazón en este proceso. Algunas incluso ya no están con nosotros. Pero además de las personas las organizaciones sindicales han sido centrales en este episodio y en una historia más grande normalmente olvidada.

• El derecho del trabajo se expresa en normas, jurisprudencia, doctrina y prácticas que reflejan el conflicto social, económico y político en un tiempo y momento determinados.

• La conquista de los derechos laborales parte del reconocimiento del conflicto como inherente a toda sociedad democrática, en la que el trabajador debe ser protegido frente al empleador.

• Esto se logra por medio del derecho individual del trabajo y del derecho colectivo del trabajo que parte de la idea de que los trabajadores organizados pueden negociar sus condiciones de trabajo, si es necesario presionando a los empleadores por medio del derecho humano a la huelga.

• Este es el corazón del derecho del trabajo que durante el siglo XX y el siglo XXI se consolidó en el derecho occidental.

• Este y otros derechos humanos relacionados con el trabajo nunca fueron un regalo ni una concesión graciosa de los empleadores ni de los partidos políticos en el gobierno.

• Siempre ha sido parte del esfuerzo de los trabajadores organizados en sindicatos.

• Así ha sido en toda América y en Europa. Costa Rica no ha sido la excepción.

• Desde la década de los 20, el movimiento sindical logró incidir en las condiciones de trabajo de la clase trabajadora, mediante el impulso de 101 leyes laborales antes de la década de los 40, y otras 99 durante la década de los 40.

• La articulación con partidos políticos progresistas fue fundamental en ese proceso: el Partido Reformista, el Partido Vanguardia Popular, la alianza con el Partido Republicano Nacional y luego con el Bloque de la Victoria, permitieron enormes avances para los trabajadores.

• De este proceso normalmente se recuerda el Código de Trabajo y las garantías sociales de 1943. Pero derechos como la jornada de 8 horas, el salario mínimo, el descanso semanal, la protección contra accidentes de trabajo, entre muchos otros, fueron producto de la lucha sindical desde la década de los 20. Todas esas regulaciones fueron luego incorporadas en el Código de Trabajo en 1943.

• Así como se olvida este proceso de expansión de derechos que culminó en la década de los 40, también se simplifica el proceso haciéndolo ver como una idea de tres o cuatro líderes políticos. Ciertamente esta es una parte importante de la historia, como hoy lo es la participación de liderazgos políticos en el proceso de aprobación de la Reforma Procesal Laboral. Pero esta es solo parte de la historia.

• En todo caso, el Código de Trabajo fue un paso fundamental, pero en tanto expresó el conflicto social, económico y político existente en los 40, tuvo enormes limitaciones y fue, desde el inicio claramente restrictivo en el derecho laboral colectivo.

• Además siempre existió una brecha enorme entre la norma declarada y la realidad de los trabajadores.

• El proceso autoritario desencadenado por la ruptura del orden constitucional en 1948 tuvo como uno de sus legados una fuerte intolerancia en contra de uno de los pilares de la democracia: la organización sindical.

• Solo en 5 años, entre 1948 y 1953, el 90% de los sindicatos existentes fueron disueltos, se encarcelaron dirigentes sindicales e incluso varios de ellos fueron asesinados por autoridades policiales en el triste episodio del “Codo del Diablo”.

• A partir de ese momento, en Costa Rica se instaló una deslegitimación política de la organización sindical, una sostenida intolerancia a su existencia y como sociedad asumimos como normal la persecución sindical.

• A esta intolerancia sindical en el sector privado, se sumó la cooptación de dirigencias sindicales como práctica política partidaria en el sector público.

• Las limitaciones normativas y la deslegitimación del derecho colectivo en Costa Rica, produjo que la ilegalidad de la huelga fuera lo normal, que la negociación colectiva en el sector privado pasara de excesivamente reducida a virtualmente inexistente, y que la afiliación sindical se haya convertido en sinónimo de persecución, discriminación y estigmatización.

• Tristemente como país hemos aceptado la violencia social en contra de los trabajadores que se organizan, y hemos aceptado como normal lo que un gran jurista señaló en su momento: la democracia se acaba en la puerta de la empresa.

• Esta cultura política permeó a toda la sociedad, incluyendo a los operadores jurídicos, de forma tal que además, el texto del Código de Trabajo fue leído e interpretado de forma restrictiva y con temor hacia el ejercicio de la libertad sindical.

• A pesar de ello miles de trabajadores han continuado organizándose en el sector privado y en el sector público. Sin los sindicatos la reforma que se firma hoy jamás se habría convertido en realidad como tampoco habría sido realidad el Código de Trabajo en su momento.

• Como trabajador quiero agradecer profundamente al Sindicato de Trabajadores de Plantaciones SITRAP, la Coordinadora de Sindicatos Bananeros, la ANEP, la CTCR, la CMTC, la Central Social Juanito Mora Porras, el Colectivo Patria Justa, el SEC, entre muchos otros sindicatos que han participado en todo o parte de este largo proceso.

• Hoy nos encontramos ante una enorme modificación jurídica que tiene como objetivo ayudar a cerrar esa brecha, tanto en el cumplimiento de los derechos individuales de los trabajadores, como en el ejercicio de los derechos colectivos del trabajo.

• Hoy debe iniciar una nueva etapa en la cultura política y jurídica de este país. Esta revolución laboral debe permear los tres poderes del estado. Los jueces y el Estado no pueden seguir haciendo lo mismo que han hecho en los últimos 60 años en esta materia.

• Los trabajadores quieren y deben poder ser protagonistas en la construcción de sus condiciones de vida y de su trabajo.

• Los sindicatos y los empleadores están frente a una enorme posibilidad: la generación de una nueva cultura de relaciones laborales. Una que ayude a la democratización de la sociedad.

• La Reforma Procesal Laboral no es perfecta, como tampoco lo fue el Código de Trabajo en 1943. Ambos cuerpos normativos son el resultado, siempre perfectible, del conflicto social y de la búsqueda por reconocer y darle un lugar a ese conflicto mediante vías deliberativas y democráticas.

• Su lectura y su aplicación también tendrá lugar en el marco de tensiones y realidades dadas, pero, sin duda alguna, el texto permite traer sangre nueva en lo que debería ser un esfuerzo nacional para tutelar efectivamente los derechos individuales y los derechos colectivos de los trabajadores.

• Debemos cambiar nuestra práctica social y nuestra práctica jurídica que muchas veces ha decidido ver hacia otro lado frente al abuso y la violación de los derechos de las personas trabajadoras.

Por eso concluyo con las palabras del poeta Jorge Debravo:

Trajes

Hace mucho tiempo que usamos este mismo vestido
en la casa,
en la iglesia
y en el gobierno.
Nos hemos habituado tanto a usarlo
que ahora nos da miedo
y no nos atrevemos a cambiarlo,
como si con el cambio nos quedáramos muertos.
Ajustamos los pasos,
las costumbres, los credos,
el amor, los pensamientos,
a la estreches reseca de este traje
apolillado y viejo,
que empezó siendo objeto de servicio
y se nos ha trocado en carcelero.
Yo digo, sin embargo, que en la vida
hay mucho fresco.
Que debemos quemar este gangoche
donde ya no nos cabe el pensamiento.
Lo importante es decir un día de todos:
-¡Al diablo este vestido polvoriento!
y agarrarlo con cólera y rasgarlo
y quedarse desnudo en medio viento.
(Estando uno desnudo busca traje
aunque tenga que hacerlo
deshilándose el cuerpo).
Lo importante es estirar este vestido,
encontrar uno nuevo
y no dejar jamás que se nos hunda
en la piel y en los huesos,
porque entonces, amigos, deja de ser vestido
y se nos hace amo y carcelero.

