Nuevos tiempos políticos

Pocos minutos después de las 8 de la noche del pasado domingo 2 de febrero de 2014, prácticamente el país se quedó atónito: a uno de los pilares fundamentales de la hegemonía política del capital (en lo que fue convertido el otrora socialdemócrata Partido Liberación Nacional y que ha estado controlando los destinos del país en los últimos años), se le daba sino el más, uno de los tragos más amargos de toda su historia.

La primera cifra dio el campanazo: no alcanzó el 40% de la votación presidencial efectiva, pese a que durante toda la jornada electoral estuvieron fanfarroneando de que lograrían, al menos, el millón de votos.

Luego, al avanzar las horas: lo inesperado: No llegaron ni al 30% del voto presidencial válido; y, horas después recibían el segundo “leñazo”: algo así como “al que no quiere caldo, dos tazas”: tendrán la fracción parlamentaria más pequeña de toda su historia; y, muy probablemente, como bancada de oposición legislativa.

A nivel presidencial, tendrán que vérselas en segunda ronda con la sorpresa de las sorpresas que nos reparó la jornada electoral del pasado domingo 2 de febrero. Porque sí, hubo varias sorpresas, la mayoría agradables para la lucha social en perspectiva.

El Partido Liberación Nacional (PLN), recibió el castigo más que merecido por años de abandono, de renuncia, de renegar de los fundamentos ideológico-filosóficos que le dieron origen y que le dieron grandes glorias de políticas públicas centradas en el bien común.

Desde el más allá, don Pepe, don Rodrigo Facio Brenes y hasta el propio Daniel Oduber Quirós, deben sentirse reivindicados pues sus desvelos de muchísimos años, en sus respectivas épocas, por la construcción de una sociedad relativamente justa y con la menor desigualdad posible, le han reventado en la cara a don Johnny Araya Monge y a su más cercano equipo de campaña. Les han cobrado la factura pendiente por haberse vendido al neoliberalismo.

¡Claro!, después de la “tunda” popular que recibieron, ya nos hablan de “rectificaciones” para la campaña electoral de segunda ronda. Pero, sinceramente, les será muy difícil que una mayoría les crea como para dejarlos en Zapote cuatro años más.

Ya en el 2002 y en la histórica segunda ronda que por primera vez se daba en el país, el hermano de don Johnny, don Rolando Araya Monge (por demás, un extraordinario ciudadano), perdió las elecciones presidenciales. Esto podría ser premonitorio pues del 2002 a hoy, el PLN se hizo todavía más neoliberal.

La sorpresa de las sorpresas, es el primer lugar de la votación presidencial que recibió don Luis Guillermo Solís Rivera, del Partido Acción Ciudadana (PAC), figura salida del PLN. Lamentablemente esto hay que recordárselo a él, pues si gana el 6 de abril y el 8 de mayo venidero asume la Presidencia de la República, deberá estar dando a todas horas y todos los días, señales claras de que su gestión gubernativa es distinta, diferente; y que la misma estará marcada por el más decidido combate a la desigualdad, por la máxima transparencia en la gestión pública, por el bien común y por la justicia social.

Deberá ejercer un liderazgo todavía más firme del que exhibió en esta campaña electoral de primera ronda, para que un eventual gobierno suyo sea en pro de las mayorías que parece le apostarán como para llevarlo a la Casa Presidencial; considerando que dentro de su propia colectividad partidaria no serán pocas las zancadillas conservadoras que, por ejemplo, le generarán problemas cuando se decida a impulsar la imperiosa progresividad tributaria que ocupa nuestra sociedad para empezar a atajar el crecimiento de la desigualdad que hoy parece indetenible.

Desde la perspectiva de los sectores sindicales y sociales en los cuales se da nuestro diario quehacer, nos alegra muchísimo el éxito del Partido Frente Amplio. Esta es otra de las sorpresas más gratas que nos deja el actual proceso electoral.

Sus próximos representantes populares en el parlamento, en términos generales, forjaron su presente visión de mundo y su compromiso social acudiendo en diversas circunstancias y momentos, a la “Democracia de la Calle”, como mecanismo más que legitimado para enfrentar el ataque neoliberal que desde los últimos gobiernos se ejerció contra nuestra institucionalidad republicana heredada desde la gloriosa década de los años 40 del siglo pasado y a partir de la fundación de la Segunda República.

Parece también ser sorpresivo el hecho de que el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), no se “extinguió”, como se pensaba luego del bufonesco episodio del “doctorcito”.

Su nueva fracción parlamentaria tendrá un gigantesco reto para que se les dé la oportunidad de demostrar que, ahora, en verdad, son “social” y son “cristiana”. Y pudieran relanzarse con una “refundación ideológica” si estructuran una alianza parlamentaria de trabajo con las mejores iniciativas de ley que pudieran surgir desde los sectores populares; materializando una operatividad legislativa coordinada con esos y esas congresistas provenientes “de la calle” y que tienen muchas cosas que proponer para poner los pilares de una “nueva Costa Rica inclusiva y solidaria”.

Otra grata sorpresa es la reducción de la presencia y de la incidencia en el escenario de estos “nuevos tiempos políticos”, de la oportunista transmutación de la derecha extrema libertaria que dijo que se había vuelto “cristiana” y que por más poses de espiritualidad que teatralizó (por supuesto que falsas), perdió lo suficiente como para quedar reducida a una posición de francotiradora del gran capital en el nuevo parlamento.

Son muchas las iniciativas, tanto ejecutivas como legislativas que soñamos y que deberán materializarse, como para creer que estamos en “nuevos tiempos políticos”. En próximos comentarios mencionaremos algunas de las más importantes.

La esperanza de un gobierno decente y relativamente progresista, combinada con la acción parlamentaria de un relevante grupo de congresistas provenientes de las luchas sociales (especialmente en los partidos PAC y FA), nos da un optimismo moderado de que, por fin, la hegemonía del capital neoliberal en nuestra sociedad, empieza a ceder paso al surgimiento, aunque sea tímido, de la otra hegemonía: la de lo social, la de lo popular, la de lo ciudadano.

No obstante, ahora más que nunca, pensar en una articulación estratégica de la movilización popular, es una tarea de profunda relevancia para toda la gama diversa de los movimientos sociales.

Una recomposición organizativa, una conjunción de agenda de trabajo y de lucha compartida; en fin, una apelación estructurada al concepto de “Democracia de la Calle” (o como quiera llamársele), será fundamental para aportarle bases sólidas a varias de las nuevas medidas que podrían plantearse en la línea de la construcción de la otra hegemonía por la cual venimos abogando gran cantidad de personas luchadoras sociales en todos estos años de resistencia al neoliberalismo. En definitiva, parece que estamos en los albores de “nuevos tiempos políticos”.

¡Sí! Es sumamente importante ir a votar

¡Sí! Tenemos que ir a votar este domingo 2 de febrero. Hagámoslo masivamente. Tanto para la conformación de la nueva Asamblea Legislativa, como para designar al próximo Presidente de la República. Pero, en este último caso, ¿a quién deberíamos darle nuestro voto?

Se trata de una decisión personalísima. Debe ser un acto sumamente privado con nuestra propia conciencia. Algo muy confidencial con uno mismo. Por tanto, en nuestro caso personal, ya definimos nuestro propio voto luego de convencernos de que ¡sí!, tenemos que ir a votar este domingo 2 de febrero. Tratamos de informarnos lo mejor posible sobre las opciones en mesa, en la medida de las posibilidades a nuestra disposición, según diversas fuentes y medios.

Nos interesa compartirle a usted que nos honra con su lectura, una de esas fuentes informativas que nos pusieron a pensar sobre a quién votarle este domingo. Cayó en nuestras manos un folleto pequeño pero de mucho contenido: “Rehabilitar la Política”, emitido por la Conferencia Episcopal de Costa Rica (Cecor), planteando “Algunos criterios éticos para iluminar el proceso electoral y la vida democrática 2013 – 2014”.

Algunas de las más importantes frases indicadas en ese documento nos condujeron a nuestra propia decisión pues las contrastamos con varias de las propuestas presidenciales más notorias. Empecemos: “El verdadero amor no tolera las desigualdades ni las injusticias”. Los obispos ticos lo afirman de manera contundente, en el apartado “Justicia Social y Bien Común”. Además, nos recuerdan un principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia: “los bienes de este mundo están originariamente destinados a todos”.

Agregan que “el futuro nos exige una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza”. Fíjense ustedes: “erradicar la pobreza”; es decir, no “atenderla”, tolerarla, asistirla, repartir migajas… de lo que se trata es de erradicarla, según los obispos ticos. Solamente con tener presente este principio cristiano con miras al voto del próximo domingo, pensamos que más de la mitad de las opciones presidenciales se descalifican, según nuestro modesto entender.

