¿Para qué ocupan la ley mordaza?

La clase política tradicional, hoy tripartidista (PLN-PUSC-PAC), nos tiene con un nivel de endeudamiento, como país, que no podremos pagar nunca, según nuestro criterio. Hemos llegado a una peligrosa ruta de, prácticamente, un no retorno, sobresaliendo el dato de que, para el año entrante, 2020, el servicio de esa deuda (entre pago de intereses y abonos-amortización al principal) implicará 11 mil millones de colones diarios, cada 24 horas; con gran impacto en las condiciones de vida de la gente del pueblo, “los y las de abajo”, las capas medias y el micro, pequeño y mediano empresariado. O sea, el bienestar general será golpeado todavía más.

Esa clase política hoy totalmente desprestigiada, envalentonada por contar (como nunca antes) con la militancia activa, política e ideológicamente hablando del periodismo de odio, no solamente tiene claro que esa deuda pública es impagable, sino que planteará, próximamente, más “reformas estructurales” para hacerle frente.

La monstruosidad del tamaño de esa impagable deuda pública es de tal calibre que se pronostica que llegará al 65% del Producto Interno Bruto (PIB), en el año entrante 2020. El pernicioso camino que escogieron para hacerle frente es seguirse endeudando para pagar esa deuda, por una parte; por otra, más “reformas estructurales” como gusta llamarles la jerarca hacendaria Rocío Aguilar Montoya.

Tales “reformas estructurales” no son ni más ni menos que, por una parte, la venta de aquellos activos de propiedad pública que todavía quedan en manos del Estado y que son sumamente valiosos; por otra, el abaratamiento de la mano de obra, precarizando los salarios al máximo. Además, es previsible nuevos paquetes tributarios por el lado de la regresividad, como la tentación de subir el impuesto al valor agregado (IVA), al 15-16%.

Esta clase política hoy totalmente desprestigiada sabe que en los últimos tiempos se ha dado una feroz resistencia cívica, por múltiples formas y en diversas circunstancias de oposición al empobrecimiento generalizado que va en crecimiento, especialmente con la aprobación-imposición del combo fiscal el año pasado 2018.

Por tanto, enfrentar el desafío de una deuda pública en crecimiento desbocado y un pago de intereses que es como una bola de nieve, exige un disciplinamiento social de corte autoritario, cercano a la dictadura, manteniendo una especie de democracia de fachada para la gestión pública, aunque acuartelada, como las acciones legislativas de próximas fechas que se darán en el seno del búnker parlamentario que se mandaron a construir.

Ese disciplinamiento autoritario, la eliminación del derecho de huelga y de toda protesta-manifestación pública, se expresa en el Expediente Legislativo 21.049, denominado Ley para brindar seguridad jurídica sobre la huelga y sus procedimientos. El nombre políticamente real y correcto debe ser: “Ley de prohibición de la huelga, de toda manifestación y de la proscripción sindical y sus procedimientos”.

Si para hacerle frente a lo que nosotros consideramos como impagable deuda pública y su escandaloso pago de intereses, se deben vender activos como el INS, como Recope, como los dos bancos estatales que quedan; entonces, procédase (dicen ellos), con las leyes respectivas, a ejecutarlo sin oposición civil alguna y, mucho menos, la que se ha venido manifestando bajo el concepto político de Democracia de la Calle. Para eso ocupan la ley mordaza, la ley antihuelgas y contra toda acción pública de calle que están tramitando, acelerada y atropelladamente, en este momento.

Si para hacerle frente a lo que nosotros consideramos como impagable deuda pública y su escandaloso pago de intereses se debe subastar el modelo eléctrico nacional que todavía sigue en propiedad del ICE, pues qué mejor circunstancia que garantizarse que no habrá una resistencia cívica como la del año 2000, cuando la ciudadanía, opuesta al combo ICE, estrenó, con lujo cívico, la Democracia de la Calle y se detuvo, en aquel momento, esa privatización abiertamente descarada. Para eso ocupan la ley mordaza, la ley antihuelgas, y contra toda acción pública de calle que están tramitando, acelerada y atropelladamente, en este momento.

