Si
hay un ámbito que nos refleja el estrepitoso fracaso de las políticas
neoliberales, aparte del fiscal-tributario, es el del empleo.
Si
nos atenemos a lo dictado en el artículo 56 de la Constitución Política de
Costa Rica, cada costarricense que está sin empleo en este mismo momento, es
víctima de una violación a sus derechos constitucionales, pues en nuestra carta
magna el indicado artículo establece, en su parte medular, lo siguiente:
“Artículo 56. El trabajo es un derecho del
individuo y una obligación con la sociedad. El estado debe procurar que todos
tengan ocupación honesta y útil, debidamente remunerada…”.
Adicionalmente,
la Constitución previó que no se debería abandonar a su suerte a las personas
trabajadoras desempleadas dado que su artículo 72 ordenó lo siguiente:
“El Estado mantendrá, mientras no exista
seguro de desocupación, un sistema técnico y permanente de protección a los
desocupados involuntarios, y procurará la reintegración de los mismos al
trabajo”.
Para
empezar a revertir el fracaso neoliberal en materia de generación de empleo,
redimensionando para las condiciones actuales del país la obligación
constitucional del Estado al respecto, es imperioso resaltar la naturaleza del
papel de una política pública estratégica al respecto, expresada en el marco de
legalidad que le corresponde al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social
(MTSS), para asumir ese necesario reto; enfocándonos en el rol que se espera de
su Dirección Nacional de Empleo.
Desde
el año 1955, con la promulgación de la Ley Orgánica del Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, No. 1860, se estableció la Oficina de Empleo, “…con el
fin de establecer una política nacional en ese sentido, incluyendo colocaciones
y formación profesional”.
Además:
“Asegurar, hasta donde sea posible, una
mejor distribución de la mano de obra, encauzando a los trabajadores hacia los
empleos disponibles dentro de las ocupaciones de su escogencia”.
Entonces
tenemos que esa Oficina de Empleo (luego
Dirección Nacional de Empleo), tuvo
desde sus orígenes una misión estratégica, misma que se revitalizó cuando se
estableció el Sistema Nacional de
Intermediación de Empleo y su implementación operativa expresada en el Consejo Nacional de Intermediación,
Orientación e Información de Empleo, en el año 2008.
Este
Consejo, al cual se le dio una Secretaría Técnica, de la cual forma parte el
propio MTSS, es el órgano rector de toda política pública nacional en materia
de empleo.
Obvio
es, en consecuencia, que la cabeza política, el titular de esa cartera
ministerial, no solamente debe gestionar todo lo concerniente al empleo, sino
la persona a la cual hay que demandarle cuentas de manera directa.
El
rol del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, por tanto, debe potenciarse
en grado sumo ahora que la cuestión del desempleo es un problema nacional de
primerísimo orden.
No
puede el país ponerse a generar “experimentos”
de gestión al respecto, cuando la legislación no solamente es contundente en lo
que atañe al organismo interventor en toda la cuestión del empleo; sino, lo que
corresponde es ponerse a activar, operativamente, las estipulaciones de ley y
no, repetimos, impulsar “juegos de
laboratorio político”, porque la familia de la persona trabajadora
desempleada lo que ocupa es asegurar su sustento vital mínimo y decente ya.
Entendemos
que dentro de la política pública que tiene que ver con el trabajo y con el empleo,
la sectorialización debe articular al propio MTSS con dos entidades
fundamentales y necesarias para la promoción de ocupaciones dignas y decentes
para el pueblo trabajador: el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), y el
Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (Infocoop).
En
este último caso, el del Infocoop, es válido precisar que la recuperación de su
independencia política y el cese de la ilegal intervención que le afecta, puede
posibilitar mejores resultados de articulación interinstitucional para atender
el flagelo social del desempleo.
Como
lo venimos apuntando, el marco legal está dado y no admite dudas, en esto de la
política pública promotora de empleo: el Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social, en general; y, en lo específico, su Dirección Nacional de Empleo, debe
dar la cara ante la sociedad.
Al
respecto, una orientación política clara desde las esferas del ejercicio del
real poder, en materia de convertir el tema del empleo en asunto-país, debe exigirle
al MTSS su encuentro con la sociedad civil organizada, en cuyo seno existen
planteamientos integrales sobre el empleo y el trabajo como fundamentos vitales
de atajar el crecimiento de la exclusión y de la desigualdad sociales.
Ahora
que lo de Limón estalla en la cara con todo su dramatismo social, la inyección
real de potenciación de lo que pueda hacer el Ministerio de Trabajo y su ámbito
de promoción del empleo, no da espacio en lo más mínimo para “competencias de rectoría”, que dilaten
el sufrimiento que genera estar sin trabajo.
Debemos
exigirle a la cartera ministerial de Trabajo y Seguridad Social que ejerza su
rol de rectoría en este campo del empleo.
Hay
que fortalecer lo que se tiene, institucionalmente hablando y que cuenta con
fuerte contenido jurídico. Una política de empleo con sentido integrador y
social es lo que se ocupa en estos momentos; no una de alcance corto y
corporativo que no expresa una visión de conjunto sino uno gremial y reducida.