Muchas gracias

Le dijeron a la UCCAEP cuatro verdades

Estimada ciudadanía patriótica
Estimados compañeros y estimadas compañeras:

Respetuosos saludos. ¡Tómese unos 5 minutos de su valiosísimo tiempo para que oiga y escuche una intervención diputadil de extraordinaria importancia.

Puede usted estar de acuerdo o puede usted no estar de acuerdo con las posiciones que tenemos en ANEP y en el Colectivo Sindical PATRIA JUSTA.

Pero es que la intervención del diputado Jorge Rodríguez Araya, es absolutamente contundente con relación al tema del fraude fiscal, del robo de impuestos y la posición que al respecto tiene el gran empresariado que se aglutina en la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Privado (UCCAEP).

Igualmente que en el caso de nuestras posiciones, usted podría estar de acuerdo o no podría estar de acuerdo con lo que el citado legislador, don Jorge Rodríguez Araya, indicó durante su intervención de este pasado día miércoles 20 de enero, con ocasión de las sesiones de la fecha de la Comisión de Asuntos Hacendarios de la Asamblea Legislativa, en cuyo seno se tramita el proyecto contra el fraude fiscal y contra el robo de impuestos.

Pero es que el diputado en mención puso “el dedo en la llaga”, no se anduvo con “pelos en la lengua”; y que puso “los puntos sobre las íes” en torno al papel de la UCCAEP en esto del fraude fiscal… los puso.

La controversia fundamental y estratégica en esto del proyecto contra el fraude fiscal y el robo de impuestos es la posibilidad de que se establezca un real registro de accionistas de las sociedades anónimas y pueda, tributariamente hablando, saberse quién es el beneficiario final de las mismas. UCCAEP están en rotunda oposición al respecto.

Pero, llegó el diputado Jorge Rodríguez Araya y dijo, de manera valiente e hidalga, profundamente digna y correcta, verdaderas del tamaño de la basílica de San Pedro… Pero sólo escúchelas aquí:

A nombre de la ANEP y del Colectivo Sindical PATRIA JUSTA, le hacemos llegar al ciudadano diputado don Jorge Rodríguez Araya, nuestra más sincera felicitación. Miles de trabajadores y de trabajadoras víctimas de diversos tipos de explotación obrera, de seguro, también le estarán felicitando.

Video: La Prensa Libre, TV Legislativa

El dinero sucio y el dinero del narco, se escuda y se esconde bajo la figura de la sociedad anónima

Gigantesca responsabilidad tienen las actuales diputadas y los actuales diputados de la Asamblea Legislativa para con el país, para con la sociedad, para con el pueblo trabajador y las grandes mayorías… y para la democracia misma, de cara a tomar una de las más grandes medidas jamás votadas y de profundo contenido estratégico en pro del bien común, como lo es aprobar el proyecto de ley contra el fraude fiscal pero sin quitarle su esencia, su corazón: el registro de sociedades anónimas para conocer, tributariamente hablando, los beneficiarios finales de las mismas.

El dinero sucio, el dinero del narcotráfico, el dinero producto del crimen organizado, hoy en día, se escuda y se esconde bajo la figura de la sociedad anónima en su estado jurídico actual.

Los datos a los que ha tenido acceso la ANEP mediante el portal web de corte corporativo empresarial transnacional (www.centralmericadata.com), acerca de las increíbles, estratosféricas y espeluznantes cantidades de dinero sucio que se mueven, hoy día, en nuestro país, deben generar acciones jurídico-tributarias y policiales drásticas, sumamente drásticas.

Tal portal web, www.centralmericadata.com, dio tales cifras a partir del estudio del “Ilicit Financial Flows from Developing Countries: 2003-2012”, emitido por el ente Global Financial Integrity; concluyendo que en la década estudiada, en Costa Rica se dio, en promedio, un movimiento, ¡por hora!, por concepto de dinero sucio, de un millón ochenta y siete mil sesenta y tres dólares ($ 1.087.063.00), es decir, casi 600 millones de colones; lo que hace que cada 24 horas, tal cifra se convierte en catorce mil millones de colones (14.000.000.000.00), aproximadamente.

19 puntos de PIB, en promedio anual, durante la década 2003-2012: es el monto general de dinero sucio que se movió en suelo costarricense; dinero sucio que tiene en el narcotráfico y el crimen organizado, vía lavado de dólares, una porción sumamente altísima. La cifra pueda ser controversial pero lo que no se puede negar es que el dinero sucio en la economía costarricense y su relación con el PIB, representa una cifra brutalmente descomunal.

Esta gigantesca y descomunal cantidad de dinero sucio, especialmente el proveniente del narco y del crimen organizado, se está moviendo aprovechando la actual figura jurídica de las sociedades anónimas.

¿Por qué ocultarle esta realidad, mediáticamente hablando, al pueblo costarricense? ¿Por qué oponerse a que se cambie esa figura jurídica actual de las sociedades anónimas y que, tributariamente hablando, el país sepa quién está ganando tanto plata y, quizás, lavando ese dinero sucio vía la figura jurídica actual de las sociedades anónimas?

La clase trabajadora, asalariada y no asalariada, paga puntualmente sus impuestos. La clase trabajadora, asalariada y no asalariada, no lava dinero sucio del narcotráfico y del crimen organizado, vía la figura jurídica actual de las sociedades anónimas? Prácticamente, el 100 por ciento de la clase trabajadora no tiene sociedades anónimas.

La más enérgica condena merecen las posiciones de la alta cúpula corporativo-empresarial del país que están oponiéndose a que dentro del proyecto de ley contra el fraude fiscal se incluya el registro de sociedades anónimas para que la administración tributaria del país sepa los beneficiarios finales de las mismas.

Otra vez emplazamos, públicamente, a que la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (UCCAEP), asuma su responsabilidad histórica para con el país, renunciando a bloquear esta imprescindible y necesaria legislación contra el fraude fiscal y para controlar, al menos tributariamente hablando, ese pernicioso flujo diario del dinero sucio, del dinero del narco, del dinero del crimen organizado.

El empresariado honesto, el que paga puntual y transparente sus impuestos; el empresariado que juega limpia en el mercado y que es víctima de la competencia desleal; el empresario que no anda en los “malos pasos” del narco, no tiene nada que temer, no tiene nada que perder y tiene mucho que ganar.

Las posiciones empresariales en contrario, solamente nos llevan a pensar en lo peor.

Honorables señores diputados y honorables señoras diputadas: Es este uno de los momentos más cruciales para nuestra sociedad, para la paz social y para la Democracia misma. El fraude fiscal, en su actual estado de situación, nos lleva al despeñadero.

