Lula

Para quienes hemos venido militando en el Sindicalismo Sociopolítico, ese que tiene una visión-país centrada en la promoción del bien común y en la inclusión social y económica; la victoria de Lula en las votaciones presidenciales de Brasil, del pasado domingo 30 de octubre, nos alegra y nos entusiasma.

Nos resistimos al enclaustramiento dicotómico de izquierda contra derecha, por las anteojeras ideológicas de corte fundamentalista que impiden el desarrollo de la Democracia por los causes sociales de inclusión con diversidad, que su sostenimiento demanda.

Nos contextualizamos en una América Latina catalogada como la región más desigual del planeta, para así entender según nuestra propia perspectiva, que el pensamiento del movimiento político de Lula está fundamentado en la doctrina de los Derechos Humanos, integralmente conceptuados y asumidos.

Nosotros tenemos claridad que en el Brasil que dirigirá Lula a partir del 1 de enero de 2023, las grandes matrices hegemónicas, político-económicas y mediáticas, privarán en el ejercicio del real poder que, tanto en Brasil como en nuestras propias naciones latinoamericanas, siguen teniendo “la sartén por el mango”.

Lo que sucede es que el Brasil que deja el perdedor, la desigualdad social y la exclusión económica llegaron a niveles increíbles, según todos los indicadores y las diversas fuentes más responsables y no fanáticas. Es éste el terreno para la nueva acción gubernativa de Lula.

El neoliberalismo ha llegado a niveles tan fanáticos que ha posibilitado la construcción de frentes del más diverso orden que, con fuertes dosis de tolerancia y de respeto por la diversidad que se le enfrenta, han logrado construir mayorías electorales que llegan a los poderes ejecutivos con serios programas de énfasis en políticas sociales para, al menos y en el corto plazo, aliviar las graves carencias que plantea la existencia misma a miles de personas latinoamericanas.

Bien lo acaba de decir el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz de que el experimento de 40 años con el neoliberalismo debe acabar ya. Y eso es lo que está ocurriendo en importantes sociedades latinoamericanas, en las cuales sus respectivas mayorías electorales están posicionando en la política pública propuestas de inclusión social y económica.

El histerismo de esas clases gobernantes afincadas en la acumulación desenfrenada y en la más brutal concentración de la riqueza jamás vista en esta región desde la conquista española-portuguesa, puede y debe generar equilibrios comprometidos para convertirse en sistémicos y trascender lo coyuntural de una elección que favorece a las mayorías descartadas.

Tal histerismo ya ha derramado mucha sangre como para no entender que el verdadero reto es de construcción sistémica de nuevas sociedades con democracias de real inclusión.

El salario mínimo

Se supone que cada persona trabajadora que labora de manera asalariada con empleo formal para el sector privado de la economía, recibirá un 6.62% más en su salario mensual a partir del próximo 1 de enero de 2023.

Así lo dispuso el Consejo Nacional de Salarios (CNS), luego del «ritual» (antes semestral, ahora anual), en que se hace un simulacro de negociación tripartita (Gobierno-empresarios-sindicatos), para imponer, en la realidad política, determinado monto de reajuste por variaciones en el costo de la vida al salario mínimo).

Decimos simulacro por cuanto adolecemos, como país, de una real política salarial que se estructure a partir de variables como la desigualdad, la concentración de la riqueza, la necesidad de reactivación económica del mercado interno en asocio con la recuperación del poder de compra-adquisitivo del salario; así como la consideración de lo que denominan parque productivo del país es muy grande a nivel de micro-pequeñas y medianas empresas sin tratamiento tributario diferenciado, hasta donde tenemos entendido.

Por otra parte, hoy día el salario mínimo está muy lejos de guardar congruencia con lo indicado en el artículo 57 de nuestra Constitución Política. Éste ordenó que el salario mínimo debe garantizarle a la persona trabajadora bienestar y existencia digna.

Nada más alejado de la realidad. Es de tal calibre el proceso sostenido de empobrecimiento salarial que ese 6.62% definido para aplicarse a partir del 1 de enero de 2023, aunque suene «bueno», no significa camino de corrección alguno hacia una nueva política salarial para una plena garantía de bienestar y existencia digna.

Otro factor adicional es el alto grado de indefensión obrera para una efectiva fiscalización de que ese 6.62 se aplicará, realmente.

Sabemos que no pocos patronos privados argumentan que su correspondiente personal trabajador, ya está recibiendo sus respectivos salarios por encima del mínimo, razón por la cual ese 6,62 no les será aplicado.

Este aspecto es de gran debilidad estructural en la concepción imperante acerca de los niveles salariales en el sector privado de la economía: quien devenga algo más que el mínimo ordenado para su correspondiente categoría ocupacional, no tiene porqué recibir el reajuste por costo de vida. Así piensan muchos patronos que escamotean su responsabilidad para con el trabajo decente de su personal.