Varias de las propuestas presidenciales nos remiten a otro importante señalamiento de los obispos costarricenses. Dicen ellos: “La banalización del discurso y del quehacer político se ha hecho una práctica sistemática en nuestra vida democrática. Hay una evidente ruptura entre el ‘deber ser’ de la política y la realidad que ha generado, a su vez, un ambiente de creciente desafección y desconfianza”. No hay duda de que la Cecor atina con este señalamiento, para explicar por qué hay tanta gente que no quiere ir a votar. ¡Pues claro! Bastantes eslóganes de la campaña electoral que termina contienen mensajes banales (“pura paja”, en el lenguaje del pueblo).

Si en verdad el desafío a juicio de los obispos costarricenses es “erradicar la pobreza”; y si la “banalización del discurso” han estado presente en bastantes de las ofertas electorales que conocimos en este campaña, menos de cuatro de ellas estarían quedando como “válidas” para recibir nuestro voto, según pensamos nosotros.

En el apartado de “Honestidad y Transparencia” del folleto católico en comentario, leemos: “Se necesita mucha fuerza y mucha perseverancia para conservar la honestidad que debe surgir de una nueva educación que rompa el círculo vicioso de la corrupción imperante. Realmente necesitamos mucho esfuerzo para avanzar en la creación de una verdadera riqueza moral que nos permita prever nuestro propio futuro”. (Esta cita, a su vez, nos remite a la V Conferencia de Aparecida, n. 507, una gran reunión del episcopado latinoamericano que todos deberías analizar con cuidado).

No menos impactante es este otro criterio del documento “Rehabilitar la Política”: “La corrupción es el abuso de poder en el ámbito del gobierno o en el sector privado para el beneficio o el enriquecimiento personal. Siempre son los pobres los que pierden pues se instrumentaliza a la persona humana utilizándola con desprecio, ignorándola o excluyéndola, para conseguir intereses egoístas, personales o grupales”.

El sistema político tradicional nos “ofrece” para este domingo 2 de febrero, varias opciones de candidaturas presidenciales, insertas totalmente en él, o “periféricas” del mismo. Varias de las que están insertas totalmente son las responsables de que no se haya erradicado la pobreza, de la banalización del discurso, del elitismo, de la ruptura entre el “deber ser” de la política con la realidad y de la corrupción producto del abuso del poder.

Y varias de esas candidaturas “periféricas” se conforman con “agarrar” algo en el marco de esa lógica de perpetuación de un sistema que ya no da para el bienestar de las mayorías. Al menos esa es nuestra conclusión de la iluminación que nos dan los obispos ticos de cara al proceso electoral que culmina este domingo 2 de febrero… Aunque podría no ser así (posible segunda ronda, el primer domingo de abril).

Nuestro propio voto, en consecuencia, va en otra dirección. La sustancialidad de los desafíos que hay por delante en nuestra querida Patria, no da para seguir posibilitando la prolongación de un estado de cosas que deben modificarse si, en verdad, queremos, de corazón y por conciencia, “Rehabilitar la Política”.

No creemos en las transmutaciones camaleónicas de los oportunistas que ahora se rasgan las vestiduras para pretender que les creamos que son “humanistas cristianos”; ni tampoco creemos que, de un día para otro, aquellos que renegaron de los valores históricos y clásicos de una genuina filosofía socialdemócrata como la que se practica en los países escandinavos, volverán a ellos así como así.

Al final de su documento, los obispos costarricenses sentencian: “Con plena convicción afirmamos que todos los costarricenses debemos proponernos la urgente revolución ética, en todos los estratos y actividades de la sociedad”. Vistas así las cosas, no creemos que lo “viejo” esté legitimado para esa “revolución ética, como para darle nuestro valioso voto. ¡Sí!, es sumamente importante ir a votar este domingo 2 de febrero.

El complot contra Diario Extra

Una profunda indignación nos ha causado la perturbadora denuncia que el Diario Extra ha planteado ante el país, en su primera plana de este lunes 20 de enero de 2014, “Poder Judicial espía periodistas”, indicando de una gravísima actitud de corte totalitario de acoso a sus fuentes, por parte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y del Ministerio Público (MP).

Evidentemente la popularidad del Diario Extra es inobjetable y por ser el periódico de mayor circulación en el país, es claro que su peso en la definición de corrientes de opinión pública, debe irritar a quienes viven en las esferas del poder; el visible (la institucionalidad) y el invisible (quien mueve sus hilos tras bambalinas).

Considerando lo maltrecha que está la democracia y la creciente desconfianza de la ciudadanía en su clase gobernante (Poder Judicial, incluido), el sistema en deterioro debe acudir a herramientas “atípicas” para garantizar su preservación y, con ello, asegurar la permanencia del control de las redes del poder gubernativo en manos de la minoría y en contra de las mayorías. Esto explicaría, en parte, el caso del espionaje electrónico que está saliendo a flote.

Cuando esas mayorías se sienten abandonadas por sus gobernantes; cuando esas mayorías se sienten excluidas de los beneficios del crecimiento económico; cuando esas mayorías contemplan que los del poder viven llenos de privilegios, prebendas, producto del favoritismo, del tráfico de influencias y de la corrupción; entonces las conciencias más críticas dentro de esas mayorías acuden a instancias que sí les escuchan, que sí les toman en serio, que sí les dan espacio de expresión y que sí harán lo pertinente para que la verdad aflore.

Es ésta una de las claves que han convertido al Diario Extra en el periódico más popular del país y por eso muchos ciudadanos, especialmente personas trabajadoras del sector Público, acuden a sus periodistas para denunciar y para pedirles que investiguen todo tipo de presuntas anomalías e irregularidades.

Por tanto, Diario Extra es una fuerza mediática de control ciudadano y de naturaleza imprescindible para oxigenar y salvar el sistema democrático del cáncer que le carcome: la corrupción, el tráfico de influencias, los privilegiados del poder hegemónico dominante y el crecimiento de la desigualdad y de la exclusión.

Por eso la impresionante denuncia de que los periodistas de Diario Extra y el periódico mismo han sido espiados electrónicamente, escuchándose y registrándose sus conversaciones telefónicas con sus respectivas fuentes denunciantes, tiene que ser visto como una especie de conjura, de complot, urdido para intimidar a sus comunicadores, para hostigar a la empresa como tal y enviarle un mensaje amenazante al mejor estilo de la “cosa nostra”.

Además, pretende también impactar al funcionario que decide acudir a Diario Extra, bajo la confidencialidad de la fuente, para indicarle que su número telefónico está quedando registrado, que sus mensajes de texto serán leídos y que, por tanto, no confíe en el anonimato o la discrecionalidad porque será plenamente identificado.

Entonces, aquí empieza a dimensionarse la magnitud de la monstruosidad urdida para el desarrollo del espionaje periodístico en contra del Diario Extra, pues es evidente que pretende ir más allá del medio, para alcanzar a la ciudadanía denunciante, especialmente la que por su posición laboral en el sector Público está en condiciones de poseer información que el pueblo debe saber en todo momento, aunque genere molestias en las jerarquías del poder.

Ahora bien, en este caso, se puso en la picota al mismísimo Poder Judicial, sobre el cual, ya de por sí, hay depositada una buena dosis del resentimiento, molestia y cuestionamiento ciudadano sobre el sistema político dominante y la clase hegemónica que lo controla.

Difícilmente el Poder Judicial pueda reponerse de este severo golpe a su credibilidad, a su transparencia y a su misma legitimidad, que se le ha propinado desde sus propias entrañas: el OIJ y el MP. A menos que la magnitud de la reacción para atenuar este grave golpe, sea de tanto impacto como la agresión cometida contra la democracia y el derecho de pueblo a saber qué está aconteciendo con la cosa pública.

Si leemos cuidadosamente la denuncia pública de Diario Extra sobre el espionaje de que ha sido víctima, de entrada se pueden sacar dos conclusiones. Una, que el OIJ y el MP tienen su propia dinámica política de tal calibre como para saltarse la ley y espiar a quien sea, sin que nada se los impida y sea la impunidad la que prive en estos casos de acciones de control de sesgo totalitario.

Dos, que, una existe una fuerte dosis de permisividad política desde la propia magistratura del Poder Judicial, para dar vía libre al espionaje político y a la violación constitucional a la protección de la privacidad de las comunicaciones telefónicas y electrónicas de los ciudadanos. Nosotros pensamos que hay elementos en ambos sentidos.

