El espectáculo circense que se dio en el seno de la Asamblea Legislativa, el pasado miércoles 1 de mayo, con ocasión de la presentación del informe presidencial fue, sencillamente, deprimente, desalentador y nada beneficioso para la misma democracia; la representativa, por supuesto, la cual, ya de por sí, está sumamente deteriorada. Siguen echándole leña al fuego…
El matonismo político del mandatario Rodrigo Chaves Robles no parece generar una respuesta política contundente de parte de las señoras diputadas y de los señores diputados, más que los discursos de respuesta que pronuncian en días siguientes, los cuales, solamente, critican la diatriba de Zapote contra el sistema republicano-institucional.
Nosotros pensamos que las verdaderas necesidades de la clase trabajadora costarricense son las grandes olvidadas, tanto en la perorata presidencial como en las débiles respuestas de la oposición.
La clase trabajadora, integralmente conceptuada, no la está pasando bien. En el caso del sector Público ajusta ya 5 años de congelamiento salarial total, violatorio de derechos constitucionales y de derechos humanos.
En el caso del sector Privado, el actual nivel del salario mínimo sigue siendo factor de empobrecimiento y de impulso a la exclusión social; situación que ni a unos ni a otros, actores y actrices del espectáculo circense del 1 de mayo, parece importarles.
En esto de los salarios bien es sabido que una política salarial de corte integral y justo, es aquella que permite un ingreso tal que impulse expansión del poder adquisitivo del salario, dinamizando el mercado interno y potenciando la producción nacional para el desarrollo del mismo.
Otros dos segmentos de la clase trabajadora están, aún más, en condición crítica: quienes están en el trabajo informal; quienes sufren el cruel desempleo abierto; quienes desistieron de buscar trabajo y se trasladaron a la actividad delicuencial, del crimen organizado y del narcotráfico… para sobrevivir. En este caso, el drama se nos estrella en la cara, cotidianamente, cuando vemos las notas rojas de la prensa comercial (la del negocio de las noticias), que nos da cuenta de todos esos jóvenes que caídos producto de las balas.
Por supuesto que hay excepciones decorosas en las actuales diputaciones que sí se muestran sensibles a lo que está pasando en el afuera de la caja de leche. Sin embargo, la tónica mayoritaria en el parlamento actual es mirar para otro lado; o, cuando abordan temas de exclusión social y económica, tan sólo vierten lágrimas de cocodrilo.
Y ni qué decir de la perpetuación del injusto sistema tributario que nos azota, doblemente perverso: injusto y corrupto. ¿Qué tal si esa oposición decide desempolvar el informe legislativo sobre Los papeles de Panamá, cuyo informe final es el Expediente 19.973, de 29 de marzo de 2017?
Dicho documento contiene impresionantes conclusiones y propuestas de reforma tributaria por el lado correcto: es decir, de quienes tienen mayores posibilidades de ingreso que, cada vez, son menos pero que, cada vez, acumulan más.
Como bien se sabe y los expertos en el tema lo vienen planteando-denunciando, un sistema tributario realmente justo y progresivo, es vital para que una sociedad desigual (como ya lo es Costa Rica), recupere la senda de la inclusión social y económica.
Como país, seguimos alejándonos de la misma y la polarización por cuestiones de distribución del ingreso y de la riqueza se sigue concentrando, abusivamente,
Como vimos, el espectáculo circense del 1 de mayo en el parlamento costarricense, avergonzó y manchó el significado histórico de la conmemoración del Día Internacional de la Clase Trabajadora.