Si para cerrar instituciones públicas, bajo el cuento chino de fusionar, por tanto, ejecutar despidos masivos, es mejor no tener resistencia ni cuestionamiento, pues es mejor tener asegurado el control, castrando de antemano de cualquier protesta o amago de resistencia. De ahí la importancia de garantizarse, mediando la ley mordaza, que nadie alzará la cabeza.

Es muy grave lo que está ocurriendo. Nos llevan al retroceso social, a la involución en el desarrollo de derechos, a la instauración de un sistema de gestión democrática de fachada, cargado de autoritarismo y verticalidad de gestión.

Ahogada por una deuda pública que no se puede pagar, la clase política tradicional, totalmente desprestigiada, solamente puede acudir a la instauración de mecanismos institucionales de represión, bajo la modalidad de leyes, para mantener un control social, llegando al extremo de legislar para criminalizar la protesta social. El ascenso de la Democracia de la Calle amerita una acción represiva como la que están tramitando en el parlamento en estos momentos. Nos preguntamos: ¿en verdad se creen eso, que legislando para reprimir se garantizarán el control social…? ¡Ilusos! 

ANEP, UPINS, ASDEICE y SIICE presentan carta ante el Sistema de las Naciones Unidas de Costa Rica

Las cuatro organizaciones sindicales presentaron una carta en conjunto ante el Sistema de las Naciones Unidas de Costa Rica, cuestionando la posición de este ente ante el pronunciamiento de los Relatores Especiales de las Naciones Unidas respecto al proyecto de ley para regular las huelgas.

Compartimos carta enviada al Sistema de las Naciones Unidas de Costa Rica

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Un pacto nacional o una auditoria ciudadana de la deuda

Por: Benjamín Sevilla García, Secretario de Juventud

Me gustaría pensar que la realidad social y económica que experimenta el país en la actualidad, se trata sólo de un momento histórico; que atravesamos una crisis temporal, pero que las medidas adoptadas son las correctas para salir adelante y continuar en la vía eficaz del progreso. Mi temor, al respecto, es que estemos en la dirección equivocada, asumiendo una posición torpe y ciega que, ante la ausencia de diálogo, nos conduzca al precipicio.

La desconfianza ciudadana en la institucionalidad del país es enorme. La polarización social en diversos temas es abismal y la situación económica es, realmente, preocupante. Las probabilidades de error en cualquiera de las decisiones que se tomen, son elevadas. Creo que la única ruta consiste en desprendernos de ideas individuales y de figuras mesiánicas, para darle paso a un gran pacto nacional.

Para que este pacto tenga lugar, es necesario que Gobierno, sindicatos y empresarios, en un diálogo franco, público y con plazos estipulados, lleguen a un acuerdo común que sea capaz de transformar la realidad del país. Que las decisiones tomadas no sean producto de la imposición unilateral, sino de los aportes y el consenso de todas las partes. Este ejercicio podría garantizar paz social porque evitaría la confrontación, la sanción de leyes absurdas y las innecesarias disputas por imprecisiones legislativas.

Este gran pacto podría pasar a la historia como como el segundo más importante después del acuerdo de los años cuarenta entre Rafal Ángel Calderón Guardia, monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez y Manuel Mora Valverde. También, la clase política, el gobierno, las organizaciones de la sociedad civil, empresarios y representantes de los trabajadores, deberían acordar una mesa nacional de diálogo para determinar las acciones que se deben tomar respecto de la generación de empleo y la reactivación económica.

La segunda opción a considerar, es la auditoria ciudadana de la deuda pública. Para nadie es un secreto que la deuda en Costa Rica es uno de los temas de mayor relevancia, sobre todo por el enorme pago de los intereses. Es posible que éste sea el motivo real por el que el Gobierno promueve sus planes de austeridad, y no las razones infundadas que se exhiben desde algunos sectores del poder político y mediático.

La auditoría ciudadana es una acción democrática que busca determinar la legitimidad de la deuda, si hay abusos o desproporciones en ella. Constituye una alternativa al silencio y a lo desconocido. Esta auditoría apunta a la transparencia y la rendición de cuentas. Algunas organizaciones sociales como la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa, plantea que con ella se pretende responder a tres preguntas básicas: “¿Cuánto se debe? ¿Por qué se debe? y ¿A quién se debe?”.