Sin duda alguna, el espionaje electrónico contra Diario Extra, tanto el ejercido por medio de la intervención de los celulares de sus periodistas y el registro de llamadas realizadas y recibidas, tanto como la lectura de sus mensajes de texto; además, el espionaje de llamadas recibidas y realizadas desde la misma central telefónica del periódico, nos está indicando que también han quedado registrados en igual calibre, los números de toda clase de personas que por motivo de la gran confianza que da Diario Extra para atender con respeto y eficiencia de la denuncia, hayan llamado a sus personeros.

Igualmente, es dable pensar que otros periodistas de otros medios también han sido, están siendo y serán siendo objeto del espionaje electrónico salido del Poder Judicial. Es de aplaudir la rápida reacción solidaria de la prensa nacional en lo que podría catalogarse como el episodio más grave en contra de la libertad de expresión de las últimas décadas.

Sin embargo, la reacción de la ciudadanía, de todo tipo de organizaciones (incluidas las sindicales), es de urgente necesidad.

No obstante, se ocupa de una fuerte reacción desde la sociedad civil organizada (incluidos los sindicatos), para enfrentar el complot contra Diario Extra y potenciarlo, fortalecerlo como la tribuna periodística cotidiana más abierta a las necesidades populares y a las denuncias del pueblo.

Además, se necesita una fuerte reacción ciudadana para que los jerarcas judiciales implicados en el espionaje electrónico (aquellos visibles y quienes les estimulan para tal agresión a la democracia), rindan cuentas a profundidad de su perverso accionar.

Y es aquí donde es necesario que reflexionemos porque no creemos que esto sea un caso “aislado” de unos jerarcas desaforados por el poder que les ha sido otorgado que están cruzando la línea divisoria entre la libertad y el totalitarismo, vía el espionaje electrónico que están ejecutando contra periodistas, contra medios legítimos de prensa (Diario Extra y también el propio Grupo Extra), y contra las personas denunciantes a nivel individual y a nivel organizacional.

Porque lo que tenemos que pensar es que guardando las dimensiones imprescindibles que debemos tomar en cuenta, la denuncia de Diario Extra tiene parangón con lo que el valiente ciudadano estadounidense Edward Snowden hizo al revelar la profundidad del espionaje gubernamental gringo en contra de su propio pueblo, en contra de gobiernos extranjeros, incluidos sus propios amigos.

Por eso es que es relevantísimo que se llegue a lo más profundo del espionaje electrónico del que ha sido víctima Diario Extra y que se sepan los nombres de todas las personas espiadas (periodistas, ciudadanos y organizaciones); que se den a conocer las circunstancias de cada caso; que se dé a conocer los protocolos seguidos para determinar una acción de escucha telefónica y/o de lectura de mensajes de texto; que se dé a conocer la naturaleza de la plataforma tecnológica empleada y qué entidades y personas expertas la instalaron y la gestionan; que se dé a conocer el destino de los despachos jerárquicos a los cuales se envía tal información y otros detalles.

Y aquí no podemos dejar de mencionar al mismísimo gobierno actual con su propia agencia de espionaje, la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), en el sentido de cuáles son sus relaciones con el espionaje ejecutado desde el OIJ y desde el Ministerio Público. ¿Se coordinan entre sí? ¿Comparten la misma plataforma tecnológica para el espionaje telefónico- electrónico? Por supuesto que no es posible pensar que no exista cooperación bilateral en materia de espionaje e inteligencia entre el propio Poder Judicial y el propio Gobierno.

Es ingenuo pensar que en Casa Presidencial (que tiene bajo su control a la DIS), no estuvieran al tanto de que se espiaba a Diario Extra desde ya había bastante tiempo. Porque también es real que en la propia Casa Presidencial resienten que Diario Extra sea una potente voz de canalización de la protesta ciudadana en todas sus manifestaciones (incluida la que nosotros llamamos como “Democracia de la Calle”); y es lógico pensar que más de uno, en la Casa Presidencial y en Poder Judicial desearía que no existiera Diario Extra. Indudablemente que desde la propia Casa Presidencial también es exigible esperar explicaciones contundentes.

Como vemos, esto apenas está empezando. Esperamos que esto genere la mayor conciencia crítica ciudadana en los próximos días, pero de manera activa. Es decir, hay que salir a la calle para evitar que el complot para acallar a Diario Extra se consolide. A nivel sindical, al menos, esperamos un acuerdo interorganizacional al respecto.

El complot contra Diario Extra

Una profunda indignación nos ha causado la perturbadora denuncia que el Diario Extra ha planteado ante el país, en su primera plana de este lunes 20 de enero de 2014, “Poder Judicial espía periodistas”, indicando de una gravísima actitud de corte totalitario de acoso a sus fuentes, por parte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y del Ministerio Público (MP).

Evidentemente la popularidad del Diario Extra es inobjetable y por ser el periódico de mayor circulación en el país, es claro que su peso en la definición de corrientes de opinión pública, debe irritar a quienes viven en las esferas del poder; el visible (la institucionalidad) y el invisible (quien mueve sus hilos tras bambalinas).

Considerando lo maltrecha que está la democracia y la creciente desconfianza de la ciudadanía en su clase gobernante (Poder Judicial, incluido), el sistema en deterioro debe acudir a herramientas “atípicas” para garantizar su preservación y, con ello, asegurar la permanencia del control de las redes del poder gubernativo en manos de la minoría y en contra de las mayorías. Esto explicaría, en parte, el caso del espionaje electrónico que está saliendo a flote.

Cuando esas mayorías se sienten abandonadas por sus gobernantes; cuando esas mayorías se sienten excluidas de los beneficios del crecimiento económico; cuando esas mayorías contemplan que los del poder viven llenos de privilegios, prebendas, producto del favoritismo, del tráfico de influencias y de la corrupción; entonces las conciencias más críticas dentro de esas mayorías acuden a instancias que sí les escuchan, que sí les toman en serio, que sí les dan espacio de expresión y que sí harán lo pertinente para que la verdad aflore.

Es ésta una de las claves que han convertido al Diario Extra en el periódico más popular del país y por eso muchos ciudadanos, especialmente personas trabajadoras del sector Público, acuden a sus periodistas para denunciar y para pedirles que investiguen todo tipo de presuntas anomalías e irregularidades.

Por tanto, Diario Extra es una fuerza mediática de control ciudadano y de naturaleza imprescindible para oxigenar y salvar el sistema democrático del cáncer que le carcome: la corrupción, el tráfico de influencias, los privilegiados del poder hegemónico dominante y el crecimiento de la desigualdad y de la exclusión.

Por eso la impresionante denuncia de que los periodistas de Diario Extra y el periódico mismo han sido espiados electrónicamente, escuchándose y registrándose sus conversaciones telefónicas con sus respectivas fuentes denunciantes, tiene que ser visto como una especie de conjura, de complot, urdido para intimidar a sus comunicadores, para hostigar a la empresa como tal y enviarle un mensaje amenazante al mejor estilo de la “cosa nostra”.

Además, pretende también impactar al funcionario que decide acudir a Diario Extra, bajo la confidencialidad de la fuente, para indicarle que su número telefónico está quedando registrado, que sus mensajes de texto serán leídos y que, por tanto, no confíe en el anonimato o la discrecionalidad porque será plenamente identificado.

Entonces, aquí empieza a dimensionarse la magnitud de la monstruosidad urdida para el desarrollo del espionaje periodístico en contra del Diario Extra, pues es evidente que pretende ir más allá del medio, para alcanzar a la ciudadanía denunciante, especialmente la que por su posición laboral en el sector Público está en condiciones de poseer información que el pueblo debe saber en todo momento, aunque genere molestias en las jerarquías del poder.

Ahora bien, en este caso, se puso en la picota al mismísimo Poder Judicial, sobre el cual, ya de por sí, hay depositada una buena dosis del resentimiento, molestia y cuestionamiento ciudadano sobre el sistema político dominante y la clase hegemónica que lo controla.

Difícilmente el Poder Judicial pueda reponerse de este severo golpe a su credibilidad, a su transparencia y a su misma legitimidad, que se le ha propinado desde sus propias entrañas: el OIJ y el MP. A menos que la magnitud de la reacción para atenuar este grave golpe, sea de tanto impacto como la agresión cometida contra la democracia y el derecho de pueblo a saber qué está aconteciendo con la cosa pública.

Si leemos cuidadosamente la denuncia pública de Diario Extra sobre el espionaje de que ha sido víctima, de entrada se pueden sacar dos conclusiones. Una, que el OIJ y el MP tienen su propia dinámica política de tal calibre como para saltarse la ley y espiar a quien sea, sin que nada se los impida y sea la impunidad la que prive en estos casos de acciones de control de sesgo totalitario.