Emplazamos a los y las diputadas para que aprueben proyecto contra fraude fiscal

La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), con el apoyo del Colectivo Sindical Patria Justa, emplaza con todo respeto y gran vehemencia a cada uno de los señores diputados y a cada una de las señoras diputadas de la Asamblea Legislativa para que procedan a aprobar, con sentido patriótico y pensando en la creciente desigualdad y violencia que atormenta a nuestra sociedad, el proyecto de ley contra el fraude fiscal; incluyendo la normativa que le permitiría a la administración tributaria del país, tener la información sobre la identificación de los beneficiarios finales de todas las entidades jurídicas, específicamente, las sociedades anónimas.

Los legisladores y las legisladoras no deben ceder ante las presiones de la máxima cúpula empresarial del país misma que, por intereses egoístas e insaciable codicia concentradora de la riqueza, sería la principal responsable de que Costa Rica caiga en un “cataclismo”, viva una “debacle”, o suframos una crisis fiscal “irreversible”.

Públicamente hacemos responsable de ello y desde ya, a la Unión de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (UCCAEP), por su irresponsable, irreflexiva y peligrosa oposición a que la administración tributaria del país tenga los datos y conozca de cada una de las personas físicas, de carne y hueso, que evaden sus responsabilidades tributarias bajo la opacidad jurídica de una sociedad anónima.

Una y otra vez tenemos que decirlo, reiterarlo, insistir sin descanso; de día, de noche; hora tras hora, día con día, mes con mes… Siempre: la clase trabajadora ¡no roba impuestos! Los dos más importantes del sistema tributario nacional, los paga puntualmente.

El de ventas, en la caja registradora y al momento mismo de la compra. El de renta al salario, si corresponde aplicarlo, es rebajado de planilla puntualmente.

Y mejor no mencionar la maraña de exoneraciones de pago de impuestos que han venido recibiendo muchas de las empresas y sectores productivos integrantes de la UCCAEP; pero que no hay una sola exoneración que haya recibido un trabajador asalariado ni un empleado público asalariado.

Por el contrario, los ladrones de impuestos realizan una evasión impositiva y una elusión tributarias por el orden de los 72 mil 273 colones con 66 céntimos (72.273.66.00), ¡por segundo!

Estos ladrones de impuestos se roban 4 millones 336 mil 420 colones (4.336.420.00), ¡por minuto! Se roban 260 millones 185 mil 185 millones de colones (260.185.185.00), ¡por hora! Y, ¡por día!, el robo de impuestos es de 6 mil 244 millones 444 mil 444 colones(6.244.444.444.00)…

187 mil 333 millones, 333 mil 333 colones, con 33 céntimos, (187.333.333.333.33) es el robo de impuestos ¡por mes! En números se escribe así: 187.333.333.333.33.

Por eso es que la evasión fiscal y la elusión tributarias en todas sus formas y manifestaciones, es de 2 billones 248 mil millones de colones (2.248.000.000.000.00), ¡por año!

Finalmente, resulta un inexplicable contrasentido que, por un lado, UCCAEP haya aplaudido que Costa Rica ingrese al denominado “club de los países ricos”, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE); pero, por otro, rechaza someterse a las reglas de transparencia tributaria que ésta entidad obliga para el país que quiera integrársele; reglas que incluyen normativas legales y administrativas para que los sistemas tributarias tengan posibilidades de saber cuánta plata ganó y cuánto debe tributar cada persona miembro de una sociedad anónima.

2015 con inflación “negativa”: El asalariado siempre lleva las de perder

El prestigioso Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), dio a conocer la variación en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), con que se cerró el año 2015: -0.81… ¡Inflación “negativa”! por lo que el asalariado siempre lleva las de perder…

Tal y como lo define el INEC, el IPC “mide la variación promedio en los precios de un grupo de bienes y servicios que responden a los de mayor importancia dentro del gasto de consumo final de los hogares”. Sin embargo, el bolsillo de las personas trabajadoras asalariadas presenta una realidad muy distinta a la de las cifras oficiales de inflación que nos da el INEC.

EL ASALARIADO SIEMPRE LLEVA LAS DE PERDER. Caso del sector privado. Dado que la fijación salarial por “reajuste” por costo de vida para los salarios mínimos que se aplican a la clase trabajadora asalariada del sector Privado, vigente desde el pasado 1 de enero de 2016, fue de 0.67 %, cualquiera podría pensar que con esta inflación “negativa” le tocaría al trabajador “devolverle” a su patrono, un 1.48 %.

EL ASALARIADO SIEMPRE LLEVA LAS DE PERDER. Caso del sector público. Considerando el tan llevado y traído tema del déficit fiscal, la inflación “negativa” se traduce en congelamiento salarial. No habrá “reajuste” por costo de vida para el primer semestre del 2016. Cualquiera también diría que a los salarios base vigentes a partir de enero de 2016 habría que “restarles” un 0.81 (especialmente, los de las categorías más bajas del sistema de Servicio Civil y similares).

La circunstancia que se está presentando con este IPC negativo de -0.81 % con que se abre el año 2016, nos conduce a las siguientes reflexiones:

PRIMERO: Es preciso el establecimiento de nuevos parámetros para el diseño de otra política salarial que no sea la que ha prevalecido en los últimos años: solamente se ha venido reconociendo, semestralmente, variaciones en el costo de la vida y nunca se ha impulsado aumentos salariales para incrementar el poder adquisitivo, para ampliar la capacidad de compra del salario; es decir, para que vía la política salarial haya posibilidades reales de redistribución de la riqueza.

SEGUNDO: Es correcta la posición que viene sosteniendo el Movimiento Sindical Costarricense en el sentido de que la fórmula de cálculo para los reajustes semestrales por costo de vida, vigente desde el 2007, ya quedó completamente obsoleta y no por esta circunstancia de inflación “negativa”. Hace ya varios semestres que quedó en evidencia la inconsistencia de mantener una política salarial centrada, únicamente, en reajustes por costo de vida pues se continuaría por la senda peligrosa e injusta de la potenciación del proceso concentrador de riqueza que experimenta el país desde hace bastante tiempo.

TERCERO: Como parte de tal proceso, es necesario analizar la misma naturaleza integral del IPC actual, en cuanto a si sus 315 componentes actuales (232 en categoría de bienes y 83 en categoría de servicios), realmente están generando las valoraciones más precisas; y, a la vez, si los 15 componentes regulados vs. 300 no regulados, son los más oportunos para un escenario que no muestra avances redistributivos tangibles y constatables pues, al contrario, es el crecimiento de la desigualdad lo que está en auge.

CUARTO: Dado ese divorcio entre la realidad económica que presenta el bolsillo del trabajador vs. las cifras oficiales de inflación y ahora de inflación “negativa”, se vuelve sumamente necesario reflexionar con profundidad sobre la propiedad actual del IPC para medir, con absoluta precisión, lo que pasa en Costa Rica en materia de costo de vida considerando que nuestro país presenta, en promedio, un costo de vida 20 % más alto que el promedio de los países latinoamericanos. Nos preguntamos: ¿Será suficiente con el IPC para medir la realidad del costo de la vida en Costa Rica? ¿Habrá alguna posibilidad metodológica que establezca diferencia cuantificable entre IPC y costo de vida?