Sería importante que la ciudadanía costarricense conozca a quiénes les debemos -los acreedores-, quiénes son los responsables de contraer esos créditos y si eran las únicas alternativas viables que existían; si las disposiciones de los contratos y las tasas de interés se ajustan a la legalidad. En caso de que exista una deuda ilegítima, ya sea porque atenta contra los Derechos Humanos o porque va en contra del bienestar de la población, qué camino vamos a tomar como país.

Finalmente, la Costa Rica del Bicentenario debe responder con prudencia, exhibiendo la madurez de su Democracia. Mostrar valentía desde las trincheras de los círculos empresariales, subsanar la imagen desde “dictaduras mediáticas” y contar con el apoyo del poder político, no serán mecanismos suficientes para que un gobierno quede bien librado. Debe volverse a las inmensas mayorías, atender el clamor del pueblo y escuchar atentamente la voz de las personas trabajadoras que somos, finalmente, quienes sacamos adelante este país.

Seccional PANARE logra acuerdo para que trabajadores conozcan sobre traslados ante cierre técnico de la institución

La Seccional ANEP-PANARE logró un importante acuerdo en la sede del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), el cual establece que los trabajadores del Patronato Nacional de Rehabilitación (PANARE), podrán conocer, analizar y revisar las condiciones en las que serán trasladados de sus puestos ante el cierre técnico de la institución.

Así lo explicó Tatiana Quesada, Presidenta de la Seccional ANEP-PANARE quien indicó que la incertidumbre que existe en el seno de los trabajadores es bastante grande desde que el Ministerio de Salud emitió una orden sanitaria contra el PANARE, lo que provocó el cierre de la institución y por ende el traslado de funcionarios a instituciones como CONAPDIS, CONAPAM y Ministerio de Salud.   

Tatiana Quesada sobre situación en PANARE

Otros de los acuerdos alcanzados, es que la Junta Directiva del PANARE facilitará a la seccional de ANEP el borrador del proyecto de ley de cierre del PANARE, una vez les sea brindado por el Ministerio de Planificación. Además, la seccional podrá conocer la información correspondiente al presupuesto institucional del año 2020, en el momento que sea aprobado.

También es importantes destacar, que en el acuerdo quedó plasmado que las autoridades del PANARE se comprometen a respetar los derechos laborales de todos los trabajadores de la institución, así como a mantener la estabilidad laboral de los trabajadores en el tanto que cumplan con los requisitos de idoneidad del puesto

Compartimos acuerdos alcanzados entre las partes en el MTSS   

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Parques nacionales: ¿Hay algo que celebrar?

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

La representación sindical de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), en el servicio público de cuido de los parques nacionales, le comparte a usted por nuestro medio sus consideraciones ante lo que podemos definir como el momento más crítico de la historia de lucha por la preservación eterna de este patrimonio ecológico; en estos momentos en que las concepciones político-ideológicas imperantes favorables a la totalización de las relaciones sociales bajo los postulados del mercado neoliberal, hacen estragos en múltiples servicios públicos y, por supuesto, el de los guardaparques no es la excepción. 

El 24 de agosto fue definido como el Día de los Parques Nacionales. ¿Celebrar qué? Si los parques nacionales y sus guardaparques están en peligro de extinción. Lo que se asoma en el horizonte es su privatización por diversas modalidades. O de lo que quede de ellos. No nos llamemos a engaño pues para ahí los llevan.

El 24 de agosto de cada año, Costa Rica celebra el Día de los Parques Nacionales, fecha decretada por el entonces presidente de la República, Luis Alberto Monge Álvarez, en 1984. Tal festejo, que debería tener un profundo contenido cívico-ecológico de gran impacto en la sociedad, fue establecido con el objetivo de consagrar la protección y mantenimiento de estos espacios naturales que brindan a la sociedad un ambiente de tranquilidad y pureza. 

Las instituciones encargadas del cuidado y de la administración de los parques de Costa Rica son el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) y el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae). Cabe mencionar que los parques nacionales se encuentran en una categoría de manejo de Área Silvestre Protegida, según la legislación vigente.