Dos, que, una existe una fuerte dosis de permisividad política desde la propia magistratura del Poder Judicial, para dar vía libre al espionaje político y a la violación constitucional a la protección de la privacidad de las comunicaciones telefónicas y electrónicas de los ciudadanos. Nosotros pensamos que hay elementos en ambos sentidos.

Sin duda alguna, el espionaje electrónico contra Diario Extra, tanto el ejercido por medio de la intervención de los celulares de sus periodistas y el registro de llamadas realizadas y recibidas, tanto como la lectura de sus mensajes de texto; además, el espionaje de llamadas recibidas y realizadas desde la misma central telefónica del periódico, nos está indicando que también han quedado registrados en igual calibre, los números de toda clase de personas que por motivo de la gran confianza que da Diario Extra para atender con respeto y eficiencia de la denuncia, hayan llamado a sus personeros.

Igualmente, es dable pensar que otros periodistas de otros medios también han sido, están siendo y serán siendo objeto del espionaje electrónico salido del Poder Judicial. Es de aplaudir la rápida reacción solidaria de la prensa nacional en lo que podría catalogarse como el episodio más grave en contra de la libertad de expresión de las últimas décadas.

Sin embargo, la reacción de la ciudadanía, de todo tipo de organizaciones (incluidas las sindicales), es de urgente necesidad.

No obstante, se ocupa de una fuerte reacción desde la sociedad civil organizada (incluidos los sindicatos), para enfrentar el complot contra Diario Extra y potenciarlo, fortalecerlo como la tribuna periodística cotidiana más abierta a las necesidades populares y a las denuncias del pueblo.

Además, se necesita una fuerte reacción ciudadana para que los jerarcas judiciales implicados en el espionaje electrónico (aquellos visibles y quienes les estimulan para tal agresión a la democracia), rindan cuentas a profundidad de su perverso accionar.

Y es aquí donde es necesario que reflexionemos porque no creemos que esto sea un caso “aislado” de unos jerarcas desaforados por el poder que les ha sido otorgado que están cruzando la línea divisoria entre la libertad y el totalitarismo, vía el espionaje electrónico que están ejecutando contra periodistas, contra medios legítimos de prensa (Diario Extra y también el propio Grupo Extra), y contra las personas denunciantes a nivel individual y a nivel organizacional.

Porque lo que tenemos que pensar es que guardando las dimensiones imprescindibles que debemos tomar en cuenta, la denuncia de Diario Extra tiene parangón con lo que el valiente ciudadano estadounidense Edward Snowden hizo al revelar la profundidad del espionaje gubernamental gringo en contra de su propio pueblo, en contra de gobiernos extranjeros, incluidos sus propios amigos.

Por eso es que es relevantísimo que se llegue a lo más profundo del espionaje electrónico del que ha sido víctima Diario Extra y que se sepan los nombres de todas las personas espiadas (periodistas, ciudadanos y organizaciones); que se den a conocer las circunstancias de cada caso; que se dé a conocer los protocolos seguidos para determinar una acción de escucha telefónica y/o de lectura de mensajes de texto; que se dé a conocer la naturaleza de la plataforma tecnológica empleada y qué entidades y personas expertas la instalaron y la gestionan; que se dé a conocer el destino de los despachos jerárquicos a los cuales se envía tal información y otros detalles.

Y aquí no podemos dejar de mencionar al mismísimo gobierno actual con su propia agencia de espionaje, la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS), en el sentido de cuáles son sus relaciones con el espionaje ejecutado desde el OIJ y desde el Ministerio Público. ¿Se coordinan entre sí? ¿Comparten la misma plataforma tecnológica para el espionaje telefónico- electrónico? Por supuesto que no es posible pensar que no exista cooperación bilateral en materia de espionaje e inteligencia entre el propio Poder Judicial y el propio Gobierno.

Es ingenuo pensar que en Casa Presidencial (que tiene bajo su control a la DIS), no estuvieran al tanto de que se espiaba a Diario Extra desde ya había bastante tiempo. Porque también es real que en la propia Casa Presidencial resienten que Diario Extra sea una potente voz de canalización de la protesta ciudadana en todas sus manifestaciones (incluida la que nosotros llamamos como “Democracia de la Calle”); y es lógico pensar que más de uno, en la Casa Presidencial y en Poder Judicial desearía que no existiera Diario Extra. Indudablemente que desde la propia Casa Presidencial también es exigible esperar explicaciones contundentes.

Como vemos, esto apenas está empezando. Esperamos que esto genere la mayor conciencia crítica ciudadana en los próximos días, pero de manera activa. Es decir, hay que salir a la calle para evitar que el complot para acallar a Diario Extra se consolide. A nivel sindical, al menos, esperamos un acuerdo interorganizacional al respecto.

Sin cacao no hay chocolate 2

En la medida de lo posible hemos estado siguiéndole la pista a la serie de ofrecimientos y promesas de los candidatos presidenciales, especialmente las de los que han sido puestos en los “primeros” lugares de las encuestas y/o de las intenciones de voto de quienes parece que sí irían a votar.

Y cada vez que les escuchamos y/o leemos sus declaraciones, lo que se nos ocurre pensar es cómo harán para tener la plata suficiente y así realizar tanta cosa prometida.

Entonces llegamos a la conclusión de que para que el pueblo que elegirá a uno de ellos no se sienta, una vez más, estafado políticamente como ha venido sucediendo, el nuevo Presidente deberá arrollarse las mangas, amarrarse fuertemente los pantalones y rodearse de la gente más sana para entrarle durísimo a lo que nosotros consideramos como el reto más gigantesco de quien gane el 2 de febrero (si es que no hay segunda ronda), de su gestión: el problema del déficit fiscal y su solución de fondo, según nuestra visión: la Transformación Tributaria Estructural.

Para atacar semejante problema y propiciar una solución de fondo, ¡lo sentimos!, pero no podrán echar a la calle a los empleados públicos y a las empleadas públicas; ya no podrán recortar más gasto por la gran inflexibilidad del mismo dado que casi todo está dado por destinos específicos claramente señalados por ley; ya no podrán privatizar más porque hasta el candidato más notable de la derecha ahora dice que ya no es privatizador; entonces, ¿qué le queda al ganador? Nosotros pensamos que la única alternativa es esa Transformación Tributaria Estructural, como nos gusta llamarla, a fin de que en su gobierno tenga plata disponible para hacer, de verdad, algo de lo que está prometiendo.

Por eso debemos insistir en una seria y responsable propuesta formulada desde lo sindical-social para esta Transformación Tributaria Estructural; propuesta que mencionamos la semana pasada: “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo y la reactivación del empleo”.

Si el nuevo Presidente, en verdad, va a gobernar para las mayorías y quiere reducir el principal mal nacional de estos momentos, el crecimiento de la desigualdad, entonces deberá, por ejemplo: 1) Identificar y analizar las modalidades más significativas del fraude fiscal, sus causas y sus efectos. 2) Evaluar las normas legales disponibles para la prevención y el castigo del fraude, así como identificar las omisiones y debilidades que restan efectividad a la lucha contra la evasión. Igualmente, con una especie de declaratoria de emergencia, debe procederse a una “revisión integral de las exoneraciones a los sectores económicos privilegiados en materia impositiva”, como lo mencionamos en el apartado quinto de nuestra propuesta “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo y la reactivación del empleo”.

Los propios estudios del Ministerio de Hacienda indican que en el 2013, las exoneraciones fiscales superaron los ¡1,4 billones de colones!; es decir, un 5.77% del Producto Interno Bruto (PIB); cantidad muy parecida al porcentaje del déficit fiscal que tiene “aterrorizados” a los políticos y economistas que siguen a pie juntillas los postulados del dogma económico neoliberal.

Enfrentarse a este tipo de privilegios no es jugando. En este ámbito de las exoneraciones están varios de los grupos corporativos y empresariales más fuertes del país, muchos de los cuales financian campañas electorales.

Nosotros pensamos que esta es la primera prueba de fuego para medir el talante y la fortaleza del nuevo mandatario si éste quiere irse hacia el otro lado de la acera: la de la estratégica política de ataque al crecimiento de la desigualdad, que es algo radicalmente distinto al combate a la pobreza.

La segunda prueba de fuego según nuestro entender en esto que llamamos la Transformación Tributaria Estructural y con base en la indicada propuesta “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo y la reactivación del empleo”, es en el tema del “Impuesto sobre la renta: Renta mundial y renta global”, que aparece en el apartado noveno de este planteamiento social sindical.