QUINTO: Para el caso del sector privado de la economía, se refuerza la necesidad estratégica de que la actual Asamblea Legislativa apruebe el Expediente 19.312, conocido como la “Ley del Salario Mínimo Vital”, a fin de subir el actual nivel de los salarios mínimos, sumamente precarizado por ser Costa Rica un país demasiado caro para vivir.

SEXTO: Urge la actualización a la realidad económica actual que presenta el país de una serie de salarios base muy precarizados, establecidos para el sector Público vía sistema de Servicio Civil, previstos para diversos puestos del Gobierno Central y entes adscritos al mismo, tales como: oficinistas, secretarias, choferes, agentes de seguridad, policías, misceláneos, trabajadores de cocina, mantenimiento, técnicos.

Importante tarea sindical es la que se deriva de esta realidad, misma que ha de ser asumida con mucha responsabilidad y contundencia. Más importante será el apoyo obrero organizado de ambos sectores.

El fracaso de la Red de Cuido

La intentona de corte neoliberal que promovió el gobierno de la hoy Expresidenta de la República, doña Laura Chinchilla Miranda, para privatizar el servicio de atención a la niñez en vulnerabilidad social y sumida en la pobreza, fracasó estrepitosamente.

La información de prensa de la fecha que publica el prestigioso Diario Extra que da cuenta del informe “Auditoría de carácter especial sobre la Red Nacional de Cuido y Desarrollo Infantil”, emitido por la Contraloría General de la República (CGR), no deja lugar a dudas: las redes de cuido de doña Laura no han servido en nada para el desarrollo de la niñez.

Desde un principio y ante semejante ocurrencia de fomentar una especie de lucro privado con las necesidades de la niñez costarricense en condiciones de pobreza y de vulnerabilidad, fue tesis de la ANEP que lo que correspondió fomentar era el fortalecimiento estratégico de los CEN-CINAI, tan venidos a menos en los últimos gobiernos.

Siempre estuvimos convencidos que en épocas de crecimiento de la desigualdad y de concentración de la riqueza, las política sociales deben de fortalecerse y la que históricamente estuvo desplegada desde los CEN-CINAI jamás debió sufrir carestías y restricciones presupuestarias, de recursos humanos, de dotación adecuada y suficiente de alimentos y de ampliación de su cobertura.

La ANEP, a través de su Seccional Nacional ANEP-CEN-CINAI, promoverá un estudio del contundente informe del ente contralor que certifica el fracaso de la Red de Cuido para vincularlo al estado actual que presentan los CEN-CINAI y para formular propuestas novedosas y sólidas para su fortalecimiento estratégico.

Instamos con vehemencia al actual Gobierno de la República para que, de una vez por todas, no mantenga el espejismo que han representado la Red de Cuido de corte neoliberal, procediendo a cerrarlas, a clausurarlas; y, por tanto, destine todo su empeño, esfuerzos y recursos al fortalecimiento de los CEN-CINAI.

¡Costa Rica no lo merece!: Ni la Alianza del Pacífico, ni el TISA, ni mucho menos el TPP

En el marco de los desafíos de la perenne lucha por la justicia social que se ven en el horizonte para el 2016, el asunto de los TLC’s neoliberales nos ocupará demasiado.

Es que no pudimos contenernos con la lectura del comentario editorial de esta fecha de Navidad, del principal periódico del latifundismo de la plutocracia mediática del país, titulado “Decisión trascendental” (abajo se los copiamos), presionando al señor Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera, a fin de que meta a Costa Rica en la nueva aventura del “libre” comercio de la globalización neoliberal, conocida como el tratado de la Alianza del Pacífico.

A pesar de que la cancillería de la República (el Ministerio de Relaciones Exteriores RR.EE.) de nuestro país ya se entregó, parecer ser que no hay una definición oficial de la presente administración gubernativa.

Recordemos que fue la Expresidenta Laura Chinchilla Miranda, del neoliberal Partido Liberación Nacional (PLN), quien dejó a Costa Rica embarrada en ese proceso de la Alianza del Pacífico; tanto como nos dejó “embarcados” en otro no menos peligroso y perverso en contra de los servicios públicos, de todos los servicios públicos, conocido por sus siglas en inglés como TISA (Trade in Services Agreemen), el Acuerdo Multilateral de Comercio de Servicios; mismo que, en el caso costarricense, negocia en secreto el Ministerio de Comercio Exterior (Comex).

Tanto el TISA como la Alianza del Pacífico tiene vinculación estratégica y directa con el TPP: Trans-Pacific Partnership), que en nuestro idioma se conoce como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica.

Considerando que, querámoslo o no, en el año 2016 nuestra agenda de lucha debe incluir una férrea, radical, organizada y militante oposición a esta “nueva” generación de TLC’s producto del fundamentalismo de la globalización neoliberal de estos momentos; les comparto el artículo siguiente, aparecido en una publicación internacional de análisis geopolítico y de relaciones internacionales que goza de mucho prestigio en esos círculos del poder de las plutocracias hegemónicas tanto de nuestro país como del exterior. Hablamos de la revista FOREIGN AFFAIRS (Latinoamérica).

El artículo, que se denomina “Los secretos del TPP – Restricciones a los derechos laborales” (de mediana extensión, lo advertimos), si bien es de fuente sindical estadounidense, en tal revista de publican trabajos de mucha seriedad y rigurosidad que pueden o no pueden ser compartidos. Por tanto, el artículo que les compartimos no tiene ningún carácter panfletario.

De este artículo, a modo de provocación para su lectura, les transcribimos únicamente los siguientes tres contenidos. Comprobará usted, máxime si anda en estos mismos andares que nosotros, la profundidad de la naturaleza del desafío que implica que nos opongamos a la Alianza del Pacífico, al TISA y al TPP.

“Desde el establecimiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace más de 20 años, Estados Unidos ha firmado acuerdos comerciales que han beneficiado a las empresas multinacionales y a los ricos, al tiempo que los trabajadores y las comunidades pierden poder. La desregulación y las protecciones extraordinarias para los inversionistas han contribuido al estancamiento de los salarios, el empleo precario, la migración masiva, el aumento de la desigualdad y la dilución de la organización democrática como medio para lograr cambios de política”.

“En este momento, los resultados de los acuerdos son claros. Aunque pueden incrementar el volumen general del comercio y de la producción, las ganancias no se reparten equitativamente. La distribución favorece a las corporaciones multinacionales, los accionistas y las instituciones financieras, mientras que los trabajadores enfrentan un estancamiento de los salarios y menor seguridad laboral, y las comunidades tienen menos influencia sobre las decisiones que afectan su vida”.

“Los acuerdos comerciales modernos van mucho más allá del comercio en el sentido tradicional, y dictan la forma en que los gobiernos manejan sus economías y regulan la actividad comercial. Los negociadores del TPP admiten que los aranceles ya son muy bajos y que el objetivo principal del acuerdo se encuentra “detrás de las barreras fronterizas”. Este eufemismo está calculado para fomentar políticas que debilitan o desmantelan las defensas de los trabajadores, la salud pública, los consumidores y el ambiente natural, al tiempo que ofrecen a los inversionistas extranjeros privilegios especiales. Mientras tanto, las débiles disposiciones que rigen los derechos laborales y ambientales incentivan a las empresas a aprovisionarse en lugares donde no se respetan los derechos humanos”.

