El “partido” abstencionista ha sido el gran ganador de las pasadas elecciones municipales. Cerca del 70% de las personas ciudadanas con derecho constitucional a ejercer el voto no fue a las urnas. Podemos afirmar, entonces, que casi 7 personas de cada 10 vieron para otro lado y no consideraron relevante presentarse al respectivo centro de votación.
Sin duda, los y las especialistas en estas cuestiones van a elaborar importantes estudios e interpretaciones del fenómeno abstencionista en las pasadas votaciones municipales del domingo 4 de febrero de 2023. Las leeremos con mucho cuidado e interés.
Hay que preocuparse ante esta realidad. Consideremos lo siguiente: la corporación municipal es el gobierno local y, por ende, este está integrado por las autoridades políticas más cercanas a la ciudadanía. Además, con un Estado central prácticamente en quiebra, es previsible que, en un futuro no muy lejano, varios e importantes servicios públicos que se prestan desde los ministerios pasen a las municipalidades.
Incluso, para el fomento de nuevas políticas públicas de inclusión y desarrollo social ante una sociedad caracterizada por la exclusión (como lo es la Costa Rica actual), es muy probable que las estructuras decisoras del poder dominante determinen dar un mayor protagonismo central a los gobiernos locales para su eventual implementación.
Parece paradójico que el abstencionismo sea el gran ganador de estas elecciones municipales cuando se necesita incrementar los esfuerzos políticos y cívicos para potenciar el papel de la municipalidad en la Democracia.
Nos preguntamos: ¿será que en el seno del abstencionismo ya se percibe que la autonomía municipal está destinada a su desaparición total luego del más grave ataque a esta con la perversa Ley Marco de Empleo Público (LMEP), en vigencia caótica y con serios cuestionamientos de constitucionalidad y de contenidos violatorios de Derechos Humanos? Y que, por tanto, no vale la pena ir a votar cuando los tentáculos del Gobierno central empiezan a copar los gobiernos locales.
El abstencionismo enfrenta a cada una de las autoridades políticas electas en los 84 gobiernos locales a un desafío de enormes proporciones: ganarse la legitimidad real que no les dio la urna. Esta les dio, únicamente, la legitimidad formal.
Por otra parte, va siendo conclusión general que el gran perdedor de las elecciones municipales es el Partido Liberación Nacional (PLN), mismo que, si no sucede algo extraordinario en su seno, parece encaminarse a su extinción. Desde nuestra perspectiva, al PLN continúa cobrándosele haber sido cogobierno en la Administración de Carlos Alvarado Quesada, 2018-2022, la más antiobrera de los últimos tiempos. Tan es así que estas elecciones municipales dejaron plantada una lápida en el cementerio de la historia republicana reciente del país: “aquí yace el PAC”.
Fue el PLN el posibilitador político del denominado combo fiscal (2018) y el brutal ajuste fiscal contra los sectores medios. Fue el PLN posibilitador político del cercenamiento brutal del derecho Humano y Constitucional a la huelga. Fue el PLN el posibilitador político de la perversa Ley Marco de Empleo Público, misma que muestra el empobrecimiento salarial, la precarización de la labor técnico-profesional en importantes segmentos de la política pública como la Salud, el Poder Judicial y otros; la que ha generado odiosas desigualdades y discriminación salariales repugnantes.
Creemos que la gente buena, sana y consecuentemente socialdemócrata que queda todavía en el PLN, a la cual le expresamos nuestro respeto, no tiene ya más espacio político para rescatarlo y liberarlo de la contaminación neoliberal que lo está carcomiendo por dentro. Un PLN atado, como está, a la vorágine de destrucción colectiva que es el endeudamiento público y su terrible pago diario de intereses, se va a extinguir