Cuatro temas provocadores, sensibles al gran capital pero que el nuevo mandatario, si tiene las agallas suficientes, no puede eludir: a) impuestos sobre la renta de las empresas: una tasa impositiva “competitiva” pero reduciendo los escudos fiscales (generales y sectoriales); b) impuestos sobre la renta personal: avanzar hacia renta mundial y global; c) impuesto a las ganancias de capital: al menos en bienes inmuebles; d) impuesto (temporal) a las transacciones financieras (el impuesto “Robin Hood”).

La meta a alcanzar es que en el caso del impuesto sobre la renta, éste llegue a representar, al menos, el 40 % de los ingresos tributarios totales, lo que se lograría con sólo atacar la evasión. No se considera en esta propuesta el impuesto sobre las utilidades porque es altamente regresivo dado su fácil traslado; y, lo que debe fortalecerse en esto del impuesto sobre la renta, es la parte personal no la salarial.

¿Quiénes evaden y se roban los impuestos? Bueno, no es la clase trabajadora asalariada. Ésta no puede deshacerse de los dos más importantes impuestos que pesan sobre sus ingresos: el de ventas y el de renta. El de ventas, el trabajador lo paga, directamente, al momento de la compra, en el mismo instante de la misma. Él no lo roba. Si se lo roban, es el dueño del establecimiento.

En el caso del impuesto de la renta, si el salario cae dentro del rango en que el mismo debe aplicarse, pues de una sola vez, es deducido de planilla, “implacablemente”, por semana, por quincena, por mes. Si el patrono no lo entrega, no es el trabajador el que se le robó.

En el caso de las exoneraciones y exenciones fiscales, ¿quién las disfruta, quién las recibe, quién las pide y tramita? Pues no es el trabajador “común y silvestre”. Puede haber casos en que, de manera indirecta, esas exoneraciones y esas exenciones son para bienes y servicios que, supuestamente, los recibe el trabajador a menor costo; pero estamos seguros de que, por lo menos, si representaran un 3% del PIB y no un 6% como ahora, el problema del déficit fiscal empezaría a ser corregido, estratégicamente hablando y sin más sacrificios para el pueblo trabajador.

Entonces, como vemos, deberá ser muy valiente el nuevo Presidente; deberá buscar acercarse a los sectores sociales organizados que durante tantos años vienen luchando en contra de la desigualdad; deberá estar dispuesto, él mismo, como Presidente, a encabezar manifestaciones populares y cívicas para enfrentar la furia, la calumnia, la campaña infame del gran capital cuando ésta sienta que no puede seguir robando más y cuando éste sienta que deberá tributar un poco más reduciendo su tasa de ganancia aunque sin sufrir deterioro estratégico.

Pero, en verdad, ¿habrá alguno de estos aspirantes a la Presidencia de la República que quiera ser un verdadero Jefe de Estado y no un peón administrador de la cosa pública, gestionando lo poquito que ese capital le deja como margen de maniobra, tal y como han venido haciéndolo en los últimos “gobiernos”? Sinceramente, dudamos que haya alguno de ellos con semejantes… Ojalá nos equivoquemos.

Sin cacao no hay chocolate

Estamos ya a pocos días de las elecciones para que este país tenga una nueva persona en la Presidencia de la República (aunque ya son bastantes las opiniones acerca de una eventual segunda ronda).

Es una “belleza” la cantidad de ofrecimientos que se le están formulando a la ciudadanía, especialmente la que compone el pueblo trabajador que, por demás, representa la gran mayoría del electorado empadronado y habilitado para votar. La desbocada carrera por agarrar votos multiplica la oferta propia de la “mercadotecnia” electoral.

Abundan los ofrecimientos de corte social, progresista, reformista, socialista. En el marco de nuestra realidad nacional actual, eso no está nada mal, considerando que Costa Rica es el país de la América Latina donde la desigualdad ha crecido más.

Además, tenemos alto desempleo, tenemos graves violaciones a la legislación laboral, trabajo “esclavo”, aumento en la informalidad, precariedad salarial y un acelerado proceso de concentración de la riqueza.

Con este escenario y desde una perspectiva de los movimientos sociales como lo es la nuestra, tales ofrecimientos llaman la atención, se les ve en la línea correcta y si cogen rango de política pública con determinado triunfo electoral, pues uno debe alegrarse por las posibilidades de justicia social que se abren para ese gran segmento del pueblo que, poco a poco, va siendo relegado, excluido, “descartado” de los beneficios del crecimiento económico.

Sin embargo, no encontramos una mejor expresión popular que aquella que nos dice de que “sin cacao no hay chocolate”, a la hora del desafío de la materialización concreta de alguno o de varios de ese tipo de ofrecimientos “sociales”.

Efectivamente, cualquiera de esas propuestas electorales de corte social, reformista, progresista y/o socialista ocupará de plata, dinero contante y sonante, más recursos en las arcas públicas. Pero eso no está a la mano en estos momentos, habida cuenta del problema número uno que enfrentará la persona que llegue a la Presidencia: el déficit fiscal. ¡Sí!, el gigantesco déficit fiscal que, gústenos o no, es una grave amenaza para la institucionalidad republicana y para la propia paz social.

Pero propiciar la resolución de este gravísimo problema pasa por entrarle durísimo a impulsar una Transformación Tributaria Estructural. Aquí sí se comprobaría de qué madera estaría forjado el nuevo Presidente de la República como para enfrentarse, con valentía y claridad, a los poderosísimos intereses del gran capital, especialmente el de signo financiero-bancario que tiene fuertes vínculos transnacionales; a fin de generar modificaciones legales y ejecutivas para que los nuevos recursos frescos que se ocuparían para una nueva política de inclusión social, lleguen a las arcas públicas.

Es por ello que un relevante grupo de organizaciones sindicales y sociales pone en el tapete su propuesta “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo de la reactivación del empleo”; proceso sostenido y responsable de muchos meses de gestación concretado con el auspicio de la Fundación Friedrich Ebert de la República Federal de Alemania.

Este extraordinario aporte social, lamentablemente muy invisibilizado a nivel de opinión pública, da en el clavo apuntando los cinco elementos centrales del problema del déficit fiscal que nos amenaza a todos como sociedad: 1) Una baja carga tributaria. 2) Una estructura tributaria que incluso los más optimistas consideran “moderadamente regresiva”. 3) Una evasión fiscal de cuantiosas proporciones, fiscal y éticamente inaceptable. 4) Una administración tributaria con algunos avances pero que todavía mantiene importantes debilidades (sistemas informáticos, falta de personal suficientemente calificado, estructura organizativa). 5) Una legislación tributaria sumamente generosa con ciertos sectores económicos (exoneraciones, escudos fiscales, facilidades para la elusión, tasas preferenciales) y con debilidades en el régimen sancionatorio y en la prevención de la evasión.

Si el nuevo Presidente quiere, en verdad, realizar una gestión gubernativa de trascendencia deberá tener las agallas suficientes para abordar estos cinco graves aspectos que han provocado el problema número uno del país: el crecimiento de la desigualdad. Enfrentar éste es, repetimos, entrarle duro al asunto del déficit fiscal que, a la vez, es entrarle duro a transformar la actual estructura tributaria nacional.

Si el ganador de las próximas elecciones no acomete esta histórica y estratégica tarea, entonces, saldrá de la Presidencia de la República, tanto como o más desacreditado que la señora Chinchilla.

Esta propuesta social “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo y la reactivación del empleo”, contiene una serie de planteamientos propositivos de gran seriedad y de gran profundidad; resaltándose elementos como a) un plan nacional de prevención y combate a la evasión, el fraude fiscal y el blanqueo de capitales; b) nuevos aportes para el fortalecimiento de la administración tributaria; c) reformas a los impuestos sobre las ventas y sobre la renta; d) un plan de formalización de empresas y de lucha contra el trabajo precario; e) revisión integral de las exoneraciones a sectores económicos privilegiados.

Si el nuevo Presidente quiere asumir, estratégicamente hablando, tan gigantesco desafío a favor de las grandes mayorías populares, deberá buscar el apoyo, no menos estratégico, de los sectores sociales, de los movimientos sociales, de los sindicatos principales, de sectores cívico-patrióticos y de la intelectualidad progresista; para, a la vez, hacerle frente a la arremetida que deberá enfrentar de parte de los poderosos gremios empresariales y cierta prensa de corte oligárquico-neoliberal que hará una fuerte campaña de manipulación acerca de los “nuevos” impuestos.