A continuación compartimos el artículo:

Los Secretos del TTP

Cassandra Waters
Material original de Foreign Affairs Latinoamérica Volumen 15 Número 3

Desde el establecimiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace más de 20 años, Estados Unidos ha firmado acuerdos comerciales que han beneficiado a las empresas multinacionales y a los ricos, al tiempo que los trabajadores y las comunidades pierden poder. La desregulación y las protecciones extraordinarias para los inversionistas han contribuido al estancamiento de los salarios, el empleo precario, la migración masiva, el aumento de la desigualdad y la dilución de la organización democrática como medio para lograr cambios de política.

La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO) cree que el comercio puede ser una fuerza para el bien, pero no es un resultado automático. Evaluar solamente si el volumen del comercio y la producción económica han aumentado oscurece una cuestión más importante: si ese crecimiento crea una sociedad próspera y equitativa. De cada nuevo acuerdo comercial —ya sea en Norteamérica en 1994, Centroamérica y República Dominicana en 2006, Perú en 2009 o Colombia en 2012— se proclama que promoverá buenos empleos, protegerá los derechos laborales y logrará que las comunidades salgan de la pobreza. Ahora se hacen las mismas afirmaciones con respecto al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), a pesar de que ninguno de los acuerdos anteriores ha cumplido dichas promesas.

Estos acuerdos siempre se negocian en secreto, y el TPP no es una excepción. Aunque el ciudadano común no conoce el texto, las declaraciones públicas y las filtraciones dejan en claro que la estructura general del acuerdo repetirá lo establecido en acuerdos anteriores. Una coalición general de sindicatos y grupos de la sociedad civil de los países que negocian el TPP ha expresado serias inquietudes y ha enfrentado a los negociadores del gobierno para ofrecer propuestas de políticas que corregirían los errores del pasado y promoverían la prosperidad compartida. Estas propuestas han sido ignoradas en repetidas ocasiones y se ha favorecido el mismo modelo fallido que se utilizó para diseñar los acuerdos anteriores.

En este momento, los resultados de los acuerdos son claros. Aunque pueden incrementar el volumen general del comercio y de la producción, las ganancias no se reparten equitativamente. La distribución favorece a las corporaciones multinacionales, los accionistas y las instituciones financieras, mientras que los trabajadores enfrentan un estancamiento de los salarios y menor seguridad laboral, y las comunidades tienen menos influencia sobre las decisiones que afectan su vida.

Los acuerdos comerciales modernos van mucho más allá del comercio en el sentido tradicional, y dictan la forma en que los gobiernos manejan sus economías y regulan la actividad comercial. Los negociadores del TPP admiten que los aranceles ya son muy bajos y que el objetivo principal del acuerdo se encuentra “detrás de las barreras fronterizas”. Este eufemismo está calculado para fomentar políticas que debilitan o desmantelan las defensas de los trabajadores, la salud pública, los consumidores y el ambiente natural, al tiempo que ofrecen a los inversionistas extranjeros privilegios especiales. Mientras tanto, las débiles disposiciones que rigen los derechos laborales y ambientales incentivan a las empresas a aprovisionarse en lugares donde no se respetan los derechos humanos.

TRABAJADORES DESPLAZADOS Y DISTORSIÓN DEL MERCADO LABORAL

Incluso los más ardientes defensores de los acuerdos de libre comercio admiten que inevitablemente causan la pérdida y el desplazamiento del empleo. Argumentan que estas pérdidas se compensan con la creación de empleos en otros sectores o con precios al consumidor más bajos. Pero esta dinámica teórica no ha ocurrido en la práctica, ni para Estados Unidos ni para sus socios comerciales.

Los acuerdos comerciales han facilitado y han aumentado lo que a menudo se llama “la caída hasta el fondo”. La protección a los inversionistas, aunada a la presión para la desregulación, ha permitido que las empresas trasladen los segmentos de sus empresas que requieren mucha mano de obra a regiones con leyes débiles y una aplicación laxa. Los trabajadores de diferentes comunidades y países compiten entre sí, lo que hace que los salarios bajen. El desplazamiento incrementa la oferta total de trabajadores, muchos de ellos desesperados y dispuestos a aceptar salarios más bajos. Cuando los trabajadores tratan de negociar mejores salarios y condiciones, los patrones amenazan con llevarse la producción a otro lado.

En Estados Unidos se repite que el crecimiento en sectores como los servicios y la baja de los precios al consumidor compensarán los empleos perdidos a causa de los acuerdos comerciales. En realidad, la pérdida de empleos dignos, en particular en el sector manufacturero, no ha sido compensada con la creación de puestos en otros sectores. Los empleos de mayor crecimiento en el sector de servicios, como la venta al menudeo y la comida rápida, pagan salarios sustancialmente más bajos en promedio, ofrecen menos estabilidad y hay menos posibilidades de ascenso. En general dan pocas prestaciones o ninguna y muchas veces los horarios son irregulares e impredecibles. Numerosos estudios, en particular del Economic Policy Institute, han documentado cómo los trabajadores desplazados terminan aceptando enormes recortes salariales, si es que encuentran otro empleo. Más de un tercio de los trabajadores que pierden su empleo en el sector manufacturero abandonan la fuerza laboral.

El cambio por un trabajo precario y con salario más bajo ha causado pérdidas profundas y duraderas en la economía estadounidense. Esto no solo vulnera a quienes luchan por satisfacer las necesidades básicas de sus familias sin un salario digno, sin asistencia médica ni pensión, sino que además afecta a comunidades enteras. El deterioro del poder adquisitivo trastorna los negocios locales y a los gobiernos municipales y estatales que tienen que mantener escuelas, parques, bibliotecas y sistemas de saneamiento público con bases gravables cada vez más reducidas.

Esta situación no se limita a Estados Unidos; por ejemplo, el TLCAN a veces se presenta como una pérdida para los trabajadores estadounidenses y como una ventaja para México. En realidad, los trabajadores de ambos países han sufrido. En México, el desplazamiento y el deterioro de las empresas nacionales provocaron grandes oleadas de emigrantes que erosionaron comunidades, dividieron familias y obligaron a los trabajadores a buscar empleos más precarios y, en ocasiones, peligrosos. El TLCAN desplazó aproximadamente a dos millones de personas después de que la avalancha de importaciones agrícolas subsidiadas de Estados Unidos ahuyentó a los agricultores de sus tierras. Esto diezmó las comunidades rurales, aumentó la inseguridad alimentaria y provocó la migración hacia los centros industriales de México, o bien, Estados Unidos y Canadá mediante programas de trabajadores invitados temporales o como migrantes indocumentados.

Al mismo tiempo, cerraron muchas empresas locales que producen bienes industriales para el mercado interno y los préstamos a las industrias nacionales disminuyeron. Se redujo la acumulación nacional de capital, así como la demanda laboral que la había acompañado. Si bien hubo un aumento en los empleos industriales en general, muchos pagaban salarios extremadamente bajos. El mayor número de trabajadores desesperados y las restricciones a los derechos laborales, en particular el uso de contratos de protección, inhibieron las negociaciones por mejores salarios. Los precios al consumidor subieron, redujeron en buena medida el valor de un salario mínimo estancado y llevaron a más personas a la pobreza. Numerosas investigaciones, en particular un estudio de 2013 del Banco Mundial, vinculan la caída del empleo digno y el aumento de la desigualdad social con el aumento de los índices de violencia.