Dos factores adicionales complican la realidad salarial de la clase trabajadora del sector privado.

Uno tiene que ver con la política pública inspectiva a cargo del Estado, debilitada muy marcadamente en los últimos tiempos. No es posible para el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social constatar que el cumplimiento del pago del salario mínimo se observa en todo el conglomerado empresarial del país, o en gran parte de él, al menos.

A la hegemonía política dominante, no le interesa la existencia de un Ministerio de Trabajo fuerte.

Por otra parte, la inexistencia de una consistente organización sindical en el sector privado de la economía, es una grave lesión en el tejido democrático que limita la capacidad obrera para defenderse a sí misma.

Estamos en un proceso involutivo económico-social, sin duda alguna. Hay un modelo económico fracasado que tiene en la cuestión salarial una de sus más crueles manifestaciones.

A pesar de ello no ha de parar la lucha y es éste el único camino posible, a pesar de todas las adversidades, para la restauración integral del bienestar pleno en el seno de la clase trabajadora.

El ROP: catástrofe financiera

El destacado ciudadano economista costarricense, don Luis Paulino Vargas Solís, en artículo publicado en Semanario Universidad, plantea que con el Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP), ha ocurrido una catástrofe financiera.

Don Luis Paulino nos lo explica así:

«Las pérdidas acumuladas durante este año en los regímenes de pensiones complementarias, tienen las dimensiones propias de una verdadera catástrofe. Pero no es una catástrofe que haya ocurrido por mero azar, o de forma imprevisible o incontrolable. Todo lo contrario, más bien: debía saberse que podía ocurrir, porque se tomaron las decisiones incorrectas, y se crearon las condiciones, que posibilitaban que pudiese ocurrir. Y, al cabo, lo lograron: efectivamente acaeció. Esto tiene responsables, que deben ser señalados y sancionados como tales, pero, sobre todo, debe quedar claro que, si las cosas se hicieron de esa forma tan desafortunadas, es porque hay un orden institucional y normativo que lo posibilita y lo fomenta. En breve: hay corrupción, torpeza y negligencia en lo que se ha hecho, como las hay también en el orden normativo e institucional que lo cohonesta y promueve. Por lo tanto, no basta con llamar a cuentas a quienes propiciaron esta hecatombe. Sobre todo, debe reconocerse que se necesitan múltiples e importantes cambios».

Don Luis Paulino es contundente en definir lo que está pasando,  en estos momentos, con el Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP). Es una catástrofe financiera.

Sin pedirle permiso a él, sabiendo que no le molestará, le estamos compartiendo a usted, persona trabajadora, asalariada o pensionada, el pensamiento de don Luis Paulino que hacemos nuestro; agradeciéndole a él tan atinado aporte para que en el seno del mundo obrero-social de la actualidad comprendamos qué está pasando con el ROP.

Aunque, al respecto de este grave asunto, cuatro agrupaciones sindicales han organizado ya dos protestas en las afueras de la sede-oficina de la máxima autoridad político-gerencial del ROP, Rocío Aguilar Montoya; esta catástrofe financiera del ROP es tan grave que involucra a la totalidad de los sindicatos del país, públicos y privados y más allá de las variadas discrepancias entre sus correspondientes dirigencias.

Es más, también involucra a los movimientos Solidarista, Comunalista y Cooperativista.

Se abre así la posibilidad de generar un fuerte músculo social para imponer, vía legislativa, los cambios estratégicos necesarios. Propuestas sobran y hay personas legisladoras dispuestas a hacerle frente al poder financiero que tiene al ROP secuestrado y como base del exagerado poder político que exhibe en estos momentos.

Salario mínimo: bienestar y existencia digna

En estos días se escenifica el ritual sistémico-institucional para determinar la cuantía del aumento en el salario mínimo que, a partir del 1 de enero de 2023 y durante todo este año, debe devengar la clase trabajadora del sector privado de la economía, que tiene empleo fijo y formal.

Ese ritual se da en el seno del Consejo Nacional de Salarios (CNS), adscrito al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS). El CNS se compone de tres sectores: gubernamental, patronal y sindical.

Cuatro características principales “marcan la cancha” en esta fijación salarial. 1) Costa Rica ya es una sociedad totalmente desigual. 2) La orientación ideológica y política de la acción gubernamental es de involución de conquistas sociales logradas décadas atrás. 3) Está en desarrollo una profunda crisis fiscal que amenaza la quiebra del Estado central. 4) No existe articulación sindical con sentido estratégico por diversos factores que ocupan otro momento para plantearlo.

