Recientemente, con estupor e indignación, enojo e impotencia, leímos en el periódico La Nación (medio de comunicación pretendiente de ser el abanderado, por excelencia, de la “_libre_” empresa), la noticia titulada “_16 grandes empresas tienen tres años de no pagar tributo de renta_”.
Lamentablemente, no pudo la información indicada dar los nombres de las firmas evasoras, pues la ley tributaria vigente “_no lo permite_”. Los grandes ladrones de impuestos se benefician de la “_confidencialidad_” del sistema; quien roba gallinas o comida para alimentarse y combatir su hambre, o un celular, ¡no!; no tiene esa “_confidencialidad_”.
Nos llamó la atención que tal noticia, por su dimensión en los momentos actuales, al estarse debatiendo en la Asamblea Legislativa el plan fiscal-paquete de impuestos, fuese dada a conocer precisamente para alimentar los argumentos de quienes, como este columnista, venimos sosteniendo que en este país no hay necesidad de más impuestos; sino que hay que cobrar bien los que ya existen y sancionar fuertemente (con cárcel incluida), su robo.
Ahora bien, si hubiera necesidad de nuevos impuestos, éstos deberían ir por el lado de las grandes fortunas, los abultados capitales, las astronómicas rentas.
Así, por ejemplo, el paquete fiscal que parece que, finalmente, se le hará realidad a la señora Presidenta de la República, doña Laura Chinchilla Miranda, así como al destacado político don Otón Solís Fallas; debió incluir, únicamente, conceptos claves de carácter tributario-progresivo, pero que realmente funcionaran como debe ser, tales como renta mundial, renta global e impuestos a las transacciones financiero-bancarias; sin mezclarse con el impuesto al valor agregado (IVA), el cual, como sabemos, es profundamente regresivo.
Al analizar la magnitud del robo de impuestos que hicieron esas 16 grandes empresas, que tienen tres años de no pagar el impuesto sobre la renta, pese a la enormidad de sus ingresos brutos, sencillamente uno asume que más impuestos es más robo de impuestos por parte de los grandotes evasores.
Éstos suelen tener a su disposición los servicios profesionales de especialistas en Derecho Tributario, los cuales les enseñan cómo evadir, cómo burlar a la administración tributaria, cómo pagar menos (si es que quieren pagar algo), cómo llevar dos juegos de contabilidad, etc.; en fin, cómo robar impuestos en la más absoluta impunidad y sin “_salirse_” de la legalidad.
Fíjese usted que la indicada noticia nos habla de que esas 16 grandes empresas, durante tres años continuos tuvieron ingresos por, nada más y nada menos, la gigantesca cantidad de 420 mil millones de colones. Ponga cuidado de cuánta plata es de la que se está hablando.
Doña Laura y don Otón se vienen “_matando_”, políticamente hablando, por ese plan fiscal a punto de aprobarse en el parlamento, el cual sólo dejaría en las arcas públicas unos 300 mil millones de colones producto de los nuevos impuestos y asumiendo que no se robarán nada de los mismos, lo cual es difícil que no pase.
300 mil millones equivalen a un 1.5 % del PIB (Producto Interno Bruto); mientras que esos 420 mil millones de ingresos de esas “pobrecitas” 16 empresas que no tributaron nada, por concepto de renta, en tres años, representan 2.1 % del PIB.
¿No le parece a usted, en consecuencia, que ya es hora de que tomemos plena conciencia acerca de la barbaridad que representa el robo de impuestos en el país?…
Esa clase de ladrones de impuestos, por más “_respetables_” nombres empresariales que tengan, deberían identificarse plenamente ante la sociedad. Robar impuestos es un crimen contra toda la sociedad y la ley debe facilitar que se sepa el nombre físico y jurídico de estos delincuentes fiscales de alto cuello blanco. En segundo lugar, debería enjuiciárseles y que vayan a dar con sus huesos a la cárcel, en función de la naturaleza perversa que es delinquir contra toda la sociedad. Con más razón, si se trata de firmas trasnacionales, pues dentro del “_ranking_” de la evasión tributaria, algunas de esas 16 grandes empresas ladronas de impuestos deben tener “_lugares de hono_r”.
Ante el emplazamiento que se le hizo al Director de Tributación por esta clase de gánsteres fiscales, solamente atinó a decir que “_es evidente que el sistema debe ser revisado, no sólo potenciando a la Administración Tributaria, sino cambiando las leyes sustantivas de impuestos_”. ¡Impactante! El citado jerarca descubrió el “_agua tibia_”.
Pero, además, admitió que esa administración está debilitada (qué oportuno, ¡no!), pues no se le han repuesto 18 plazas de auditores fiscales de gente que se pensionó o trasladó. ¿Cómo no va ser el robo de impuestos en Costa Rica un asunto de gigantesca e impactante magnitud, si el propio Ministerio de Hacienda es, prácticamente, un cómplice por tener debilitada a su Administración Tributaria? ¿Qué estará pasando en otros campos estratégicos de la misma si en el de la auditoría fiscal no se han “_repuesto_” 18 plazas?
La contundencia de nuestra terca prédica acerca de que el país ocupa una Transformación Tributaria Estructural, una “_Revolución Tributaria_” (como nos gusta llamarla), es más que evidente: 16 grandes empresas que durante tres años consecutivos tuvieron ingresos por 420 mil millones de colones y no pagaron ni un cinco de renta, nos dan la razón. Vamos por el camino correcto. Pero tenemos que ser miles y miles, en la calle y en movilización constante, para “_darle vuelta a la tortilla_” en esto del robo de impuestos con ropaje legal ó sin él; para detener este crimen en contra de toda la sociedad.