Cada nuevo acuerdo comercial ha generado patrones similares de desplazamiento que ejercen una presión a la baja sobre los salarios. En Honduras, los agricultores de subsistencia y las comunidades rurales están siendo expulsados de sus tierras para favorecer los monocultivos de exportación, como el aceite de palma. Los trabajadores rurales solo tienen malas opciones: trabajar por salarios de miseria en las tierras que alguna vez les pertenecieron, ir a las ciudades que ofrecen pocas oportunidades de empleo o arriesgarse a emigrar para buscar trabajo en otros países. Esta situación no se capta en las evaluaciones económicas, que solo tienen en cuenta el aumento de las exportaciones en el marco del Acuerdo Centroamericano de Libre Comercio, sin considerar el costo humano o la forma en que se ha distorsionado el mercado laboral en Honduras y Estados Unidos.

LA PROMESA FALLIDA DE LA PROTECCIÓN LABORAL

Con cada nuevo acuerdo comercial se hace la promesa de que incluirá altos estándares laborales, que exigirán que todos los socios comerciales defiendan y hagan cumplir los derechos laborales fundamentales. Aunque el discurso ha mejorado con el tiempo para reflejar las normas internacionales, la capacidad y la voluntad para hacer cumplir estos compromisos no ha mejorado.

Las negociaciones del TPP incluyen a muchos países que no respetan los derechos laborales fundamentales y que no podrían cumplir ningún acuerdo que requiera la adhesión a estos derechos en el momento en que entrara en vigor. Por ejemplo, Malasia está incluida en la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos de países con el peor historial de trata de personas. Fosas comunes recientemente descubiertas con los cuerpos de decenas de trabajadores migrantes son un escalofriante recordatorio de las consecuencias de la indiferencia del gobierno malayo. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos ha combatido vigorosamente los esfuerzos por evitar la aprobación acelerada de acuerdos comerciales con países que el Departamento de Estado ha clasificado como los peores transgresores con respecto a la trata de personas.

Es muy poco probable que los países del TPP cumplan totalmente con las disposiciones laborales antes de que el acuerdo entre en vigor. Los países que no cumplen con las disposiciones comerciales de los acuerdos están obligados a hacer cambios en sus leyes y en sus prácticas antes de que se concrete el acuerdo, pero a menudo las condiciones laborales se tratan como objetivos deseables.

Cuando Colombia y Estados Unidos iniciaron negociaciones comerciales, se consideraba que Colombia era el lugar más peligroso del mundo para los sindicalistas. Colombia y Estados Unidos firmaron un Plan de Acción Laboral por separado, que prometía reformas pero que no contenía ningún criterio para evaluar si la práctica había cambiado realmente. El gobierno estadounidense no aceptó tomar medidas significativas para garantizar que las empresas estadounidenses operaran en Colombia respetando los derechos humanos y Colombia no estaba obligada a completar las reformas prometidas para que el acuerdo comercial entrara en vigor. Como era de esperar, el entusiasmo por el cambio murió en el momento en que el acuerdo comercial entró en vigor.

Después de 4 años, el Plan de Acción Laboral no se ha implantado por completo y no ha tenido consecuencias para el comercio. En este tiempo, como se ha documentado en los informes de la Escuela Nacional Sindical, los trabajadores colombianos sufrieron más de 1933 amenazas y actos de violencia, entre ellos 105 asesinatos y 1337 amenazas de muerte. A pesar de la promesa de acabar con la subcontratación ilegal, la abrumadora mayoría de los trabajadores de Colombia laboran según acuerdos de empleo informal. Los trabajadores de los sectores de exportación, como la caña de azúcar, la palma y los puertos, generalmente son contratados como temporales, incluso los que han desempeñado el mismo trabajo durante una década o más. No pueden organizarse y les han robado un futuro seguro, ya que los patrones estigmatizan a los que protestan y omiten las obligaciones legales, que incluyen los pagos a la seguridad social y la indemnización para los trabajadores que se lesionan en el trabajo.

Cada socio comercial decide cuándo presentar denuncias (si es que se presentan) para hacer cumplir las disposiciones laborales de los acuerdos comerciales. Los trabajadores pueden presentar denuncias sobre violaciones a sus derechos, pero ha sido muy difícil obtener resultados significativos. En Estados Unidos, numerosos casos reflejan la incapacidad sistémica de proteger los derechos laborales en los programas de visas para trabajadores. Desde los huertos de manzanas de Washington hasta los campos de tabaco de Carolina del Norte, los migrantes se ven obligados a trabajar largas horas, les roban los salarios que han ganado, se exponen a pesticidas y productos químicos peligrosos sin la capacitación o el equipo de seguridad adecuados y viven en condiciones miserables sin alimentos adecuados ni sistemas de higiene. Los trabajadores están atados a sus patrones y no tienen derecho a organizarse. Sin embargo, las reiteradas denuncias no han producido más que algunos cursos de capacitación años después de haber presentado las denuncias, sin que haya cambios sustanciales a las leyes que hacen que estos trabajadores sean vulnerables a la explotación. Por una cruel ironía, muchos llegan a Estados Unidos porque las políticas económicas creadas a partir de los acuerdos comerciales los han dejado sin oportunidades de empleo en su país.

Solo un caso laboral ha llegado a una resolución formal. En 2008, los sindicatos de Guatemala y Estados Unidos presentaron una denuncia conjunta por abusos rampantes en Guatemala, que incluían agresiones contra los sindicalistas y violaciones constantes a los derechos básicos. Después de 6 años, el gobierno de Estados Unidos finalmente llamó al arbitraje. El momento —durante un debate sobre comercio en el que se cuestionaba la eficacia de las disposiciones laborales— les parecerá oportunista a algunos.

El caso Guatemala no abordará la violencia contra los sindicalistas, que quizá sea el problema más grave al que se enfrentan los trabajadores guatemaltecos. En la denuncia del movimiento obrero se incluyeron casos de amenazas, hostigamiento e incluso asesinato. Estados Unidos no planteó ninguno de estos casos en el arbitraje, aunque en sus recapitulaciones establece que los trabajadores enfrentan represalias violentas por reclamar.

El gobierno de Estados Unidos ha afirmado públicamente que ha tomado medidas para hacer frente a la violencia contra los sindicalistas; sin embargo, en lo que respecta a Honduras no ha actuado. En una denuncia presentada en 2011 por activistas laborales se detalla la violencia sistémica y la impunidad. Cuando por fin Estados Unidos dio una primera respuesta por escrito 3 años más tarde, se rehusó explícitamente a llegar a conclusiones sobre la violencia laboral.

Algunos acuerdos comerciales comprometen a los gobiernos a no reducir las normas laborales para atraer inversiones, pero en la práctica estas disposiciones se ignoran. En enero de 2015, Guatemala bajó un salario mínimo que ya era lamentable en el sector de la manufactura ligera en cuatro municipios, con la intención deliberada de atraer inversionistas. En Estados Unidos, los gobiernos estatales y locales han aprobado leyes que restringen la organización sindical, argumentando que así atraerá más negocios. Por su parte, el gobierno peruano ha reformado diversas leyes laborales en paquetes de “mejora de la competitividad”, conocidos como “paquetazos”, que socavan unas protecciones laborales ya débiles y que incluyen sectores clave como las inspecciones de higiene, seguridad y trabajo. Algunas iniciativas se han estancado después de grandes protestas, pero quedan otros, como una regla que exime a las compañías de evitar la discriminación y les permite rechazar a los sindicalistas, a las mujeres embarazadas, a los trabajadores que se han lesionado en el trabajo y a otros trabajadores vulnerables.