Vistas, así las cosas, pese a tanta adversidad, conviene resaltar el contenido fundamental del Artículo 57 de la Constitución Política que entró en vigencia desde el 7 de noviembre de 1949: “Artículo 57. Todo trabajador tendrá derecho a un salario mínimo, de fijación periódica, por jornada normal, que le procure bienestar y existencia digna. El salario será siempre igual para trabajo igual en idénticas condiciones de eficiencia”.

Ni bienestar ni existencia digna está garantizando, hoy día, el monto del salario mínimo vigente en el sector privado de la economía; monto sobre el cual ocurrirá la fijación que por costo de vida establecerá en estos días el CNS-MTSS.

Dado el alto costo de la vida de estos meses, considerando las cuatro características arriba apuntadas; y, la “costumbre” de que en el seno del CNS es usual la alianza Gobierno-empresarios, nada positivo-halagador, y mucho menos justa, será la cifra del incremento por costo de vida en el salario mínimo de aplicación en el sector privado, a partir del 1 de enero de 2023.

En lo inmediato y en tal sentido, la corriente sindical en la cual militamos, se plantea dos objetivos de lucha.

Por un lado, el CNS debe volver al sistema de dos fijaciones al año, en este asunto del salario mínimo y el costo de vida. Así se estuvo haciendo por mucho tiempo hasta que en la funesta administración 2018-2022, la de Carlos Alvarado Quesada, se impuso una sola fijación anual

Por otro y con sentido estratégico, ocupamos un nuevo salario mínimo cuyo nuevo monto sí garantice bienestar y existencia digna, como lo dice la Constitución, porque ya no lo hace. Para llegar a ello será imprescindible contar con el aporte académico-profesional de la universidad pública. En eso estamos.

Recortismo presupuestario irreflexivo, irresponsable, irracional

Fuerte respaldo político-sindical brindamos a esos señores diputados y a esas señoras diputadas que ya están planteando la necesidad de deshacer varios recortes presupuestarios, drásticamente extremistas, impuestos por el Ministro de Hacienda, Nogui Acosta Jaén, con ocasión de la tramitación legislativa de lo que denominan Presupuesto General de la República para el 2023.

Esta política de tierra arrasada en una serie de servicios públicos del Gobierno Central que está siendo impuesta con una lógica fiscal extremista, ya de por sí estaban debilitados en los últimos años y por la misma causa: ese recortismo presupuestario irreflexivo, irresponsable e irracional.

Con gran vehemencia demandamos la restitución de los millones de colones recortados al presupuesto de Dinadeco (35 mil millones); los recortes de mil millones al Ministerio de Cultura (especialmente, los dineros destinados para la acción social del parque La Libertad); los recortes millonarios para los parques nacionales y las áreas de conservación y para el Fonafifo (financiamiento forestal).

De la misma magnitud, son los recortes presupuestarios para el Ministerio de Educación Pública (MEP): irreflexivos, irresponsables e irracionales; como también así debe calificarse lo que representa el cercenamiento financiero de mil millones de colones para el Ministerio de Seguridad Pública.

Deshacer esos recortes presupuestarios y otros igual de relevantes, como el efectuado para la atención de las personas de tercera edad, es una acción de carácter estratégico para sostener la deteriorada estabilidad democrática del país; gravemente afectada por el crecimiento de la desigualdad, el congelamiento y la precarización salarial, la acelerada concentración de la riqueza y su corolario de dolor: la exclusión económica con grave afectación de la producción para el mercado interno.

Se está jugando con fuego al forzar la convivencia social en el marco de ese tipo de recortismo presupuestario irreflexivo, irresponsable e irracional; cuando:

  • La evasión tributaria y la elusión fiscal, aunada al dispendioso régimen de exenciones y exoneraciones, rondan los 14 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB).
  • El pago diario de intereses de la deuda pública del Gobierno Central, asquerosamente obsceno, por el orden de casi 7 mil millones de colones cada 24 horas, no sufre siquiera centavos de recorte.
  • La tenencia de dólares en depósitos del público en moneda extranjera, al 30 de abril pasado y según informe del Banco Central de Costa Rica (BCCR) estaba cerca a los 39 mil millones de dólares.
  • Se propone la venta de activos públicos de empresas estatales exitosas lo que, sin duda, reforzará la situación polarizante que, en el ámbito de la concentración de la riqueza, está en fuerte desarrollo en el país.

Las consecuencias multifactorialmente negativas de este recortismo presupuestario irreflexivo, irresponsable e irracional, alimentan el desarrollo de múltiples formas de resistencia cívica y social que hay que alimentar, potenciar, respaldar; es decir, no se está dejando otro camino más que el de la movilización popular.