Estamos llegando a momentos sumamente claves de la historia patria. No podemos seguir, como sociedad, con ese “nadadito de perro”, con ese “pateando la bola para adelante”, que más penurias habrá de generar para quienes las vienen viviendo intensamente de por sí: el pueblo trabajador en sus distintas manifestaciones, por ejemplo: el asalariado, el no asalariado; el de la micro, la pequeña y mediana empresa; el agricultor que no es latifundista; las personas desempleadas, la juventud “ni-ni” (ni estudia, ni trabaja), que está en la desesperanza y en la vulnerabilidad. ¿Hay algún candidato presidencial que, al menos, quisiera escuchar de viva voz este serio planteamiento “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo y la reactivación del empleo”. Ahí se las dejamos porque, hoy es más real que nunca antes: “sin cacao no hay chocolate”.

Hoy es Navidad: El Papa que el Niño Dios nos trajo

Estamos en este especial día, el Día de El Nacimiento, el Día de la Navidad, 25 de diciembre de 2013, todavía conmocionados por lo que ha venido diciendo y actuando el Papa Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia de la Iglesia Católica; cuya designación ha venido generando una especie de “terremoto político-social” despertando una gran diversidad de reacciones, especialmente de naturaleza antípoda: amplio respaldo vs. total rechazo.

Una corriente creciente de pensamiento social desde la América Latina está promoviendo una campaña de respaldo a favor del Papa Francisco, cuyas ideas sobre la justicia social, sobre la paz, sobre el problema de los pueblos excluidos, están siendo fuertemente criticadas por voces y sectores representantes de las más oscuras fuerzas económico-globales que en la actualidad, tienen el control del mundo, prácticamente.

Por lo poco que hemos leído, visto y escuchado de lo que ha venido planteando el Papa Francisco, estamos notando que se está abriendo paso para la llegada de nuevos aires, “buenos aires”, sumamente oportunos, al seno de la Iglesia Católica; necesitada ésta de una oxigenación política y espiritual a juicio de bastantes especialistas que analizan todo lo que pasa en esta institución, doblemente milenaria, de la historia de la Humanidad.

Son bastantes los fieles católicos y cristianos que están más que felices pues sienten que con la llegada del Papa Francisco se estaría abriendo paso a una vida cercana a los postulados originarios y primarios que la hicieron aparecer, hace unos 2 mil años, cuando Cristo Jesús sentó las principios fundamentales de su credo humanista centrado en el amor al prójimo y en la protección de quienes más sufren, especialmente la gente pobre.

En tal sentido, hoy, que es Navidad, ya no solamente las personas militantes activas y creyentes en la perennidad de los mejores postulados del Catolicismo, sino todas cuantas pensamos que los valores eternos que nos legó la vida de Cristo Jesús deben inspirar toda lucha por la justicia social; estimamos que el regalo del Niño Dios, que lo que nos trajo el Niño Dios para esta Navidad, llegó de manera anticipada: la designación del Papa Francisco, meses atrás.

Gran cantidad de fieles católicos en muchas partes del mundo, son del criterio de que ha brotado con fuerza un nuevo manantial de vida cristiana con la llegada del Papa Francisco, surgido en el pleno desierto reinante del egoísmo insano y de la codicia desenfrenada, los cuales han entronizado que la categoría de ser humano está dada por lo que se tiene y no por lo que se es; y, por tanto, “salados” los que no tienen: esos son los “descartables”, los excluidos.

El Papa Francisco ha lanzado al mundo católico y a toda la Humanidad lo que puede pensarse como la base político-ideológica, doctrinaria y espiritual de los ejes fundamentales de su mandato: se trata del documento denominado en latín como “Evangelii Gaudium”, que ha sido traducido al español como “La alegría del Evangelio”.

Dicen los entendidos en el estudio de la Iglesia Católica y del Catolicismo en sí, que si bien es cierto el tema económico ha estado siempre en los documentos de esta fe religiosa a nivel de sus más recientes papados; lo que el Papa Francisco está planteando en su plataforma de acción “Evangelii Gaudium”, es algo así como una exhortación a una militancia consciente en el sentido de que todas las personas cristianas “…debemos estar en permanente subversión contra el sistema económico injusto e inequitativo (e intrínsecamente idolátrico y perverso) que nos rige”. (Se lee así en uno de los documentos de análisis que empleamos para elaborar este comentario).

Si uno se fija en el estado de situación de sufrimiento de otros pueblos allende nuestras fronteras, cuyas clases trabajadoras sufren procesos de explotación inenarrables (por no encontrarse todas las palabras y frases exactas que los puedan describir en su real dimensión); el documento del Papa Francisco nos da una perspectiva distinta que explica parte del porqué está dándose tanto dolor y sufrimiento social, “urbi et orbe” (y en Costa Rica también).

El apartado No. 55 de “La alegría del Evangelio”, establece que “una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!…”.

Para alimentar la cólera de la codicia de los poderosos que ya lo están atacando, el Papa Francisco sigue diciendo: “La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una nueva versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”.

Evocando de nuestra parte las condiciones materiales circundantes del pesebre en que nació Cristo Jesús, resaltamos este otro pensamiento del Papa Francisco en su “Evangelii Gaudium”: “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”.

Estas pocas líneas han generado la iracundia del capital hegemónico global con asiento en los Estados Unidos, por ejemplo. Están tildando al Papa Francisco de “marxista”, indicando él, inmediatamente, que no lo es pero que no le ofende que le cataloguen en cuanto tal.

Cómo no va a estar él seguro de lo que él es, si está apelando a las fundamentales y primarias enseñanzas de Cristo Jesús durante su caminar por la Tierra hace dos mil años. Que él, al convertirse en el jerarca máximo de la Iglesia Católica decidió invocar para que se le llamara con el nombre de ese gigante y santo hombre, Francisco de Asís quien despojándose de toda posesión material dedicó su vida a la defensa de los pobres hace ya varios cientos de años, representa otra razón del porqué está haciendo lo que está haciendo.

Seguramente por inspirarse en este santo hombre de Asís y adoptar su nombre, Francisco, motivó al Papa a escribir algo como esto: “…la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales”.

En verdad, hoy que es Navidad, quienes luchamos por la justicia social en todas sus dimensiones y pese a que algunos de los criterios más “sacros” defendidos por la institucionalidad político-jerárquica de la Iglesia Católica como entidad de poder mundial, pudiéramos no compartir; afirmamos que el Niño Dios nos trajo un regalo anticipado en estas épocas de una globalización perversa para la Humanidad: el Papa Francisco. ¡Gracias, Cristo Jesús! ¡Feliz Navidad!

El TPP

A las 11 horas con 11 minutos del pasado martes 3 de diciembre de 2010, enviamos, oficialmente y a nombre de la organización a la cual nos debemos y representamos, un correo electrónico dirigido al Ministerio de Comercio Exterior (Comex); solicitando información acerca de la participación de nuestro país, de las valoraciones político-comerciales que al respecto se han elaborado y acerca del estado actual de una eventual negociación-tramitación por parte de Costa Rica, de lo que se está conociendo como el “Acuerdo de Asociación Transpacífico” (TPP, por sus siglas en inglés: Trans-Pacific Partnership); pues éste consiste, a juicio de muchas entidades expertas del exterior, un pacto ultrasecreto (entre 12 países, inicialmente), que otorgaría a las grandes corporaciones un poder sin precedentes.

Tres días después de nuestra solicitud, concretamente el día viernes 6 de diciembre, el Comex nos respondió que requieren de “unos días adicionales a fin de recopilar la información solicitada, por lo que estaremos remitiéndole la respuesta en los primeros días de la próxima semana”.

Este comentario está escrito en la tarde del pasado lunes 9, sin que conozcamos el contenido la respuesta ofrecida que está por ser enviada en estos días. Lo que sorprende es que necesiten unos “días adicionales”, para “recopilar la información solicitada”, cuando se supone que dada la “sacrosanta competitividad” que el Comex defiende, los datos que estamos pidiendo con relación al TPP y Costa Rica, deben estar disponibles con solamente hacer un “clic” en la computadora.

Según el Comex, en el caso del TPP, “Costa Rica ha manifestado su interés de integrarse a este proceso por considerarlo un elemento estratégico para incrementar su competitividad, la integración regional y la participación en las cadenas globales de valor, elementos todos centrales de este acuerdo”.

Ahora bien, según las amistades sociopolíticas del exterior con las cuales nos relacionamos y que representan a prestigiosas entidades preocupadas por la igualdad social, por los Derechos Humanos, por la vida futura del planeta y de los seres que lo habitan, por la paz y por la Democracia; el TPP representa un peligro para todos estos valores humanistas.

Se están escribiendo cosas tan graves sobre el TPP tales como que ni el propio parlamento europeo conoce, en detalle, los contenidos de este acuerdo. De ahí, entre otros elementos, la preocupación e inquietud que tenemos.