En resumen, las protecciones laborales de los acuerdos comerciales no se han traducido en un cambio significativo en la práctica. Los gobiernos no han logrado hacer cumplir sus propias leyes laborales ni han logrado garantizar que las empresas nacionales que operan en el extranjero respeten los derechos laborales. A mediados de 2015, los trabajadores agrícolas de Baja California se organizaron pese a muchas dificultades. Una de sus principales demandas es poner fin a los contratos de protección, en los que los patrones firman acuerdos con sindicatos falsos para impedir que se formen sindicatos democráticos. Los contratos de protección se negocian en secreto sin el conocimiento ni la aceptación de los trabajadores. Por lo general, los trabajadores se enteran de la existencia del sindicato de protección cuando tratan de organizarse. Varias denuncias presentadas en el marco del TLCAN se refieren al uso de contratos de protección para evitar que los trabajadores se organicen en los centros de maquila; poco ha cambiado en 2 décadas.

A medida que las empresas se fragmentan en cadenas de suministro que abarcan diferentes fronteras y continentes, las comunidades de las que dependen para la producción, en particular la producción que utiliza mano de obra no calificada, se consideran intercambiables y prescindibles. Las sedes corporativas no tienen razones para hacer inversiones de largo plazo en mano de obra ni en la infraestructura local. Sobre todo, gracias a la protección a los inversionistas que se hace valer por medio de los acuerdos comerciales, a esas empresas ya no les importa siquiera los principios básicos del Estado de derecho. A medida que los salarios bajos y el trabajo precario ahondan la pobreza de las comunidades, las empresas cargadas de dinero se convierten en clientes políticos cada vez más atractivos. Esto representa para los funcionarios locales incentivos perversos y complacientes para mantener el costo de la mano de obra artificialmente bajo, aun a costa de ignorar los derechos fundamentales.

DESREGULACIÓN Y RESTRICCIONES A LA LEGISLACIÓN

Los acuerdos comerciales no solo hacen que sea más fácil bajar los salarios y diluir las normas, sino que también imponen a los gobiernos que adopten políticas para garantizar el acceso al mercado y condiciones favorables para las empresas extranjeras, independientemente de las necesidades o prioridades de las comunidades locales que se ven afectadas por estas decisiones. En este marco, las medidas de política regional que reflejan opciones sociales sobre cómo resolver problemas y equilibrar los riesgos, incluidas las políticas ambientales, las normas de contratación, los derechos de propiedad intelectual y los reglamentos financieros, se reducen a “barreras comerciales”.

La entrada en vigor del acuerdo de comercio entre Perú y Estados Unidos estuvo marcada por la tragedia. Para cumplir con el acuerdo, el gobierno peruano promulgó regulaciones que otorgaban a las empresas extractivas mayor acceso a la Amazonia. En respuesta, grupos inconformes bloquearon la carretera de Bagua. Las fuerzas de seguridad del gobierno dispararon contra la multitud; por lo menos 32 personas murieron en un conflicto violento provocado por reglas diseñadas para poner las ganancias de las empresas por encima de la autonomía de la comunidad.

Los acuerdos comerciales limitan los programas de contratación pública, pues hacen que sea difícil o imposible que los contratos gubernamentales establezcan una preferencia, mucho menos un requisito, para que las empresas, empleos y negocios locales se adhieran a principios de derechos humanos o mejores normas ambientales. Los gobiernos deberían ser capaces de abordar los problemas sociales —como el desempleo juvenil o las secuelas de la discriminación— agregando reglas a los contratos públicos. El creciente movimiento para incluir la debida diligencia en derechos humanos en las adquisiciones gubernamentales, que defendería las normas laborales a lo largo de la cadena de suministro, también podría ser socavado por las reglas comerciales.

El capítulo sobre propiedad intelectual del TPP se ha filtrado y contiene protecciones que son incluso más amplias que los acuerdos anteriores. El texto permite que las compañías farmacéuticas amplíen la vida de sus patentes haciendo ajustes menores. Esto impediría el acceso a medicamentos fundamentales, lo que ha provocado que organizaciones de salud, como Médicos sin Fronteras, se opongan públicamente el acuerdo. El TPP también contiene un capítulo dedicado exclusivamente a la regulación de la industria financiera. Teniendo en cuenta los efectos duraderos de la Gran Recesión, es muy importante que las políticas comerciales protejan, en lugar de minar, la capacidad de los gobiernos para combatir las crisis económicas y garantizar mercados sostenibles y robustos.

RESOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS ENTRE INVERSIONISTAS Y ESTADOS UNIDOS

Aparte de los gobiernos, los inversionistas son los únicos actores que pueden hacer cumplir los compromisos hechos en los acuerdos comerciales, lo que les da a los individuos ricos y a las empresas un poder excesivo. La resolución de controversias entre inversionistas y Estados (ISDS) permite que los inversionistas extranjeros presenten demandas ante los gobiernos por cualquier medida que afecte sus utilidades actuales e incluso futuras. En lugar de emplear los procedimientos internos, los inversionistas extranjeros presentan sus reclamaciones ante tribunales internacionales privados. Aunque estos paneles no pueden revertir una política, pueden ordenarles a los Estados que paguen indemnizaciones monetarias.

Cada vez se recurre más a la ISDS para impugnar reglamentos destinados a proteger al público y promover el desarrollo sostenible. En marzo de 2015, un panel de ISDS dio un fallo dividido 2-1 en el caso Bilcon vs. Canadá, con la decisión de la mayoría a favor de la compañía minera, cuando un grupo de expertos canadienses había rechazado su oferta para ampliar una cantera en Nueva Escocia. Dos árbitros concluyeron que los contribuyentes canadienses deben pagarle una indemnización a la empresa, en parte porque el panel le dio demasiada importancia a los “valores esenciales de la comunidad” cuando decidió rechazar la solicitud de la empresa. El tercer árbitro, con opinión disidente, reconoció el efecto negativo que tendría sobre la capacidad de los reguladores de responder a la oposición de la comunidad y de promover una gestión ambiental responsable.

El caso Bilcon no es único. Una controversia similar entre la compañía canadiense OceanaGold y el gobierno de El Salvador, que le negó a la empresa un permiso para extraer oro, está pendiente ante un panel de ISDS. La Organización de las Naciones Unidas estima que aproximadamente el 90% del suministro de agua superficial de El Salvador está contaminado y que las comunidades cercanas a las minas sufren índices más altos de cáncer, insuficiencia renal y trastornos del sistema nervioso.

En 2014, el periódico Le Monde informó que la multinacional francesa Veolia estaba impugnando un paquete de reformas laborales en Egipto, resultantes de la Primavera Árabe, entre las que se incluye el aumento del salario mínimo. La compañía estadounidense de energía Lone Pine Resources interpuso recientemente una demanda de 250 millones de dólares contra Canadá porque Quebec prohibió la fracturación hidráulica, una práctica que se ha vinculado con sismos y contaminación del agua potable.