Celebramos, en consecuencia, que todavía haya sensatez y prudencia en el seno del parlamento costarricense con el planteamiento de que hay que deshacer los recortes presupuestarios irreflexivos, irresponsables e irracionales ya planteados.

BCR: ¡Su capital es de 11.500 millones de dólares!

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

¡Qué va! Algo podrido hay en todo esto. Dos estimables personas muy estudiosas y vinculadas al mundo académico-universitario costarricense acaban de publicar un impactante artículo titulado La oscura venta del Banco de Costa Rica, brindándonos datos sólidos y de fuentes confiables acerca de lo que sería un pésimo negocio para el país: la venta del Banco de Costa Rica (BCR), que impulsa el actual Gobierno del Presidente Rodrigo Chaves Robles.

Don Jaime Ordóñez Chacón (abogado) y doña Montserrat Botey Sobrado (economista), nos han dejado boquiabiertos con el siguiente dato: “…el Banco tiene un capital de 7.627.000 millones de colones que son casi 11,500 millones de dólares al tipo de cambio del Banco Central”.

Estamos hablando, repetimos, de que el capital del BCR es de 7 billones 627 mil millones de colones: 7.627.000.000.000. Y que, en dólares estadounidenses, esa gigantesca cantidad es 11.500.000.000 (once mil quinientos millones de dólares).

Don Jaime y doña Monserrat nos indican en su artículo que tales datos son de la propia contabilidad del BCR, la cual está avalada por la propia Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), el año pasado 2021.

¡Por Dios! ¿Quiénes creen que somos los y las costarricenses? Si los activos del BCR andan por los 11 mil 500 millones de dólares y lo pretenden vender en 1.750 millones de dólares, es evidentísimo que hay mucha oscuridad en todo esto. Mucha oscuridad para emplear un vocablo decente. Pésimo negocio para el país… negocio redondo para su eventual comprador y oportunistas asociados.

¡Cómo no va a ser un negocio redondo si por la bicoca de 1.750 millones de dólares, el comprador se dejaría el conglomerado de entidades asociadas al BCR, como su casa matriz, tales como BCR Pensiones, BCR Valores, BCR Sociedad Administradora de Fondos de Inversión y BCR Corredora de Seguros! Si esto no es una ganga, ¿qué es? Y, además, la feria: El BCR es el accionista mayoritario del Banco Internacional de Costa Rica (Bicsa).

¡Y cómo no va a ser una ganga si lo pretenden vender por menos del 20% del valor actual de sus activos!

Don Jaime y doña Monserrat no se andan con pelos en la lengua. Nos dicen, sin tapujos, lo siguiente: “Vender todo esto por 1.750 millones es regalarlo a destajo. Literalmente, un robo contra el Estado de Costa Rica”. ¡Pues sí! Nosotros le ponemos la firma.

Además, nos dicen los mencionados autores del artículo La oscura venta del Banco de Costa Rica que este es un banco totalmente exitoso, con una efectividad bancaria de casi el 97% pues su morosidad es apenas de un 3.1%.

Para fortuna nacional, aparte de las entidades que ya han puesto los puntos sobre las íes en manifestar oposición contundente a que se materialice este pésimo negocio para el país (hablo de las organizaciones sindicales ANEP, Asdeice, Unebanco y Upins); poco a poco va aumentando el conglomerado cívico-político opositor a la venta del BCR.

La resistencia a la venta de activos, como el BCR, va creciendo en la misma medida en que se va desenmascarando la naturaleza perversa y egoísta, aparte de lo ideológico, de los intereses ocultos que están detrás de esa conjura contra los fundamentales valores de la nacionalidad costarricense.

“Economía de Francisco” y doce propuestas

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

El Papa Francisco no deja de sorprendernos en medio del pesimismo de este mundo, oscurecido por las guerras, por el sistema perverso de una economía de mercado y un capitalismo salvajes, que espolea la Naturaleza y a los pobres, atacando con rudeza a las capas medias, produciendo asimetrías y descartados.

Esta vez se reunió con más de 1.000 jóvenes economistas, con personas trabajadoras y emprendedoras, con agentes de cambio social, venidos de más de 120 países del mundo, en la emblemática ciudad italiana de Asís, el pasado sábado 24 de setiembre; para escuchar sus propuestas con miras a la construcción de una nueva economía que haga de este planeta un lugar de encuentro más fraterno y no de explotación, de sufrimiento y de empobrecimiento.

Durante tres años, mediando un proceso colaborativo entre jóvenes por regiones y continentes, y bajo una metodología de “aldeas”, cada una con un eje temático, provocaron una novedad en el proceder de la Santa Sede, la cual no intervino en la propuesta de la agenda, sino que las mismas personas jóvenes construyeron criterio desde sus bases con plena creatividad.