Se está afirmando que con el TPP, las compañías transnacionales podrán usar un nuevo tipo de tribunales globales para demandar a nuestros gobiernos si éstos emiten leyes, decretos, reglamentos y normas que puedan hacer peligrar los beneficios empresariales, aunque de por medio esté la salud y la vida de las personas.

Se denuncia en este aspecto que con el TPP podríamos ver la irracionalidad de las irracionalidades: En aras de proteger la libertad de empresa, las compañías tabacaleras podrían demandar a los gobiernos si éstos en el dictado de sus normas de salud para combatir el fumado, amenazan los beneficios financieros que tales compañías esperaban recibir.

El TPP toca todos los ámbitos imaginables. Gracias a que Wikileaks ha filtrado documentación secreta del mismo, desde el etiquetado de los alimentos transgénicos hasta el derecho a una internet libre, van a estar controlados por la normativa del TPP.

Compilando más información sobre el TPP, la profunda opacidad y el más absoluto secreto que ha marcado su corta existencia, llevó a que, incluso, en el mismísimo congreso gringo, una inicial moción para tramitarlo vía “fast track” fue rechazada; habida cuenta de que tiene polémicos acuerdos de patentes y de derechos de autor que, al parecer, ni los mismos legisladores estadounidenses están dispuestos a aceptarlo.

Según se nos comentan en los textos que hemos recibido, el TPP limitaría el acceso a música, películas, libros y conocimiento en general; pues se desea aumentar el plazo de protección a 90 años, con lo que se tendrá que esperar muchísimo más tiempo que ahora para usar esos productos de la cultura sin pedir o pagar derechos de autor.

Esto es así porque el TPP endurece las normas de propiedad intelectual; amén de que se mete con el comercio electrónico, las empresas estatales, las telecomunicaciones y compras gubernamentales.

Una de las publicaciones consultadas para este comentario que usted lee, proviene del diario mexicano “La Jornada”, que goza de muy buen prestigio y credibilidad. Nos indica este medio que el TPP “es la más importante ofensiva que el capital transnacional ha emprendido en décadas en contra de la soberanía de las naciones y los derechos de los trabajadores, los ciudadanos y los consumidores”. (Artículo de Pedro Miguel, 13 de noviembre de 2013).

Dicho en otros términos, el TPP no será más que un “acuerdo de expansión del proteccionismo a las corporaciones”; y, específicamente, en el caso de los medicamentos, para las compañías farmacéuticas se vuelve más fácil la extensión de sus patentes por más años, “además de la capacidad de negar información de las mismas para la investigación científica en el desarrollo de nuevas medicinas”. Así leemos en otros de los documentos que nos fueran suministrados desde el exterior.

Nosotros somos del criterio (y esto es compartido por mucha gente en este país), de que el Comex es el “amo y señor” de la política comercial del país, independientemente de qué partido esté en el gobierno; por tanto, debemos estar muy atentos a lo que nos diga con base en la información solicitada.

Y, además, como el funcionamiento político-operativo del Comex en materia de tratados comerciales internacionales, es a nivel de una “república independiente”, o bien, a nivel de un “Estado dentro de un Estado”, razón de más para pedir el auxilio por esta vía de aquellas personas expertas en el tema de las relaciones comerciales internacionales pero que ostentan una visión crítica y patriótica, para que nos ayuden a difundir más la otra cara del tema TPP y Costa Rica, que no sea la del Comex.

En plena campaña electoral, ¡qué bueno sería que los candidatos presidenciales nos dijeran a quién pondrían en el despacho ministerial del Comex!; despacho éste desde donde se toman medidas sobre nuestras vidas y las de las generaciones futuras por parte de personas que no llegaron a esas delicadas posiciones de adoptar enormes decisiones sin que fueran electas como para considerar a la integralidad de la sociedad.

Hoy constatamos como los TLC’s de doña Anabelle y su “combo neoliberal”, nos tiene como nos tiene: con población trabajadora con trabajo esclavo; con casi un 62% de clase trabajadora con violaciones a sus derechos laborales básicos; con la desigualdad más profunda del último cuarto de siglo; con alto desempleo y precariedad salarial para las grandes mayorías trabajadoras; y lo más cruel y duro: casi un 10% de nuestros compatriotas con hambre. ¿Y ahora nos quieren imponer el TPP?… Realizaremos un esfuerzo para comentarles más sobre el tema en fechas próximas.

Elecciones: desencantos y sueño

Aunque no creemos en las encuestas (la amarga experiencia vivida con ellas en el caso del “frauduréndum” sobre el TLC, en el 2007, nos enseñó a desconfiar del resultado que arroja ese instrumento), pareciera existir cierta coincidencia en estas mediciones de que la ciudadanía convocada para elegir al nuevo Presidente de la República, está dividida en tres pedazos.

El de quienes no votarán definitivamente y nada los moverá de esa posición; el de quienes lo están pensando y no tienen ninguna preferencia ahora y que se supone se van a decidir al final; y el de quienes sí ya están bien matriculados con un determinado candidato.

Dicho de otra forma, en estos momentos solamente una persona electora de cada tres, tiene candidato; las otras dos, no.

Dado el ámbito sociolaboral de nuestro desempeño cotidiano podemos afirmar que un gran desencanto con la cosa político-electoral ha ido cogiendo fuerza en la ciudadanía en estos últimos años, como para dar un aporte que explique el cuadro anterior.

No somos dueños de la verdad, no pretendemos sentar cátedra política y tampoco tenemos definido si vamos a ir a votar y si lo haremos, por quién lo haremos.

Ahora bien, considerando el gigantesco honor que significa escribir desde Diario Extra, sí queremos compartir con usted algunas reflexiones sobre todo esto.

Un gran segmento de nuestra ciudadanía sigue añorando aquella Costa Rica de la integración y de la movilidad social ascendente; aquella Costa Rica de grandes sectores medios en distintos estratos; aquella Costa Rica en la cual la vida parecía segura, de la cuna a la tumba: salud, educación, servicios sociales, fuerte desarrollo de la economía social, preocupación estratégica por la micro y la pequeña empresa, desarrollo vial exitoso y sin corruptelas, importancia al mercado interno, banca estatal para el desarrollo y la promoción social, seguros realmente solidarios, empresas públicas exitosas envidiadas en otros países, agricultores con buen nivel de vida, pueblos rurales emblemas de capas medidas, etc.; y, aunque siempre hubo pobres muy pobres y ricos muy ricos, lo real es que fuimos una exitosa sociedad de sectores y capas medias.

Dentro de este grupo pueden estar muchas personas que tienen 35 años o más; mismas que comprobaron la magnitud de lo que nos fue heredado por las generaciones anteriores y que ahora constatan que todo eso se nos está yendo como agua entre los dedos y parece que no lo podemos detener.

Otro gran segmento ciudadano desencantado es la población joven; la que no termina la secundaria, la que no puede ingresar a la universidad (ni a la pública ni a la privada); la que aun lográndolo y consiga graduarse, tiene grandes problemas para encontrar un empleo digno, algo más que un “call center”; la que es “ni-ni” (ni trabaja, ni estudia), por tanto, en grave riesgo de caer en la criminalidad, en la drogadicción y en las redes del narcotráfico.

Toda esta juventud está completamente intoxicada por la tentación del consumismo, la vida fácil y la lógica perversa del mercado neoliberal que estableció la dictadura psicosocial de que para ser alguien hay que tener y si no tenés no existís…

Pero, ¿cuándo empezó Costa Rica a desviarse del camino de la integración social que traía y que, relativamente, fue exitoso? En 1984, hace casi treinta años y, duélale a quien le duela, en un gobierno del Partido Liberación Nacional (PLN), siendo Presidente de la República, don Luis Alberto Monge Álvarez, cuando él trajo a Costa Rica el primer PAE (Programa de Ajuste Estructural).

Esto representó el “nacimiento” de la incidencia político-económica que luego se volvería hegemónica, la del neoliberalismo: privatización, concesiones corruptas, apertura comercial irrestricta, deterioro del agro nacional, relegamiento de la producción para el mercado interno, desnaturalización ideológica de la banca estatal, déficit fiscal, precarización de empleo, robo de impuestos y evasión tributaria descomunal, graves violaciones a los derechos laborales, concentración de la riqueza, corrupción desenfrenada, narco y crimen organizado asentándose en serio en el territorio nacional… Y, ¿adónde nos ha llevado todo esto?: A una Costa Rica en crecimiento acelerado de la desigualdad; a una Costa Rica donde hay trabajo “esclavo”; a una Costa Rica en ruta casi que irreversible hacia la polarización social agresiva desde la perspectiva de la concentración del ingreso…

Entonces, no ocupa mucho ejercicio intelectual ni grandes análisis políticos, explicarse la circunstancia de que el candidato presidencial oficialista esté en descenso en las encuestas, si éste no ha dado ninguna señal estratégica de que está dispuesto a romper con la herencia perversa que le dejó la traición de su partido a los ideales socialdemócratas reales y constructores de esa Costa Rica social; como tampoco es necesario quemar muchas neuronas, tratando de explicar las razones por las cuales una propuesta progresista u otras de similar naturaleza, pudieran estar concitando ilusión y esperanza, aunque no se tenga claro con qué gente se materializaría si ganara la elección venidera.