Considerar un problema complejo con amplias implicaciones sociales por medio de la estrecha lente de los derechos de los inversionistas es de por sí problemático. El peligro se agrava por el hecho de que la propia estructura de los paneles de ISDS los inclina a favor de los inversionistas. Como se detalla en el informe de 2012 Profiting from Injustice, los árbitros tienen intereses financieros en el sistema. A diferencia de los jueces, los árbitros son seleccionados individualmente y pagados por el inversionista que presenta la reclamación y por el gobierno acusado. Hay fuertes incentivos para decidir a favor de los inversionistas, ya que esto amplía el número de casos en general y aumenta la posibilidad de que un árbitro siga siendo seleccionado. No hay reglas estrictas que rijan los conflictos de interés, por lo que muchos árbitros deciden sobre los casos y representan a las empresas que interponen las reclamaciones.

Un sistema democrático de justicia tiene mecanismos correctivos. Los juicios erróneos se pueden apelar, los jueces deshonestos pueden ser procesados y el Poder Legislativo puede aprobar o derogar leyes como respuesta a interpretaciones judiciales indeseadas. Es increíblemente difícil apelar las sentencias de la ISDS por cualquier motivo, los árbitros privados no pueden ser procesados y no hay Poder Legislativo que pueda corregir una extralimitación.

La ISDS les da a los inversionistas extranjeros un poder desmesurado sobre la toma de decisiones local. Incluso si el país gana, la defensa de un caso cuesta alrededor de 8 millones de dólares. Dados los enormes costos y la posibilidad de que los fallos sean tendenciosos, es posible presionar a los gobiernos para que cambien las normas o desestimen nuevas propuestas, incluso con la pura amenaza de presentar un caso.

Cuando estas cuestiones se plantean ante los que negocian los aspectos comerciales del TPP, aseguran que el ISDS ya se ha arreglado. Pero la ISDS es intrínseca y fundamentalmente imperfecta, ya que socava el Estado de derecho al proporcionarles a los inversionistas una estructura jurídica distinta de la que utilizan los trabajadores y las comunidades. Esto permite que las empresas multinacionales eviten las desventajas de operar en lugares con sistemas judiciales subdesarrollados o disfuncionales. De hecho, puede ser una ventaja: los inversionistas aprovechan todos los ahorros provenientes de la aplicación laxa en el ámbito laboral y ambiental sin tener que arriesgarse a que sus derechos de propiedad se enfrenten a una falta de justicia similar.

Las promesas previas de que la injusticia del sistema se resolverá y de que se evitarán los casos contra el interés público no se han cumplido. Se supone que la redacción de las normas para las inversiones entre Perú y Estados Unidos evitaría casos que contrariaran las reglas de interés público. Sin embargo, en 2012 la compañía minera Renco, con sede en Nueva York y que opera una fundición en La Oroya, presentó un caso contra el gobierno peruano luego de que se le ordenó a la empresa que limpiara la contaminación de la región y pagara una indemnización a los habitantes que sufrían graves problemas de salud por la contaminación.

Como escribió el economista Joseph Stiglitz en noviembre de 2013, el objetivo real de la ISDS es restringir la capacidad de los gobiernos de regular la conducta corporativa, para conseguir “a hurtadillas (mediante acuerdos comerciales negociados en secreto)” lo que no se podría lograr “mediante un proceso político abierto”.

EL DESAFIO DEL TPP

Los defensores del TPP afirman que este acuerdo es diferente. En realidad, la única diferencia es la escala. El TPP afectará aproximadamente a 792 000 000 ciudadanos de 12 países, así como a cerca del 40% de la economía mundial y está diseñado para aceptar a más países en el futuro. El acuerdo comprometerá a los gobiernos a que adopten un conjunto de políticas muy tendenciosas para beneficio de los inversionistas extranjeros, en particular las empresas multinacionales, y será difícil que los legisladores expresen los cambios en las preferencias políticas y que promulguen políticas económicas progresistas.

El comercio puede aumentar la prosperidad compartida, pero debemos dejar atrás este modelo corrosivo. Una agenda comercial progresista debe incluir protecciones sólidas y viables para los trabajadores, a fin de que los bienes y servicios se intercambien en un terreno parejo y que las compras de los consumidores no sirvan para lesionar los derechos humanos. Por desgracia, el TPP parece estar destinado a repetir los errores del pasado, en lugar de promover un futuro más equitativo.

Hay que parar la matazón en las carreteras

La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), nuevamente, expresa su total respaldo a la reiterada petición que vienen haciendo las autoridades político-administrativas de la Policía de Tránsito a fin de que se dé la apertura de 1.100 nuevas plazas para aportar en una solución integral a la grave situación de violencia y de pérdida de vidas humanas que se está dando en las carreteras nacionales, ante el dramático incremento de la siniestralidad producto de los accidentes de tránsito.

Resulta de enorme imperativo, además, atenuar la grave situación que están viviendo los actuales integrantes de la Policía Tránsito, que están sufriendo alto estrés laboral, delicada situación de sobreexplotación laboral, pesimos salarios y severas alteraciones de su dinámica sociofamiliar, producto de la enorme presión que representa el incremento de los accidentes de tránsito, en contraposición a la escasez de personal que está sufriendo este importante cuerpo de seguridad ciudadana.

Adicionalmente, reiteramos nuestra oposición a que se someta a esta sobreexplotación laboral, a oficiales de la Fuerza Pública misma que, a su vez, enfrenta enormes desafíos en el campo de la seguridad ciudadana ante el avance de la criminalidad común y organizada y las demandas de la gente en sus comunidades por mayores labores en tal campo, más seguidas y más eficientes. No es labor de los y de las policías de la Fuerza Pública hacer partes de tránsito.

Lo que está pasando con el deterioro de los servicios a cargo de la Policía de Tránsito, tan necesarios para la población, ocurre con otro tipo de servicios públicos que presentan importantes niveles de deterioro, tanto por un paulatino proceso de reducción de personal como por recortes presupuestarios realmente alarmantes.

Lo que acontece con la Policía de Tránsito es fiel reflejo, precisamente, de políticas de recorte presupuestario que se volvieron irracionales, irreflexivas y abusivas llegando a ser las responsables directas de la pérdida de vidas humanas. La matazón en las carreteras nacionales, aunque dolorosa, habla por sí misma de esta dramática situación.

Evidentemente, el abordaje del problema apuntado es de carácter integral e interdisciplinario; sin embargo, es inobjetable que suplir la falta de personal en la Policía de Tránsito es un elemento de carácter estratégico que resulta insoslayable.

Urgimos a las máximas autoridades políticas del Poder Ejecutivo, empezando por el propio Presidente de la República (quien recientemente tuvo un drama familiar producto de un accidente de tránsito, sin consecuencias de gravedad que lamentar, dichosamente), para que formulen el debido presupuesto extraordinario y emplacen al parlamento a la apertura de esas 1.100 plazas nuevas en la Policía de Tránsito, tan necesarias para parar y/o reducir al mínimo las tristes y costosas consecuencias, familiares y sociales, de los accidentes en las carreteras del país.