Acaba de presentarse para la tramitación parlamentaria, un proyecto de ley para retrasar-postergar por dos años, la entrada en vigencia la Ley de la República No. 10.159, denominada Ley Marco de Empleo Público (LMEP); es decir, que se aplique hasta el 10 de marzo de 2025 y no desde el día 10 del mes que viene.
Creemos que es una iniciativa más que oportuna, es necesaria. Y por ello, por esta vía (y por otras), solicitamos con vehemencia y con respeto, que la voten afirmativamente las 57 personas diputadas.
Desde un principio, calificamos a la LMEP de perversa: fue concebida e ideada con mucha maldad, conscientemente; o disfrutando de ello, incluso. Las personas asalariadas empleadas públicas fueron satanizadas, criminalizadas, basureadas, estigmatizadas; mediando una operación mediática de periodismo-propaganda de odio, como nunca antes se había manifestado en décadas.
Ello no permitió, ni por un solo instante, un debate comedido, participativo, con bases de sólida fundamentación técnico-profesionales objetivas. Fue la histeria mediática, la manipulación ideológica, la conjura política y la infamia lo que determinó los contenidos esenciales y accesorios de la ley.
Las consideraciones anteriores nos dieron la sustancia para calificar a la LMEP como «perversa». Obviamente, hay bastantes otras que se quedan sin plantear.
Ahora bien, esa perversidad se ve agigantada con el concepto-calificativo de «oscura» que va unido a dos más: «confusa» y «ambigua».
Así de contundente es la opinión de la Procuraduría General de la República (PGR), al calificar la propuesta de reglamento que formuló el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (Mideplan).
A este respecto, nos interesa centrarnos en la «oscuridad» de la reglamentación de la ley que propone ese ministerio.
Si ya la ley tiene una connotación inmanente que es su perversidad; la oscuridad de su propuesta de reglamentación nos lleva a concluir que la LMEP pretende la instauración de un sistemático y sistémico autoritarismo institucional; un disciplinamiento del ejercicio de la cosa pública en la cotidianeidad; y un verticalismo de gestión ejecutiva ignorando-pisoteando la legalidad ya instituida.
Finalmente, como vemos, no es la transparencia la motivación característica fundamental de esta perversa y oscura LMEP.
Y alguien–algunos en la penumbra del real poder, decidieron la implementación del autoritarismo en Democracia, a plena luz del día.
Grande es la tarea democrática que tenemos por delante. Más grande es la férrea voluntad de asumir esa tarea. En la razón está la fuerza.