Es hermosa la apuesta de Francisco que confía en los y en las jóvenes, la construcción de propuestas de nuevos paradigmas económicos. Él dijo: “Ustedes, los jóvenes, con la ayuda de Dios, saben hacerlo, lo pueden hacer; los jóvenes lo han hecho otras veces en el curso de la historia”.

Edifica su confianza puesta en las nuevas generaciones que tienen el potencial para cambiar el destino del mundo, oyendo el grito de la Tierra y de los pobres, como expresara en las cartas pastorales Laudato Sí, y en Fratelli Tutti (todos hermanos). Así, la propuesta de una nueva economía tiene en San Francisco de Asís su inspiración, para poner en el centro a los pobres, al medio ambiente y al trabajo.

La mirada en los pobres será el referente ético junto con la creación y sus criaturas. Por eso, la “Economía de Francisco” está inspirada en el santo de Asís y, a su vez, en las Bienaventuranzas y en los consejos evangélicos establecidos por Jesús de Nazareth. 

Del fruto del trabajo colectivo en las “aldeas” surgieron 12 acuerdos que a modo de Pacto Asís 2022 firmado por los y las jóvenes con el Papa Francisco, para comprometerse, después del ver y juzgar la realidad económica mundial, a actuar, en una dinámica de poner en acción las propuestas a nivel local, regional, nacional y continental, hasta que englobe el planeta y sea sal de la tierra. Esos doce acuerdos en resumen son:

1. Una economía de paz y no de guerra.

2. Una economía que contrarreste la proliferación de armas, especialmente las más destructivas.

3. Una economía que cuide la creación y no la robe.

4. Una economía al servicio de la persona, de la familia y de la vida, respetuosa de toda mujer, hombre, niño, los ancianos y especialmente los más frágiles y vulnerables.

5. Una economía donde el cuidado reemplace el despilfarro y la indiferencia.

6. Una economía que no deje a nadie atrás, para construir una sociedad en la que las piedras desechadas por la mentalidad dominante se conviertan en piedras angulares.

7. Una economía que reconozca y proteja el trabajo digno y seguro para todos, especialmente para las mujeres.

8. Una economía donde las finanzas sean amigas y aliadas de la economía real y del trabajo y no contra ellas.

9. Una economía que sepa potenciar y preservar las culturas y tradiciones de los pueblos, todas las especies los recursos vivos y naturales de la Tierra.

10. Una economía que combata la pobreza en todas sus formas, reduzca las desigualdades y sepa decir, con Jesús y con Francisco, «Bienaventurados los pobres”.

11. Una economía guiada por la ética de la persona y abierta a la trascendencia.

12. Una economía que genere riqueza para todos, que genere alegría y no solo bienestar porque una felicidad no compartida, es muy poca.

El Papa Francisco, en su mensaje a la juventud, deja claro que hay que cuestionar el modelo de desarrollo y es necesario un cambio rápido y decisivo. Afirma el Papa que “una economía de Francisco debe abrir nuevos caminos para que los mismos pobres se conviertan en los protagonistas del cambio”.

La venta del INS: tema ideológico, no económico (parte final)

En el año 2024, el Instituto Nacional de Seguros (INS), llegará a sus 100 años de existencia. Un siglo de trayectoria en la seguridad social costarricense, la cual, lamentablemente, hoy está más amenazada que nunca.

La actual ofensiva ideológico-político en contra del INS, de corte neoliberal, es la más reciente intentona de los grupos financieros por apropiárselo. Como sabemos, estos grupos vienen ostentando la supremacía en la definición de las políticas públicas de los últimos gobiernos.

El “delito” que ha cometido el INS en estos tiempos de desigualdad, es haber salido fortalecido de su más reciente prueba de fuego: la apertura del mercado impuesto por el tratado de “libre” comercio con los Estados Unidos. Continúa el INS siendo la empresa pública de seguros comerciales más importante de toda la zona mesoamericana.

El INS y todo lo que representa debe continuar como propiedad pública estatal. A las puertas de su centenario, tenemos un INS en medio de una Costa Rica que ya es, oficialmente, una sociedad totalmente desigual; de modo que esta noble institución se convierte en una necesidad estratégica para la sobrevivencia social de una población trabajadora asalariada cuyo empobrecimiento es una dolorosa realidad.

En lo específico, el sistema de Riesgos del Trabajo (RT), y su excepcional servicio de atención médica en caso de accidentes laborales y, también, de medicina del Trabajo (algo único en Latinoamérica); debe concebirse como estratégico dentro del escaso grupo de políticas públicas con sentido de bien común y de inclusión social que van quedando en el país, imprescindibles para la propia estabilidad democrática nacional.