En uno o en otro caso, existe algún segmento de ese gran conglomerado electoral que está esperando más señales para definirse.

Nosotros hemos notado que si vamos a una elección “cerrada”, o bien, a una segunda ronda, hay que insistir en qué clase de personas, estas opciones electorales presuntamente ganadoras, van a poner en los cargos ministeriales y ejecutivos de mayor relevancia, para poner en práctica sus propuestas e ideas.

El electorado debería saber a qué se atiene votando por fulano o por sutano, según la clase de personas que éste elija para su gobierno, pero que lo digan con antelación al día de la elección.

Por otra parte, es repudiable la circunstancia de pensar que el electorado está compuesto por personas estúpidas, manipulables, tontas o imbéciles, como para intentar ganar votos descalificando al otro, con muletillas desgastadas, frases huecas, epítetos malintencionados o calificativos despectivos que no guardan relación alguna con la realidad nacional.

O bien, creyéndonos idiotas, reciclando la vulgar proposición de los 500 mil empleos que nos daría el famoso TLC con los Estados Unidos de América; algo cuya falsedad es de tal calibre como lo constata la cruel y dolorosa realidad de miles de compatriotas que no encuentran empleo alguno.

Todo esto es muy dado a emplear en los círculos neoliberales clásicos y en los de la hegemonía político-financiera en el poder; esa misma que llama “populista” a una propuesta de contenido integrador y social; o bien, que gusta “desclasar” a la población trabajadora asalariada, llamando a los trabajadores y trabajadoras, como “colaboradores”.

Como vemos, todavía faltan muchos días para la elección del 2 de febrero; falta mucho tiempo político y faltamos muchos por decidirnos.

¿Qué quieren hacer con la CNE?

Llamó mucho la atención un campo pagado publicado en este prestigioso Diario Extra (el más leído del país), el pasado martes 19 de noviembre de 2013, sobre el régimen de disponibilidad de los trabajadores y de las trabajadoras de lo que oficialmente se denomina la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias, más conocida como la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).

Hablamos de un espacio pagado que probablemente fue financiado con fondos provenientes de las arcas públicas asignadas a esta entidad.

Además, se podría suponer que el costo de esta publicación utilizó fondos que no fueron previstos para esos fines.

Se hace necesaria una respuesta laboral a la posición oficial de la CNE, para compartirla con usted por esta vía; toda vez que esta entidad es más que estratégica para el bienestar de toda la población del país, especialmente para sus sectores de mayor vulnerabilidad ante los embates de la naturaleza que estamos presenciando; y ante un pernicioso entorno de cambio climático que está generando enormes desastres y grandes tragedias humanas.

La prevención de los riesgos y la atención misma de las emergencias se tornan, actualmente, en cuestiones esenciales para la vida; por tanto, y tal como lo señala el titular de este comentario, nos preguntamos: ¿qué quieren hacer con la CNE?

En términos generales, el personal de la CNE es sumamente especializado, tanto técnica como profesionalmente. Incluso, desde el ámbito administrativo se despliegan una serie de funciones y de procedimientos que requieren de una particular acumulación de capacitación y de experiencia, para la mayor agilidad de gestión gerencial en los casos que ameritan de oportunísimas y más que eficaces intervenciones.

Hasta la llegada de la controversia que nos ocupa, entendíamos que la política pública del país, la decisión de la sociedad, estaba centrada en repotenciar todavía más, la función social de la CNE; en un entorno de degradación ecológica y, por tanto, de incremento en las posibilidades de mayores y más cantidad de riesgos de desastres naturales en contra de la vida humana.

Con base en esa decisión-país, quien aceptó brindar sus servicios para la CNE, en condición asalariada, también aceptó ceder, sino toda, gran parte de su vida personal y de su propia privacidad, para estar siempre expectante, siempre disponible ante cualquier eventualidad, en grado de prevención de riesgo o para la atención del mismo ya en desarrollo, en su fase de emergencia.

A cambio, la política pública decidió que ese sacrificio de vida personal, conocido en la terminología del régimen de empleo público, como Disponibilidad, tenía un valor salarial fijado en montos específicos según circunstancias ocupacionales y de intensidad en la respuesta ante la eventualidad.

El país, la sociedad, el pueblo, logró tener así a un conjunto de personas servidoras públicas de muchísima especialización, muchos de ellos y de ellas con una trayectoria de formación académica universitaria y técnica, en el ámbito de la particular naturaleza institucional de la CNE.

Ello generó un altísimo nivel de eficiencia, de eficacia y de oportunidad de respuesta en materia de emergencias y todo lo asociado a ellas.

Hemos recabado el aporte laboral desde una perspectiva sindical de toda esta problemática para compartirla con usted que nos hace el gran honor de leernos semana a semana.

Nosotros pensamos que se está cometiendo un grave error de la actual jerarquía político-institucional de la CNE; error que merece ser ventilado públicamente porque la sociedad debe saber a qué atenerse, de ahora en adelante, ante las eventualidades de los vaivenes de una naturaleza inestable que, en cualquier momento, nos puede pasar una alta factura.

Primero: Una fría decisión tecnocrática, de sesgo leguleyesco, ese que ha venido atrofiando la cosa pública llevando a extremos absurdos la “judicialización de la política”, ha determinado que los valores que se venían pagando al especializado personal de la CNE, ya no serán “x”, sino serán “y”.

Se desconoce la naturaleza de la “rigurosidad científica” y de la “excepcional metodología” que determinó que en vez 20%, ahora sea 10% y así sucesivamente. Caricaturizamos así la “magistral” decisión de política pública que determina bajar la intensidad expectante ante la inminencia del riesgo de tragedia natural del servidor público de la CNE; precisamente obligado a esa actitud expectante, de día y/o de noche, los 365 días del año.

Segundo: Es evidente la presencia de un sesgo fiscalista de reducir el monto de la planilla institucional de la CNE, modificando el decreto sobre pago de disponibilidad, acatando, muy probablemente, directrices hacendarias, a modo de ensayo de lo que vendrá: la reducción y/o eliminación del pago de disponibilidad a nivel de todo el sector Público.

No podemos dejar de fijarnos en este contexto fiscal, pese a que en algunos casos de jerarquía, les irá mejor ahora que antes en ese pago de disponibilidad.

Tercero: A nuestro juicio el otro elemento involucrado en esta discusión es más delicado todavía. Pensamos que es el inicio del cambio del carácter histórico-estratégico de la prestación de servicios por parte de la CNE, pasando de una intervención directa a una de corte “asesor”, asistencialista, de “segundo piso”.

Cuarto: Otra circunstancia no menos delicada que las anteriores, es la certificación, la constatación, la comprobación una vez más, de que nuestra clase tradicional gobernante y sus cuadros jerárquico-tecnocráticos, siguen potenciando la ingobernabilidad; en este caso, al deshonrar lo que se firma, al actuar con doble discurso y al accionar político en doble vía.

La legítima representación laboral de la CNE, constituida precisamente por servidores públicos y servidoras públicas de la misma con suficiente conocimiento de los desafíos institucionales, dada su larga trayectoria y su aquilato bagaje en esto de la prevención de los riesgos y la atención de emergencias; creyó que la vía del diálogo y de la negociación constituían el camino más acorde para enfrentar, de manera compartida, la actualización de la naturaleza de las responsabilidades de servicio público de la CNE en estos tiempos de cambio climático y de deterioro ecológico; siendo el tema de la disponibilidad tan sólo un punto de una agenda integral.

La sorpresa laboral fue constatar que, prácticamente, al mismo tiempo que se abría un espacio bipartito al respecto con la venia del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), en otro lado del mismo Poder Ejecutivo, el Ministerio de la Presidencia, se daba el zarpazo fiscalista, reduccionista, oficinesco, improvisado y aventurero de iniciar el cambio de rumbo de la CNE hacia la atención y prevención de los riesgos por intermedio de un “segundo piso”, indirectamente; trasladándose la histórica responsabilidad de la política pública en esta materia a las propias comunidades, para abaratar costos de operación institucional de la CNE. Avisados quedamos que este conflicto laboral está en desarrollo.