En un esfuerzo por conservar mucha de la belleza natural y los alrededores de Costa Rica, el 25 % de la tierra del país ha sido apartada y convertida en parques protectores y reservas para salvaguardar la belleza y espectacularidad del entorno y así prevenir la deforestación y explotación.

Costa Rica cuenta con 27 parques nacionales, 58 refugios de vida salvaje, 32 zonas protegidas, 15 zonas de humedales pantanosos, 11 reservas forestales y 8 reservas biológicas, lo mismo que otras 12 regiones de conservación que protegen los diversos hábitats naturales encontrados a lo largo de todo el país.

Esta realidad ha sido el argumento fundamental y de gran peso empleado por los últimos gobiernos del bipartidismo tradicional (más el agregado paquiano); caballo de batalla que han utilizado para brindar un doble discurso al mundo, en general, y a la sociedad costarricense, en particular, vendiendo la “marca-país” de que, prácticamente, ningún otro país del planeta tiene su territorio tan protegido, ambiental y ecológicamente hablando, como el nuestro.

Hoy en día es todo lo contrario. Estas áreas protegidas se encuentran desprotegidas, pues no existe una adecuada infraestructura tanto para el visitante como para los guardaparques: senderos de visitación en mal estado, no se cuenta con el equipo óptimo (lanchas, vehículos terrestres, uniformes, GPS, bolsos, botas, alimentación, chalecos antibalas, chalecos salvavidas, mala comunicación radial, entre muchas cosas más); equipo que es indispensable para realizar las actividades diarias de control y protección que demanda la legislación ambiental y nuestra Constitución Política.

Sumado a esto, están las jornadas de trabajo que son extensas, de más de 12 horas, sin el pago de horas extras y recientemente quitaron el pago de la disponibilidad. El Gobierno no ha querido pagar el riesgo policial, cuando de sobra se puede demostrar que los guardaparques están expuestos a grandes peligros que atentan contra su integridad física como, por ejemplo: oreros, cazadores furtivos, madereros, pescadores y, recientemente, el narcotráfico que como es sabido es un flagelo que está afectando todos los niveles de la sociedad costarricense. Muestra de ello fue el guardaparques que salió herido en un encontronazo con narcotraficantes.

Para ponerle la cereza al pastel, recientemente se ordenó a las guardaparques con plaza de Oficial de Servicio Civil 1, que no podrán seguir realizando labores de Control, Prevención y Protección, debido a una prohibición en el Estatuto de Servicio Civil; algo sospechosamente extraño pues, por más de 20 años, estos compañeros venían ejerciendo esas funciones sin que nadie se hubiera manifestado al respecto. Todo salió a raíz de la controversia sobre el pago de la disponibilidad, muy conveniente para el Gobierno. Esto viene a demostrar la inoperancia por parte de las instituciones involucradas en esta situación.

Todo esto repercute, especialmente, en los guardaparques, ya que están limitados para realizar las acciones de control y protección. Además, se verán afectados directamente los recursos naturales del Estado puesto que más del 80 % de los guardaparques que hacen control y protección en todo el país son oficiales 1, por lo que no habría personal para cuidarlos, quedando estos a merced de las personas que les hacen daño.

Esta es la razón principal que nos da pie para pensar en que lo que en realidad se piensa es que la responsabilidad de la protección de los parques nacionales y de las áreas protegidas salga de la esfera pública, se concesione, se privatice; pase a ser objeto de actividad mercantil y de lucro privado y hasta de iniciativa extranjera.

Recordemos que las áreas protegidas brindan servicios ecosistémicos que son importantes para las generaciones presentes y futuras de la sociedad costarricense y del resto del planeta.

Con todo lo argumentado anteriormente, nos damos cuenta de que no había nada que celebrar este pasado 24 de agosto. No podemos celebrar la extinción de los parques nacionales ni de su servicio público de guardaparques, que es lo que está pasando hoy en día. Estamos viviendo una utopía en cuanto al tema de las áreas protegidas. Lo único real es que los parques nacionales y los guardaparques parecen ser personajes salidos de la novela de Gabriel García Márquez: “Crónica de una muerte anunciada”.