La propuesta presidencial de privatizar el 49% de un INS convertido en capital accionario, prácticamente parecería un suicidio social, considerando que a los fondos de pensiones les rodea una atmósfera de poca transparencia y de incierto futuro a raíz de las aventuras financieras en el exterior en que han sido sumidos.

El presente gobierno, haciendo gala de una grotesca improvisación, primero alegó que el dinero de la venta-privatización del 49% del INS sería para destinarlo al pago de una deuda pública que, para nosotros, es impagable: avanza ya hacia los 30 billones de colones (30.000.000.000.000). Luego, que sería plata para construcción de infraestructura vial, hoy por hoy, hecha añicos.

Tanto para enfrentar la monstruosa deuda pública como para una ofensiva de inversión pública en infraestructura, existen alternativas de hondo contenido político que no pasan por la venta de activos; que no pasan por la venta del Banco de Costa Rica ni por la del INS, específicamente.

A todas las organizaciones sociales, cívicas, políticas, religiosas y patrióticas que queremos una Costa Rica mejor y más justa, desde ya les decimos y las llamamos a prepararse para enfrentar la venta de activos públicos, particularmente del INS y del BCR.

A las señoras diputadas y a los señores diputados, desde ya nuestro llamado respetuoso a no perder su valioso tiempo y trabajo, en proyectos de ley de venta de activos que, claramente, todos sabemos no tendrán el apoyo del pueblo y que lejos de armonizar nuestra sociedad, generará descontento, enfrentamiento social e inestabilidad en general.

Aprendamos la lección: Global Vía no le hace caso al Gobierno

A raíz de la dolorosa tragedia de Cambronero, y más allá de la polémica en desarrollo sobre si el ministro del MOPT es responsable político directo de la misma o no lo es; una cosa quedó clara: la soberanía del Estado costarricense cedió al lucro privado con la privatización de la importante infraestructura vial como la autopista de la ruta 27.

Es humillante, como costarricense, ver a nuestro gobernante actual implorando la “misericordia” de la empresa Global Vía, para que ésta se condoliera de la delicada situación nacional que estamos viviendo por el cierre de la ruta nacional que pasa por Cambronero, por razones obviamente dolorosas; a fin de que esta empresa privada dejara de cobrar peajes y permitir así una mayor fluidez, por la ruta 27, en momentos en los cuales el tránsito vehicular producto del largo del fin de semana creció enormemente.

Nunca se debió pasar a manos privadas, y mucho menos extranjeras, la infraestructura vial estratégica del país. La lógica del lucro mercantil cedió al interés público y aunque la empresa, finalmente, se condolió de la congoja nacional, tan solo fue por unas pocas horas. Sin embargo, el poder de imperio de lo privado sobre lo público se expresó, crudamente, en esta circunstancia.

Hoy estamos constatando el estado desastroso de las principales carreteras nacionales. La ideología extremista del todo mercado sacó al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), de la construcción directa, con su propio personal, de la infraestructura vial; y, qué tenemos ahora: riesgo de muerte a cada instante en rutas estratégicas entregadas al capital privado, pese a que éste recibió miles de miles de millones de colones para la construcción y el mantenimiento vial de tales vías.

Por otra parte, esta indignante circunstancia nos lleva a relacionarla con lo que está pasando con los muelles privatizados de Limón: las tarifas portuarias se triplicaron, y hasta cuadruplicaron, una vez que el Estado (Japdeva), fue sacado del ejercicio directo de tal actividad.

Al constatar lo que hoy día, a cada rato, está pasando en esos muelles con los decomisos de cargamentos de cocaína (lo mínimo que se confisca), viene a nuestra mente de que la operación portuaria de Limón con Japdeva era más eficiente, más barata y más segura. Sin embargo, en nuestra clase dominante privó lo ideológico: que tal operación la haga el mercado, aunque sea más ineficiente, más cara y más insegura.

Por el lado del Pacífico, también ha ido revelándose el fracaso de la inversión privada, extranjera como la del Atlántico.

El país entregó sus dos fronteras marítimas estratégicas, no hubo abaratamiento alguno de las correspondientes operaciones portuarias y el pueblo trabajador no tuvo ninguna disminución en el costo de los productos que por ambos puertos ingresan al país.

Pongámonos a imaginar qué nos pasará con la privatización prevista y perversamente planeada de las principales y grandes empresas públicas estratégicas que todavía no han podido apropiárselas. Como dice el refrán, “si por la víspera se saca el día”, vale la pena seguir resistiendo, con toda la fuerza cívico-patriótica, para impedir que se dejen el INS, el BCR, el ICE, la FANAL, el AyA, la CCSS, el CNP, la JASEC, la ESPH, Correos, el Banco Nacional y otros servicios públicos estratégicos pensados para el bien común.

Algo contundente para finalizar: el mercado fracasó en infraestructura vial y en operación portuaria. Las circunstancias y los datos hablan por sí solos.

La venta del INS: tema ideológico, no económico

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

“El seguro es un problema de solidaridad humana. Su monopolio por el Estado equivale a la asociación mutualista de la población del país, realizando el propósito de prevención por medio de la solidaridad de los habitantes”. Tomás Soley Güell, 1924.(Citado por don Carlos Monge Alfaro, en Nuestra Historia y los Seguros)

Al llegar a los 100 días de gobierno, el Sr. Presidente de la República, don Rodrigo Chaves Robles, anunció sus previsibles intenciones de vender el 49% del Instituto Nacional de Seguros (INS). A sus 98 años de fundado, estos son antecedentes que no debemos olvidar.

El 30 de octubre de 1924 se promulgó la Ley Nº 12, denominada “Ley de Monopolio y del Instituto Nacional de Seguros”. En ésta se dispuso que el contrato de seguros sobre riesgo de cualquier género sería en lo sucesivo monopolio del Estado y se encargó su administración al Instituto Nacional de Seguros (INS), institución que fue creada en esa misma ley.

El 22 de mayo de 1926, mediante la promulgación del Decreto Ejecutivo Nº 16, se le asignó al Instituto Nacional de Seguros la administración del seguro sobre accidentes del trabajo. Y sólo ese hecho, es un hito histórico en el devenir de la seguridad laboral del país, hasta la fecha.

Lo conocemos como Régimen de Riesgos del Trabajo o por las siglas RT; hasta hoy ejemplo mundial, sí, ¡mundial! De eso podemos presumir. Lo tenemos, existe y funciona de manera exitosa porque es público, social, solidario, universal y forzoso; porque lo opera el INS y porque lo hemos protegido.

El RT (además del Seguro Obligatorio Automotor, siglas SOA, desde 1973, y del cual hablaremos en otra entrega), se sustenta en la RED DE SERVICIOS MÉDICOS DEL INS en todo el país: consultorios médicos y clínicas regionales, Hospital del Trauma (HT), campañas permanentes de medicina laboral preventiva y riesgos del trabajo; la Salud Ocupacional como instrumento preventivo, educativo y formativo; desarrollo de terapias especializadas para traumas de diversa índole y otros servicios.

Y esto, pese a que en agosto 2008 se rompe el monopolio de seguros. A las compañías privadas de seguros no les ha interesado RT, porque el margen de “utilidad” que establece la ley es un 6%. Al privatizar el INS, querrán eliminara la ley que regula tal utilidad. Es decir, convertir una actividad de enfoque social, en comercial. Y los patronos o empresarios, que creen que las tarifas RT bajarán. ¡No señores, despierten!

Desde la Doctrina Social de la Iglesia Católica, la lucha política del General Jorge Volio Jiménez (1920-30), por proponerle a la Costa Rica rural un seguro de accidentes de trabajo con carácter universalista, que no se concentrara únicamente en dar protección a los artesanos y obreros de las ciudades, sino que incluyera a los obreros agrícolas y campesinos; fue la base para que estadistas y políticos visionarios, -contra los intereses de la consabida élite comercial y los terratenientes de la época-, comprendieran que era posible el desarrollo de un monopolio de seguros con carácter social.

PARTE II

Por esos días de 1924, el Secretario de Hacienda, don Tomás Soley Güell, en su crítica a los economistas liberales y a quienes se oponían al monopolio de seguros, destacó algunos elementos que aún hoy día tienen plena vigencia.

Al respecto, don Carlos Monge Alfaro, ilustre historiador costarricense, en su obra maestra “Nuestra Historia y los Seguros”, relata, citando a Don Tomas Soley Güell (Editorial Zúñiga y Carvajal. San José, Costa Rica. 1994. 2° Edición), lo siguiente:

“…El seguro dentro de una sociedad que se quiere equitativa tiene una función social: ‘Los economistas clásicos tienen este aforismo: «El Estado no debe hacer lo que la industria privada puede realizar». Pero, la industria privada no puede realizar la función social del seguro, sino sólo la función mercantil… El monopolio de seguros es la única organización económica que permite desarrollar la función social del seguro…’”.

Estas citas de Tomás Soley Güell nos muestran lo siguiente: es posible un tratamiento solidario de los seguros como mecanismo de política social.

Este preclaro enfoque del fundador del INS, don Tomas Soley Güell, deja en evidencia, hoy, que la línea clásica neoliberal (todo el mercado, nada el Estado), se ha de seguir fomentando en el Gobierno actual del presidente de la República don Rodrigo Chaves Robles. La descabellada idea de privatizar el INS (así como otros valiosos activos públicos) es ideológica, no económica; y, además, como muchas otras cosas, improvisada.

Si fuese económica, se darían cuenta que es un pésimo negocio para el Estado vender al INS y otros. No les bastó con la Ley 8653, Ley Reguladora del Mercado de Seguros, de agosto 2008, que rompe el monopolio de seguros en Costa Rica. El TLC de entonces, lo impuso.

Les duele que, a 14 años de esa ley, el INS siga holgadamente liderando la actividad mercantil de seguros, con poco más del 72% del mercado y creciendo, y además generando más de 140 mil millones de ganancia neta al año. 

Ellos quieren todo. Ellos son esos grupos internos de gran poder económico, de carácter plutocrático, aliados a empresas extranjeras a las cuales les sirven. Estuvieron hegemonizando los gobiernos inmediatamente anteriores al actual y dentro de este manifiestan ya gran incidencia; no precisamente para beneficiar a los ciudadanos de a pie, o a quienes viven en la pobreza. Mucho menos al trabajador público o privado parte de la gran clase media, que vería cercenados sus derechos a la salud, al debilitarse sensiblemente el régimen de RT y áreas sociales y entidades a las que el INS apoya con recursos.

Desde 1924 se viene acumulando todo el patrimonio del INS, que hoy es de todo el pueblo costarricense. Más de cinco generaciones hemos forjado ese patrimonio. Por ello nos parece ocurrente que el Sr. Presidente Chaves Robles pretenda disponer del patrimonio del INS, como si fuera de él y de su gobierno. No lo es y por mucho.

Los pueblos que olvidan su historia están destinados a repetir sus yerros y perpetuar la desigualdad socioeconómica, la injusticia social y la miseria. Que no nos pase a nosotros, los y las costarricenses. Continuará…

PARTE FINAL

En el año 2024, el Instituto Nacional de Seguros (INS), llegará a sus 100 años de existencia. Un siglo de trayectoria en la seguridad social costarricense, la cual, lamentablemente, hoy está más amenazada que nunca.

La actual ofensiva ideológico-político en contra del INS, de corte neoliberal, es la más reciente intentona de los grupos financieros por apropiárselo. Como sabemos, estos grupos vienen ostentando la supremacía en la definición de las políticas públicas de los últimos gobiernos.

El “delito” que ha cometido el INS en estos tiempos de desigualdad, es haber salido fortalecido de su más reciente prueba de fuego: la apertura del mercado impuesto por el tratado de “libre” comercio con los Estados Unidos. Continúa el INS siendo la empresa pública de seguros comerciales más importante de toda la zona mesoamericana.

El INS y todo lo que representa debe continuar como propiedad pública estatal. A las puertas de su centenario, tenemos un INS en medio de una Costa Rica que ya es, oficialmente, una sociedad totalmente desigual; de modo que esta noble institución se convierte en una necesidad estratégica para la sobrevivencia social de una población trabajadora asalariada cuyo empobrecimiento es una dolorosa realidad.

En lo específico, el sistema de Riesgos del Trabajo (RT), y su excepcional servicio de atención médica en caso de accidentes laborales y, también, de medicina del Trabajo (algo único en Latinoamérica); debe concebirse como estratégico dentro del escaso grupo de políticas públicas con sentido de bien común y de inclusión social que van quedando en el país, imprescindibles para la propia estabilidad democrática nacional.

La propuesta presidencial de privatizar el 49% de un INS convertido en capital accionario, prácticamente parecería un suicidio social, considerando que a los fondos de pensiones les rodea una atmósfera de poca transparencia y de incierto futuro a raíz de las aventuras financieras en el exterior en que han sido sumidos.

El presente gobierno, haciendo gala de una grotesca improvisación, primero alegó que el dinero de la venta-privatización del 49% del INS sería para destinarlo al pago de una deuda pública que, para nosotros, es impagable: avanza ya hacia los 30 billones de colones (30.000.000.000.000). Luego, que sería plata para construcción de infraestructura vial, hoy por hoy, hecha añicos.

Tanto para enfrentar la monstruosa deuda pública como para una ofensiva de inversión pública en infraestructura, existen alternativas de hondo contenido político que no pasan por la venta de activos; que no pasan por la venta del Banco de Costa Rica ni por la del INS, específicamente.

A todas las organizaciones sociales, cívicas, políticas, religiosas y patrióticas que queremos una Costa Rica mejor y más justa, desde ya les decimos y las llamamos a prepararse para enfrentar la venta de activos públicos, particularmente del INS y del BCR.

A las señoras diputadas y a los señores diputados, desde ya nuestro llamado respetuoso a no perder su valioso tiempo y trabajo, en proyectos de ley de venta de activos que, claramente, todos sabemos no tendrán el apoyo del pueblo y que lejos de armonizar nuestra sociedad, generará descontento, enfrentamiento social e inestabilidad en general.